Cinco razones por las que el ¡®Plan Marshall¡¯ de la UE contra la inmigraci¨®n es una mala idea
"Sr. Director General, ya estamos listos para discutir la nueva pol¨ªtica migratoria."
Cuando entramos en el tercer a?o de la mayor crisis de movilidad humana que ha vivido Europa desde la Segunda Guerra Mundial, sus responsables insisten en responder a problemas complejos con soluciones simples. La ¨²ltima ¨Cpresentada ayer por la Comisi¨®n ante el Parlamento Europeo- ha sido tirar de palo y zanahoriay anunciar una fastuosainversi¨®n en nuevepa¨ªses de ?frica y Oriente Pr¨®ximoque haga florecer eldesarrollo y persuada a sus despistados habitantes de que la emigraci¨®n no merece la pena. Por si acaso estos argumentos no son suficientes, la propuesta incluye una bater¨ªa de ¡°incentivos negativos¡± destinados a limitar ventajas comerciales, reducir ayudas o reconsideraracuerdos de cooperaci¨®n en cualquier otro ¨¢mbito.En otras palabras, "toda la gama de pol¨ªticas e instrumentos externos de la UE" quedar¨ªan condicionados por la colaboraci¨®n en el control migratorio.
Aunque la Direcci¨®n General de Propaganda de la Comisi¨®n parece estar teniendo ¨¦xito a la hora de vender este asunto como un ¡®Plan Marshall¡¯ para ?frica (v¨¦ase el desconcertante titular de este mismo peri¨®dico en el d¨ªa de ayer), la verdadera naturaleza de la operaci¨®n se encuentra a medio camino entre el chantaje y el soborno. Con todo, la comparaci¨®n resulta ¨²til para poner de manifiesto los agujeros financieros, pol¨ªticos y ¨¦ticos de la propuesta europea.
Se me ocurren al menos cinco razones por las que este plan es una mala idea:
¡¤ Esto no es un Plan Marshall, sino una propina (improbable): presupuestariamente, la comparaci¨®n entre el esfuerzo americano tras la guerra y la propuesta europea es un mal chiste. En cada uno de los cuatro a?os que dur¨® el plan, EEUU gast¨® en la reconstrucci¨®n de Europa occidental alrededor del 1,4% de su PIB. La UE, por su parte, ofrece a estos ocho pa¨ªsesel 0,08% anual del suyo (hasta 62.000 millones de aqu¨ª a2020, aunque la cifra real estar¨¢ mucho m¨¢s cerca de 8.000). Un plan de reconstrucci¨®n que merezca ese nombre exigir¨ªa multiplicar la donaci¨®n europea hasta los 271.000 millones de euros cada a?o durante los pr¨®ximos cuatro. En todo caso, y considerando que del plan comprometido en septiembre durante la cumbre de La Valeta (1.800 millones) los Estados miembros no han aportado m¨¢s que un 4,5%de los fondos, conviene no ir descorchando las botellas.
¡¤ ?Por qu¨¦ renunciar al todo y quedarse con la parte? Alguien, en alg¨²n recoveco de la burocracia europea,deber¨ªa considerar la posibilidad de que cualquier oferta que haganes mucho peor para los pa¨ªses de origen que los beneficios asociados a la inmigraci¨®n, incluso en medio de este caos. De acuerdo con las estimacionesdel Banco Mundial, solo en remesas la regi¨®n de ?frica y Oriente Pr¨®ximo recibir¨¢ este a?o 88.000 millones de d¨®lares, seis veces m¨¢s de lo que ofrece Europa y adem¨¢s dirigido de manera directa a las familias. Esas comunidades, sus recursos y sus di¨¢sporas en el exterior constituyen un poderoso incentivo para que los gobiernos africanos digan que van a colaborar con el control migratorio pero se aseguren en realidad de que ocurra lo contrario. Esto es exactamente lo que pas¨® con los acuerdos de ¡®cooperaci¨®n con repatriaci¨®n¡¯ impulsados por el Gobierno socialista en la pasada d¨¦cada, el modelo invocado hoy por la UE.
