Ambici¨®n
Sin admitirlo, los cr¨ªticos de Hillary Clinton piensan que las grandes metas son cosa de hombres
Un chiste americano de los a?os noventa: Hillary Clinton va por la carretera junto a Bill en su coche negro de cristales oscuros. Paran a repostar y Hillary reconoce al vendedor de la gasolinera. Lo saluda. Se queda conversando con ¨¦l unos minutos animadamente, como con un viejo amigo. Cuando vuelve al coche, Bill le pregunta:
- ?Qui¨¦n era ¨¦l?
- ?Joe? Fue mi ¨²ltimo novio antes que t¨².
Bill sonr¨ªe indulgente y comenta:
-Tienes suerte. Escogiste al que lleg¨® a presidente.
-Querido -responde Hillary-, si me hubiera casado con Joe, t¨² ser¨ªas vendedor en una gasolinera.
Desde que se acu?¨® ese chiste, Hillary ha sido senadora, secretaria de Estado, candidata en las primarias dem¨®cratas y ahora candidata a las presidenciales. Por su parte, Bill da conferencias, tiene una fundaci¨®n y toca el saxof¨®n. Quiz¨¢ est¨¦ considerando lo de la gasolinera.
Los oponentes de Hillary la llaman "ambiciosa" y la acusan de haber hecho todo para ascender en la pol¨ªtica. Critican que haya tragado y defendido p¨²blicamente a su marido en el caso Monica Lewinsky, que controle el aparato del partido, que se haya comprado una sonrisa de 5.000 d¨®lares...
Lo curioso es que nadie les afee lo mismo a los varones. No se llega a presidente siendo humilde y discreto. No es trabajo para t¨ªmidos. Sin admitirlo, los cr¨ªticos de Hillary piensan que las grandes metas son cosa de hombres.
Ser la primera candidata a la presidencia de Estados Unidos en un mundo as¨ª tiene m¨¦rito. Pelear el puesto contra un mis¨®gino como Trump es una gesta. La ambici¨®n de Hillary simplemente est¨¢ a la altura del reto.
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