Clinton hace historia

La consecuci¨®n en las primarias dem¨®cratas del n¨²mero necesario de delegados ha dado a Hillary Clinton la nominaci¨®n para aspirar a la presidencia de EE?UU. Aunque, sin duda, su victoria sea un logro hist¨®rico que rompe un techo de cristal para las mujeres, ser¨ªa tremendamente injusto considerar como algo no igualmente importante el brillant¨ªsimo curr¨ªculum de la aspirante dem¨®crata.

Se trata de una profesional de ¨¦xito en la abogac¨ªa que, tras un par¨¦ntesis forzoso para no incurrir en conflicto de intereses con su pareja ¡ªlo cual no le impidi¨® impulsar importantes reformas sanitarias y educativas¡ª , se lanz¨® a la pol¨ªtica primero como senadora por Nueva York, despu¨¦s como precandidata a la presidencia de EE?UU y jefa de la diplomacia estadounidense.

Resulta hist¨®rico tambi¨¦n el que con Clinton por primera vez no se coloca a una mujer en el llamado ticket para atraer un determinado voto, como en elecciones anteriores al nominar a mujeres como candidatas a la vicepresidencia; ella representa un proyecto propio y ella ha ganado la nominaci¨®n tras una dura pugna con un candidato correoso, que no ha abandonado la carrera hasta el ¨²ltimo momento y con un gran tir¨®n entre el electorado de izquierdas: Bernie Sanders.

Ha querido el destino, y los votos de los simpatizantes del Partido Republicano, que su rival en las elecciones de noviembre sea la ant¨ªtesis de los valores y la visi¨®n de EE?UU y el mundo que Clinton representa. La misoginia, la insolidaridad, el aislacionismo y la arrogancia en pol¨ªtica exterior son los principios que no ya defiende, sino de los que presume Donald Trump. Pero hace bien Clinton en no minusvalorar las opciones del multimillonario. La docena larga de rivales republicanos que han quedado por el camino dan testimonio de lo nefasto que es no tomarse a Trump en serio. Porque Clinton ha ganado la candidatura, pero a¨²n le queda la batalla m¨¢s importante: la Casa Blanca.