Senegal planta cara al desierto
El sue?o de 14 pa¨ªses es crear una muralla verde para frenar al S¨¢hara. Senegal ha plantado ya 30.000 ¨¢rboles
¡°Aqu¨ª s¨®lo hab¨ªa viento y arena, no nos quedaba m¨¢s salvaci¨®n que el nomadismo¡±. En el extremo norte de Senegal, la arena de las dunas de Lompoul han pasado de arrebatar los cultivos, casas y salud de la poblaci¨®n de etnia poul a servir de terreno f¨¦rtil para huertos, pozos y hogar seguro para sus 10.000 habitantes. Makthar Ndiaye, coordinador de los proyectos de cooperaci¨®n de la ONG vasca Solidaridad Internacional en el pa¨ªs africano, lo ten¨ªa claro: ¡°Si protegemos las dunas del viento del Oc¨¦ano Atl¨¢ntico, conseguiremos transformar el desierto en un lugar m¨¢s habitable y frenar la desertizaci¨®n¡±. Y as¨ª lo ha conseguido tras siete a?os de trabajo. Con la puesta en marcha de diferentes proyectos ha conseguido plantar 30.000 ¨¢rboles a lo largo de 1.000 hect¨¢reas en las que ha fijado la arena de las dunas, protegido las zonas f¨¦rtiles de cultivo y generado, durante todo el proceso, compostaje para la recuperaci¨®n de la franja m¨¢s seca del pa¨ªs e inicio del desierto del Sahel que atraviesa el continente.
El sue?o de 14 pa¨ªses de construir una Gran Muralla Verde desde Senegal hasta Yibuti a lo largo de 7.500 kil¨®metros sirvi¨® como inspiraci¨®n a Ndiaye para trabajar contra el desierto en una de las zonas m¨¢s vulnerables del pa¨ªs, la regi¨®n de Louga y el departamento de Kebemer. Un proyecto que ha conseguido poner en marcha con el apoyo de la Diputaci¨®n Foral de Bizkaia y la Agencia Vasca de Cooperaci¨®n del Gobierno Vasco. Tras 10 a?os como vendedor ambulante por toda Espa?a, termin¨® su proyecto migratorio en Bilbao donde estudi¨® el M¨¢ster de Cooperaci¨®n del Instituto Hegoa de la UPV/EHU y consigui¨® organizar un viaje con cinco ONG vascas diferentes para que visitaran su localidad de origen. ¡°He pasado de inmigrante a cooperante y de ver c¨®mo todos los hombres de mi pueblo nos ¨ªbamos a ver c¨®mo volvemos ante la llegada del agua, la aparici¨®n de huertos y de la vida¡±.
El nomadismo era la ¨²nica alternativa para muchas personas del extremo norte de Senegal. Gracias al proyecto pueden asentarse en casas de cemento y ladrillo
Tras 17 a?os de aquel primer viaje, Ndiaye siente un especial orgullo del trabajo impulsado en la zona donde arranca el desierto. En siete a?os de trabajo directo, ahora empieza a ver los resultados: ¡°Hemos conseguido fijar las dunas y con ellas a la poblaci¨®n¡±. Y en este plazo ha involucrado a m¨¢s de 200 personas a las que les ha generado de una forma directa o indirecta un puesto de trabajo en el proyecto. A la vez, ha puesto en marcha nuevas iniciativas de cooperaci¨®n para la conservaci¨®n natural, el fortalecimiento de la seguridad alimentaria y el acceso al agua. ¡°Ha sido un proceso muy costoso en el que hemos necesitado un vivero, cursos de agricultura ecol¨®gica, maquinaria b¨¢sica para la generaci¨®n de pozos de regad¨ªo, acceso a semillas y m¨¢s cursos de formaci¨®n¡±, repasa Ndiaye mientras camina orgulloso entre ¨¢rboles por las dunas de Lompoul.
Fijadas las dunas, fijada la poblaci¨®n
Esta revoluci¨®n verde ha pasado por la plantaci¨®n de 30.000 ¨¢rboles frutales que dan continuidad a la hilera de ¨¢rboles que coloc¨® el Gobierno senegal¨¦s en 2008 junto a la costa desde la capital, Dakar, hasta San Luis a lo largo de 130 kil¨®metros. ¡°Desde entonces no se ha invertido m¨¢s¡±. Estos nuevos ¨¢rboles, lejos de su fr¨¢gil apariencia, se han convertido en una s¨®lida barrera del desierto. Mbaye Ka es uno de los n¨®madas que han decidido incorporar el cemento en la construcci¨®n de su casa y fijarse, como las dunas, en un ¨²nico lugar. ¡°Antes eran todas las casas provisionales, necesit¨¢bamos movernos con el ganado para evitar los vientos, la arena y la sequ¨ªa¡±. Junto a la casa de cemento y ladrillo tambi¨¦n destaca la presencia de cada vez mayor n¨²mero de aperos de labranza.
