?Y por qu¨¦ no debemos hablar de Venezuela?
Hablar de Venezuela es rasgar el prestigio de una entelequia que algunos, entre nosotros, quisieran ahora que fuera opaca
En la imperiosa Espa?a de las modas se est¨¢ imponiendo ahora que hablar de Venezuela no es lo que debemos hacer, porque hay cosas m¨¢s graves en este pa¨ªs. Como si Venezuela fuera, estrictamente, un pa¨ªs opaco, en el que lo que sucede haya que ocultarlo por si a quienes en otro tiempo la usaban como modelo les ofende la alusi¨®n.
Venezuela est¨¢ siendo ahora el centro de una grave crisis, que tiene que ver con la pol¨ªtica, con los derechos humanos, con la econom¨ªa y hasta con los modos. Ayer mismo el presidente Maduro afront¨® una advertencia de la Organizaci¨®n de Estados Americanos con la audacia verbal con que adorna todo lo que dice frente a sus opositores. Y aunque la realidad lo acosa cada vez m¨¢s se atrinchera en el poder lanzando venablos contra los opositores, cuando no los amenaza con la c¨¢rcel, amenazas que como se sabe ya ha ejecutado.
El eco de ese desm¨¢n con el que gobierna es mundial. Aqu¨ª, como se ve en las redes sociales y otros ¨¢mbitos digitales, sobre todo, referirse a Venezuela lleva a burla para amedrentar a aquellos que osen referirse a esa controvertida realidad desde posiciones que no sean gratas a los que guardan las esencias ideol¨®gicas de la revoluci¨®n bolivariana.
Esa manera de guardar lo que no gusta para que no sea divulgado tiene una larga historia, que hemos vivido los que en los a?os sesenta y setenta cre¨ªmos en el para¨ªso hasta que conocimos el para¨ªso. En el libro Tumulto (Malpaso), de Hans Magnus Enzensberger, el ensayista alem¨¢n revisita aquellas revoluciones (la cubana, la sovi¨¦tica, el Mayo del 68, las revueltas de la ultraizquierda italiana y alemana), de las que estuvo pr¨®ximo. Enzensberger hace ese melanc¨®lico paseo para autocriticarse. Entonces, como ahora, cualquier cr¨ªtica era desmentida con el mismo desd¨¦n que vemos en este momento en el verbo agriado de los que no consienten sino el pensamiento unificado. Incluye una autoentrevista en el que el Enzensberger de hoy entrevista a aquel Enzensberger; el resultado no s¨®lo es hilarante, tambi¨¦n te pone los pelos de punta.
Hay precedentes, pues, del desd¨¦n actual a quienes se ocupan de Venezuela, como sigue siendo habitual leer o escuchar el descr¨¦dito hacia los que se atreven a cuestionar, aun ahora, a la revoluci¨®n cubana. Hay precedentes ilustres de esta tentaci¨®n de silenciar la cr¨ªtica de lo que no nos gusta de lo que hacen los nuestros. Vean lo que dec¨ªa el tantas veces admirado Julio Cort¨¢zar en su libro Nicaragua tan violentamente dulce, publicado en 1984, acerca de lo que no se deb¨ªa decir: ¡°Esa cr¨ªtica no me duele por s¨ª misma sino porque opera en terreno favorable, con el sost¨¦n y el apoyo t¨¢citos de los norteamericanos y del establishment y de los intereses capitalistas mundiales¡±. As¨ª eran las cosas, as¨ª siguen los argumentos. Hablar de Venezuela es rasgar el prestigio de una entelequia que algunos, entre nosotros, quisieran ahora que fuera opaca.
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