?Y por qu¨¦ no debemos hablar de Venezuela?
Hablar de Venezuela es rasgar el prestigio de una entelequia que algunos, entre nosotros, quisieran ahora que fuera opaca
![El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, en una manifestación.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/WC2OFX2UVNGCVWPN5OYVJYKMHI.jpg?auth=04e9bf5c66f5c4b4786d074c1bde94f3c27e69d3ccf418b8b78c4fb40d494b7c&width=414)
En la imperiosa Espa?a de las modas se est¨¢ imponiendo ahora que hablar de Venezuela no es lo que debemos hacer, porque hay cosas m¨¢s graves en este pa¨ªs. Como si Venezuela fuera, estrictamente, un pa¨ªs opaco, en el que lo que sucede haya que ocultarlo por si a quienes en otro tiempo la usaban como modelo les ofende la alusi¨®n.
Venezuela est¨¢ siendo ahora el centro de una grave crisis, que tiene que ver con la pol¨ªtica, con los derechos humanos, con la econom¨ªa y hasta con los modos. Ayer mismo el presidente Maduro afront¨® una advertencia de la Organizaci¨®n de Estados Americanos con la audacia verbal con que adorna todo lo que dice frente a sus opositores. Y aunque la realidad lo acosa cada vez m¨¢s se atrinchera en el poder lanzando venablos contra los opositores, cuando no los amenaza con la c¨¢rcel, amenazas que como se sabe ya ha ejecutado.
El eco de ese desm¨¢n con el que gobierna es mundial. Aqu¨ª, como se ve en las redes sociales y otros ¨¢mbitos digitales, sobre todo, referirse a Venezuela lleva a burla para amedrentar a aquellos que osen referirse a esa controvertida realidad desde posiciones que no sean gratas a los que guardan las esencias ideol¨®gicas de la revoluci¨®n bolivariana.
Esa manera de guardar lo que no gusta para que no sea divulgado tiene una larga historia, que hemos vivido los que en los a?os sesenta y setenta cre¨ªmos en el para¨ªso hasta que conocimos el para¨ªso. En el libro Tumulto (Malpaso), de Hans Magnus Enzensberger, el ensayista alem¨¢n revisita aquellas revoluciones (la cubana, la sovi¨¦tica, el Mayo del 68, las revueltas de la ultraizquierda italiana y alemana), de las que estuvo pr¨®ximo. Enzensberger hace ese melanc¨®lico paseo para autocriticarse. Entonces, como ahora, cualquier cr¨ªtica era desmentida con el mismo desd¨¦n que vemos en este momento en el verbo agriado de los que no consienten sino el pensamiento unificado. Incluye una autoentrevista en el que el Enzensberger de hoy entrevista a aquel Enzensberger; el resultado no s¨®lo es hilarante, tambi¨¦n te pone los pelos de punta.
Hay precedentes, pues, del desd¨¦n actual a quienes se ocupan de Venezuela, como sigue siendo habitual leer o escuchar el descr¨¦dito hacia los que se atreven a cuestionar, aun ahora, a la revoluci¨®n cubana. Hay precedentes ilustres de esta tentaci¨®n de silenciar la cr¨ªtica de lo que no nos gusta de lo que hacen los nuestros. Vean lo que dec¨ªa el tantas veces admirado Julio Cort¨¢zar en su libro Nicaragua tan violentamente dulce, publicado en 1984, acerca de lo que no se deb¨ªa decir: ¡°Esa cr¨ªtica no me duele por s¨ª misma sino porque opera en terreno favorable, con el sost¨¦n y el apoyo t¨¢citos de los norteamericanos y del establishment y de los intereses capitalistas mundiales¡±. As¨ª eran las cosas, as¨ª siguen los argumentos. Hablar de Venezuela es rasgar el prestigio de una entelequia que algunos, entre nosotros, quisieran ahora que fuera opaca.
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