Carpetazo
Extrema izquierda y franquistas critican el libro m¨¢s riguroso sobre la matanza de Paracuellos
Toda una vida. Y prolongada. Casi ochenta a?os para darle el carpetazo a una parte de nuestra historia, porque ya puede dormir el sue?o de los justos esta enorme colecci¨®n de historias desdichadas que conocemos con el nombre de Paracuellos.
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El carpetazo se lo ha dado Julius Ruiz, nieto de un exiliado espa?ol nacido en Inglaterra hace poco m¨¢s de cuarenta a?os. Ejerce de profesor y de investigador en la universidad de Edimburgo. Ruiz es hispanista, o sea, que ha conseguido el estatus con el que so?aba Mario Onaind¨ªa unos a?os antes de su muerte: ¡°Yo quiero ser hispanista ingl¨¦s¡±, dec¨ªa con toda su iron¨ªa a quien le preguntaba por sus proyectos de futuro.
Los estudios de Ruiz, que ha publicado en los ¨²ltimos meses el libro Paracuellos, una verdad inc¨®moda (Espasa, 2015) han versado sobre la represi¨®n durante la Guerra Civil, la republicana y la franquista. Y, como es l¨®gico, su espl¨¦ndido y riguroso trabajo ha concitado muchas y devastadoras cr¨ªticas de franquistas y extremistas de izquierdas.
Desde el franquismo todav¨ªa vivo, no solo P¨ªo Moa, sino muchos otros publicistas le han dedicado montones de p¨¢ginas, yo creo que sobre todo de muy mal humor porque ha hecho un trabajo que ellos no han sabido culminar, pese a que ten¨ªan de su parte la gigantesca inquisici¨®n llamada Causa General. Los publicistas franquistas llegaron a elaborar listas de muertos en Paracuellos, tan cuidadosas que algunos todav¨ªa vivos se vieron en ellas. Trataban, con tan siniestro conteo, de conseguir que la cifra superase lo m¨¢s posible la de los muertos en Badajoz, atribuidos con mucha raz¨®n a Juan Yag¨¹e.
Desde el otro lado, algunos historiadores con el marchamo de rigurosos despachaban a Julius Ruiz con un despectivo facha para no tener que discutir con ¨¦l. El l¨ªder indiscutible de esta implacable campa?a ha sido alguien tan importante para la historia contempor¨¢nea espa?ola como otro hispanista ingl¨¦s mucho m¨¢s conocido, Paul Preston, que ha utilizado su enorme prestigio para algo m¨¢s que para polemizar con Ruiz: ha intentado hundirle, bajo toneladas de acusaciones sin fundamento; sobre todo, la socorrida de ser un franquista. En todas partes cuecen habas, y Preston mantiene un confortable estatus de capo en una gran parte de la izquierda universitaria espa?ola. Una izquierda que, apoyada en Preston y otros, se ha cebado con investigadores de primera fila como Fernando del Rey, entre otros, y por supuesto, por las mismas razones de no asumir acr¨ªticamente el diagn¨®stico antifranquista de la historia.
Ya nadie puede argumentar en falso sobre la atrocidad cometida por dirigentes republicanos
El asunto de Paracuellos ha resultado ser un tema crucial para la evoluci¨®n de nuestra investigaci¨®n hist¨®rica. La falta de documentaci¨®n, o la corrupci¨®n de fuentes documentales por la acci¨®n de los aut¨¦nticos ¨Cestos s¨ª¡ª franquistas, hizo que el avance sobre el asunto fuera un infierno, y se quedaba texto tras texto taponado por la obediencia ideol¨®gica de cada uno. Al final, la cuesti¨®n era si se cre¨ªa o no la versi¨®n del PCE que, por supuesto, era la versi¨®n, quisiera ¨¦l o no, de Santiago Carrillo. La aparici¨®n de las actas de una reuni¨®n de la noche del 7 de noviembre de 1936, a la que asistieron Santiago Carrillo, como representante de las JSU, y Amor Nu?o, del Movimiento Libertario, eliminaron las barreras fundamentales para que se supiera la verdad, que siguieron negando los izquierdistas de la universidad espa?ola.
Ruiz nos ha regalado a todos un mont¨®n de tiempo, el que ¨¦l ha consumido en su investigaci¨®n implacable sobre los hechos. Y de las ¡°historias¡± ha construido una historia, fuera de tanta memoria alterada por los deseos de universitarios indolentes o periodistas sin formaci¨®n.
A Ruiz le debemos que hoy podamos decir que Paracuellos fue una atrocidad cometida por dirigentes republicanos, o mejor dicho, que estaban en el bando republicano, que quebrantaron la legalidad del r¨¦gimen que defend¨ªan. Ya nadie puede argumentar en falso sobre aquellos hechos, y nadie podr¨¢ decir que aquello que pusieron en marcha Santiago Carrillo y Amor Nu?o, o sea, el PCE y el Movimiento Libertario, fue para responder a otro asesino: Yag¨¹e.
La participaci¨®n de los asesores sovi¨¦ticos en los hechos queda tambi¨¦n demostrada. No solo porque consideraban que aquello hab¨ªa que hacerlo, sino en la propia literatura de la orden asesina.
Hoy podemos decir que Ruiz nos ha ayudado a dar un carpetazo. Es una buena noticia. Porque la universidad espa?ola es m¨¢s libre ahora, y porque quedan muchas menos cosas por saber.
Jorge M. Reverte es escritor y periodista.
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