¡¤ Incluso aunque tuviese ¨¦xito, el plan conseguir¨ªa justo lo contrario de lo que pretende: uno de los mitos m¨¢s arraigados en la mitol¨®gica pol¨ªtica migratoria europea es la idea de que ¡®hay que ayudarles para que no se vean obligados a emigrar¡¯. La afirmaci¨®n es tan paternalista como err¨®nea. Como han demostrado estudios de todo pelaje, la emigraci¨®n tiene m¨¢s que ver con el ¨¦xito que con el fracaso, al menos en sus fases de mayor intensidad. Los n¨²meros muestran que la emigraci¨®n de ?frica subsahariana hacia Europa y otras regiones m¨¢s desarrolladas es nueve veces menos intensa que la de Am¨¦rica Latina, por ejemplo. La explicaci¨®n es simple (y tiene poco que ver con las barreras que impone Europa): los africanoscarecen todav¨ªa de los recursos educativos y financieros para intentarlo. A medida que la regi¨®n vaya consolidando su desarrollo en los pr¨®ximos a?os, generando una clase media formada y abundante, veremos a mucha m¨¢s gente dispuesta a buscar un futuro mejor en otra parte.
¡¤ Esto se va a volver contra nosotros de muchas formas diferentes: la ret¨®rica eufem¨ªstica que rodea este tipo de iniciativas (¡°incentivos negativos¡± es uno de mis t¨¦rminos favoritos) no deber¨ªa llegar al punto de enga?arnos a nosotros mismos. Lo que Europa quiere firmar es una subcontrata de sus fronteras exteriores, al menos una m¨¢s eficaz de la que est¨¢ pagando ya. Para eso se gastar¨¢ lo que haya que gastarse y se acostar¨¢ con quien haya que acostarse. La rapidez con la que Erdogan y su r¨¦gimen pasaron de ¡°amenaza para los derechos humanos¡± a ¡°socio fiable con algunos prontos¡± es solo un aperitivo de lo que podemos esperar ahora. El problema es que incluso el r¨¦gimen turco es Noruega cuando se le compara con algunas de las autocracias que pueblan de forma m¨¢s o menos expl¨ªcita el mapa de ?frica y Oriente Pr¨®ximo. Casarse con ellas no solo supone entrar en un juego de consecuencias imprevisibles, sino que traiciona los valores sobre los que se fundamenta Europa precisamente cuando la Uni¨®n necesita de forma desesperada apuntalar sus fundamentos.
¡¤ Existen alternativas (aunque no esperen ganar las pr¨®ximas elecciones con ellas): despu¨¦s de tres a?os de dilapidar el capital pol¨ªtico y ¨¦tico de la Uni¨®n, Europa podr¨ªa intentar una soluci¨®n radical: hacer lo correcto, que en el largo plazo tambi¨¦n es lo m¨¢s inteligente. La histeria y la grosera manipulaci¨®n que se han adue?ado del debate p¨²blico impiden aceptar algunas verdades simples, como el hecho de que lo que nuestras sociedades y gobiernos consideran una invasi¨®n es en realidad una peque?a fracci¨®n del n¨²mero de refugiados que se pasean por el mundo, por no hablar de los inmigrantes econ¨®micos que entran cada a?o ¨Cde forma legal o ilegal- en los pa¨ªses europeos. Las miserables cuotas de refugiados que han llegado a pa¨ªses grandes y capaces como Espa?a -gracias al obstruccionismo activo del Gobierno- son una verg¨¹enza con la que cargaremos durante generaciones, pero el problema dif¨ªcilmente se limita a los desplazamientos forzosos. A pesar de las repetidas reclamaciones de la Comisi¨®n, los Estados miembros han sido incapaces de concebir instituciones y acordar canales legales que ampl¨ªen las oportunidades de emigraci¨®n econ¨®micay alineen la gesti¨®n de la movilidad con las necesidades de los mercados de trabajo en el largo plazo (algo que s¨ª han hecho los canadienses, por ejemplo). La inclusi¨®n por parte de la Comisi¨®n de una propuesta de reforma de la llamada Tarjeta Azul para inmigrantes cualificados no va a poder tapar esta miop¨ªa y ausencia de liderazgo.
No hay nada sencillo en la reforma del modelo migratorio, pero cavar m¨¢s hondo no ayudar¨¢ a salir de este agujero. Ya que la Comisi¨®n los ha ofrecido con tanta generosidad, ser¨ªa estupendo que los miembros de la UE destinasen a ?frica esos 62.000 millones de euros en concepto de ayuda al desarrollo largamente debida. Pero vincularlos de esta forma obscena al control migratorio es buscar soluciones en el lugar equivocado. Como recordaba recientemente en una entrevista para la Fundaci¨®n porCausa el representante especial de Ban Ki Moon para la reforma migratoria, Peter Sutherland, ¡°el problema con el sistema de migraci¨®n europeo es que no existe un sistema de migraci¨®n europeo¡±. Esto podr¨ªa cambiar dentro de poco, si aceptamos que Europa solo es capaz de ponerse de acuerdo cuando se trata de encanallarse.
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