Si tu hijo no quiere ir a museos, no tires la toalla

Ante un ni?o reticente con la idea de visitar un museo o una exposici¨®n, no hay que tirar la toalla. Se pueden desarrollar muchas estrategias, desde visitar un museo cuya tem¨¢tica le resulte de entrada atractiva a buscar aquellos que permiten interactuar con lo expuesto o aquellos que por sus caracter¨ªsticas espaciales lo conectan con lo fant¨¢stico, un c¨®digo com¨²n en la infancia. Por otra parte, casi todos los museos de arte ofrecen actividades pensadas para los m¨¢s peque?os que son, sin duda, la mejor forma de familiarizarlos con el disfrute est¨¦tico.

En los museos tecnol¨®gicos no es solo que se permita tocar las piezas, sino que es un requisito para llegar a entenderlas. Los museos del juguete son un cl¨¢sico, aunque pueden llegar a ser m¨¢s atractivos para padres y abuelos, y los museos al aire libre dejan espacio para echar a volar la imaginaci¨®n.

El Museo de la Ciencia CosmoCaixa (Barcelona) ha hecho de sus 50 mil metros cuadrados un espacio de diversi¨®n y aprendizaje, tanto en la exposici¨®n permanente y las temporales, como en los talleres. Estos d¨ªas, la instalaci¨®n interactiva SeaDance propone conocer el ecosistema marino con m¨²sica y bailes.

En Espa?a hay varios museos del juguete, pero la mayor concentraci¨®n de f¨¢bricas jugueteras se dio en la Comunidad Valenciana. En Ibi (Alicante) se ubica el Museo Valenciano del Juguete, que exhibe una colecci¨®n estructurada en 6 categor¨ªas (Aviones y Barcos, La Ciudad, Hogar, Trenes, Mundo Natural/Mundo Rural y Velocidad) y cuyo recorrido dura en torno a una hora.

En el municipio coru?¨¦s de A Capela se exhibe una curiosa Colecci¨®n de juguetes africanos, que constituye un canto a reutilizar los objetos. Con restos de maderas, envases de bebidas, retales de tela, los ni?os de distintos pa¨ªses fabricaron en su d¨ªa y para su uso propio, las 200 piezas que componen la colecci¨®n.

No son juguetes , pero est¨¢n asociados en todo el mundo a la cultura infantil. Los t¨ªteres pueden ser elementos esc¨¦nicos, herramientas did¨¢cticas o simples juguetes. En el ToPic, de Tolosa (Guip¨²zcoa) queda bien patente esta visi¨®n poli¨¦drica de un objeto que tiene dimensi¨®n antropol¨®gica y est¨¢ presente en todas las culturas y en todos los tiempos.

No es como hacer una caba?a en el bosque, pero se acerca; los museos que conectan con la naturaleza estimulan en los m¨¢s peque?os la visi¨®n de escenarios fabulosos.

El bosque animado, El bosque pintado o El Bosque de Oma, as¨ª se conoce la obra que el artista Agust¨ªn Ibarrola realiz¨® en un bosque cerca del municipio vizca¨ªno de Kortezubi. Se compone de 47 figuras pintadas sobre troncos de ¨¢rboles, que seg¨²n el punto de vista, componen im¨¢genes conjuntas. La cercan¨ªa con la cueva de Santimami?e que contiene pinturas rupestres confiere al lugar un valor a?adido.

En la localidad madrile?a de San Mart¨ªn de Valdeiglesias se ubica un singular jard¨ªn bot¨¢nico conocido como El bosque encantado, un conjunto de m¨¢s 300 esculturas vivas del llamado arte topiario, una pr¨¢ctica art¨ªstica de la jardiner¨ªa. El recinto re¨²ne obras de destacados artistas europeos que han puesto en verde personajes como Quijote y Sancho y animales de tama?os diversos como un dinosaurio o una peque?a rana.