¡°Antes apost¨¢bamos por el ganado y lo poco que cultiv¨¢bamos era mijo. Por la escasez de agua, se nos mor¨ªan los animales poco a poco y apenas consegu¨ªamos subsistir. Muchos so?aban con viajar a Dakar, a Europa y huir de este desierto¡±. Ahora, con nueve hijos, ¨¦l sue?a con dejarles una tierra lo m¨¢s verde posible. El tiempo dedicado al ganado ha ido disminuyendo por las tareas de agricultura en un huerto cada vez m¨¢s grande, cada vez m¨¢s verde d¨®nde le apoyan su mujer y sus hijos.
¡°Mis hijas ya se han podido escolarizar. Con lo que obtenemos del huerto les compramos los libros y pagamos los desplazamientos¡±, a?ade Khady Ka, que lleg¨® al poblado de Beigna Penda rodeado de dunas hace ahora 30 a?os cuando contrajo matrimonio. ¡°Si me dicen al llegar que conseguir¨ªamos tener un huerto con un pozo en esta zona, no me lo creo¡±. Tampoco se lo hubieran cre¨ªdo los padres, ni abuelos de Serignesera Sow, jefe de la comunidad, obligados al nomadismo por la falta de recursos naturales. Ahora apoyado en la pared de ladrillos de su casa espera al d¨ªa de mercado en Jong Yoy para llevar todos los excedentes del huerto. ¡°Ya no me planteo mover a toda la comunidad, aqu¨ª nos quedamos¡±. Su pr¨®ximo reto pasa por construir una escuela para los m¨¢s peque?os.
Muchos n¨®madas del norte de Senegal han comenzado a asentarse gracias a la creaci¨®n de nuevos espacios verdes que frenan la desertificaci¨®n
'Bar?a o Barsakh'
"Barcelona o la muerte". Entre los j¨®venes de Senegal se ha popularizado este juego de palabras: Bar?a o Barsakh. Barcelona (Bar?a) o el m¨¢s all¨¢ (Barsakh), la muerte. Y dejan sus casas para viajar a Europa a cualquier precio. El profesor de castellano y franc¨¦s del colegio p¨²blico de Kebemer, Omar Ben Jata, siente cada marcha como un drama personal. "No podemos perder m¨¢s j¨®venes como pa¨ªs. Cada alumno que marcha me duele porque siento que ninguno es consciente de lo que le espera. Bastar¨ªa con que ganaran confianza en su pa¨ªs para que no marcharan tantos". Por eso, asalta a cualquier occidental que pisa Kebemer para que acuda a sus clases y les hable de lo complicada que es la vida en Espa?a.
¡°Un t¨ªo m¨ªo parti¨® hace 20 a?os, todav¨ªa esperamos una llamada¡±. Del que s¨ª recibieron una fue de su hermano de 16 a?os desde Marruecos a la espera de saltar a Europa. Han pasado ya dos a?os de aquella llamada y todav¨ªa siguen sin tener una nueva. ¡°Mi hermano se escap¨® un d¨ªa de casa rumbo a Europa con la ilusi¨®n de apoyar a mis padres. Esperemos que esa ilusi¨®n no haya acabado con su vida¡±.
Cada a?o Ben Jata pierde a un cuarto de sus alumnos. Todos menores de los 18 a?os. ¡°Se ha producido un cambio de generaci¨®n en todo el proceso migratorio. Antes marchaban padres de familia con el objetivo de ganar dinero con la venta ambulante, ahora son cr¨ªos¡±. Cuando march¨® Makthar Ndiaye eran los a?os ochenta, contaba con experiencia en el Ministerio de Cultura, donde hab¨ªa trabajando apoyando a los artistas del pa¨ªs, y encontr¨® en la migraci¨®n una oportunidad de impulsar su vida. Primero prob¨® suerte en los Estados Unidos, despu¨¦s viaj¨® a Espa?a. ¡°En Am¨¦rica tem¨ª por mi vida cada noche. En Espa?a consegu¨ª pronto un modo de vida en el que pod¨ªa compatibilizar formarme con vender artesan¨ªa¡±. Y as¨ª estuvo 10 a?os.
