Furtivos a gran escala con sede en para¨ªsos fiscales
El tr¨¢fico il¨ªcito de bienes y recursos naturales se ha convertido en el cuarto sector criminal m¨¢s importante
La naturaleza siempre ha tenido que soportar la agresi¨®n de los furtivos, que eran implacables pero sol¨ªan actuar a nivel local. Ahora, la actividad furtiva se ha globalizado, est¨¢ dirigida desde pulcras oficinas y sus finanzas siguen la ruta de los para¨ªsos fiscales. Les mueve el mismo ¨¢nimo depredador, pero operan a una escala cada vez mayor, hasta el punto de que el tr¨¢fico il¨ªcito de bienes y recursos naturales se ha convertido en el cuarto sector criminal m¨¢s importante. Un extenso informe hecho conjuntamente por la Agencia de Medio Ambiente de la ONU y la Interpol estima que la criminalidad ambiental mueve hasta 226.000 millones de euros al a?o por detr¨¢s del tr¨¢fico de drogas (334.000), las falsificaciones (288.000) y el tr¨¢fico de personas (157.000 millones).
Lo primero que nos viene a la cabeza al imaginar este tipo de tr¨¢fico es el marfil. Y ciertamente sigue siendo un problema, hasta el punto de que la poblaci¨®n de elefantes ha ca¨ªdo en ?frica de 1,3 millones en 1972 a 473.000 en 2013. Se estima que la caza furtiva abate a unos 30.000 cada a?o y detr¨¢s van los rinocerontes blancos, cuyo cuerno es tambi¨¦n objeto de deseo. Pero no son las ¨²nicas especies amenazadas. El pangol¨ªn, un mam¨ªfero cubierto de grandes escamas que vive en zonas tropicales y se alimenta de hormigas, es ahora uno de los m¨¢s perseguidos por una doble mala suerte: su carne es un manjar y en algunos pa¨ªses asi¨¢ticos se atribuyen propiedades curativas a sus escamas. M¨¢s de un mill¨®n de ejemplares han sido capturados para fabricar f¨¢rmacos ilegales y surtir una creciente demanda en restaurantes de lujo.
La delincuencia ambiental es un negocio cada vez m¨¢s amplio y diversificado que abarca desde la captura ilegal de almejas gigantes o merluza negra, al tr¨¢fico de especies ex¨®ticas, maderas suntuosas y metales preciosos como el oro, y no tan preciosos pero muy escasos, como el colt¨¢n. Hasta los residuos industriales son una lucrativa fuente de negocio, como bien saben en la regi¨®n de N¨¢poles, que ha sufrido las consecuencias del trasiego ilegal de residuos qu¨ªmicos peligrosos por parte de la mafia. En los ¨²ltimos a?os se han interceptado cargamentos de productos con gases que da?an la capa de ozono en lugares tan distantes como Pakist¨¢n, Ghana o Paraguay.
Las mafias de la delincuencia ambiental utilizan entramados de empresas ficticias, normalmente radicadas en para¨ªsos fiscales por lo que es muy dif¨ªcil seguir la pista del dinero. Se aprovechan de la escasa capacidad de control ambiental de muchos de los pa¨ªses en los que operan y como siempre, los recursos destinados a perseguirlas son infinitamente menores que los que ellas destinan a escabullirse. Con todo, hay limitadas pero significativas victorias. Por ejemplo, el plan que Brasil aplica para combatir la deforestaci¨®n ilegal del Amazonas. Cinco a?os y 700 detenidos despu¨¦s, la deforestaci¨®n, que era galopante, se ha reducido en un 76%. Pero una flor, con ser importante, no hace primavera. Puesto que las redes operan a nivel global, hace falta tambi¨¦n una respuesta coordinada a nivel internacional.
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