A ciegas

Otra vez que me toca columna del d¨ªa despu¨¦s. Escribir a ciegas es complicado, sin tener ni idea de qu¨¦ demonios pas¨® anoche en las generales en Espa?a, que esto parece Resac¨®n en Las Vegas 4, sin Bradley Cooper y con Nigel Farage en el papel del oriental que la liaba parda. A m¨ª, ya saben que me pone lo mismo una salchipapa ¡ªpalabra de sonoridad fascinante donde las haya¡ª que unos l¨ªderes pol¨ªticos tratando de robar votantes al de al lado, pero esto de escribir para el lunes, 48 horas antes, es como tratar de acertar la Primitiva despu¨¦s de habernos llevado el disgusto con el Euromill¨®n.

Mientras escribo estas l¨ªneas tengo reciente el shock del ah¨ª os qued¨¢is de nuestros queridos brit¨¢nicos. Vivo en directo como Cameron anuncia que en octubre, el que venga, que arree. Leo en el m¨®vil, una alerta estupefacta. Hollande les mete prisa en plan marido desairado. Hoy soy incapaz de concentrarme en mis Kardashians, con su guerra de supermodelos tontainas. Estoy perdiendo el foco, me distraigo con el vuelo de una mosca, una Bolsa que se desploma, una prima de riesgo que se dispara. Nada me satisface: ni el primer beso de Terelu, ni los invitados vip del pr¨ªncipe Charles, ni siquiera el viejo Gibraltar espa?ol que ha tardado cero coma en saltar a la palestra en cuanto los british han dicho bye, bye.

Y para colmo de males, cuando ustedes lean esto, en nuestro pa¨ªs estaremos en otro escenario totalmente distinto y yo, en la columna, a por uvas. Aunque, as¨ª, a ciegas, lo peor que podr¨ªa pasar es que despu¨¦s de las elecciones el escenario fuera casi el mismo...