"Ahora es imposible que los j¨®venes vivan una experiencia parecida: la venta ambulante es complicada, las fronteras est¨¢n blindadas y la sociedad Europea en plena crisis", asegura Ndiaye. Por eso, el joven profesor de franc¨¦s y castellano de Kebemer sufre en cada clase. "Miran con ilusi¨®n cada palabra que aprenden en castellano y temo que les estoy llevando a un viaje en el que muchos perder¨¢n la vida, otros caer¨¢n en manos de mafias y los que alcancen a vivir en Europa deber¨¢n sobrevivir c¨®mo puedan para regresar pobres, sin estudios y avergonzados". Y Ndiaye trabaja a contra reloj para generar oportunidades que conviertan el Bar?a o Barsakh en Senegal o Senegal. "El Gobierno deber¨ªa recuperar el sue?o de la Gran Muralla Verde para hacer de Senegal un lugar con oportunidades donde los j¨®venes so?aran tambi¨¦n con poner en pr¨¢ctica nuevos proyectos en su pa¨ªs, en un pa¨ªs cada vez m¨¢s verde".
Cheikh Lo, de 70 a?os, no vive a los pies de las dunas de Lompoul pero tambi¨¦n se ha beneficiado del proyecto de Solidaridad Internacional al frenarse los efectos negativos del desierto y apoyar en la construcci¨®n de nuevos pozos y dep¨®sitos elevados de agua. ¡°Hemos conseguido que muchas personas retornen de nuevo al pueblo, tanto de Dakar como de Europa¡±. La sola presencia del agua ha transformado el pueblo de Ndiaye Ndiaye. 12 nuevas familias han regresado y ahora Cheikh Lo planta verduras en un gran huerto con pozo propio. Lechuga, tomate, pepinillo, berenjena y una variedad local de pimiento. Una enumeraci¨®n de productos que hace de forma lenta, regode¨¢ndose orgulloso en cada verdura que cultiva. ¡°He visto c¨®mo se vaci¨® el pueblo de familias que hu¨ªan de la pobreza y verles ahora regresar es una satisfacci¨®n¡±.
Fijada la poblaci¨®n, protegidos los cultivos
El apoyo en el abastecimiento del agua y el impulso de una agricultura ecol¨®gica a m¨¢s de cinco pueblos de los nueve que conforma el departamento de Kebemer ha completado la acci¨®n realizada por Ndiaye y Solidaridad Internacional en Lompoul. ¡°Siempre lo tuve claro durante todo el proceso migratorio: me iba a Espa?a a vender artesan¨ªa pero tambi¨¦n para formarme. Y cada uno de estos proyectos evita que m¨¢s gente se tenga que marchar, como tuve que hacerlo yo¡±, reconoce.
Hasta ahora, en muchos rincones eran las mujeres las que se dedicaban ocho horas diarias en dos turnos de cuatro horas cada uno a recoger el agua tanto para el uso dom¨¦stico como para el agr¨ªcola. Una dura forma de vida que desplaz¨® a los hombres a Europa en los a?os ochenta y que ahora a su regreso ha revitalizado las casas, los caminos y el pueblo.
El ¨²ltimo dep¨®sito de agua construido ha sido en Kandalla con un nuevo pozo a 65 metros y una red de distribuci¨®n del agua de cuatro kil¨®metros cuadrados que ha beneficiado a 210 campos de cultivo del que viven 3.000 personas de 95 familias diferentes. ¡°El pozo se construy¨® hace dos a?os y en este tiempo hemos duplicado la producci¨®n, contratando incluso a gente para que nos ayude con las nuevas cosechas. Ya no tenemos problemas con que los ni?os vayan a las escuelas¡±. Con el agua tambi¨¦n ha llegado el tendido el¨¦ctrico.
D¨®nde no ha llegado todav¨ªa la luz, pero s¨ª el agua hace menos de un a?o, es a Palene Fall. Las mujeres han conseguido liberarse de la tarea diaria de ir al pozo. Ahora basta con un simple gesto en sus casas para que salga agua tanto para el uso dom¨¦stico como para el agr¨ªcola. A sus 28 a?os, Awa Ndiaye acaba de descubrir el agua corriente. Tiene cuatro hijos y ha retomado la alfabetizaci¨®n, el deseo de que sus hijos vayan a una escuela. ¡°Antes madrug¨¢bamos para ir a por ella, ahora lo hacemos para ducharnos las primeras¡±. Los mayores del pueblo ya no sue?an con viajar a Europa, sino con una pueblo m¨¢s verde. Entre las familias se han repartido el campo, 900 metros cuadrados para cada familia. ¡°Muchos siguen en Espa?a o Italia se plantean regresar porque saben que con el dinero ahorrado y estas condiciones d¨®nde mejor est¨¢n es en sus casas¡±.
La Gran Muralla Verde ha dejado de ser un sue?o. Ahora cuenta ya con 1.000 nuevas hect¨¢reas verdes, justo en el inicio del Sahel. Y sobre todo, con un gran aliado: Makthar Ndiaye, que un d¨ªa fue inmigrante en Espa?a y ahora es un cooperante senegal¨¦s con la idea fija de plantarle cara al desierto.
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