Un pol¨ªtico para Moncloa y para Bruselas
La UE necesita recuperar impulso y animar el crecimiento econ¨®mico, reduciendo la austeridad
La UE tiene ahora 27 pa¨ªses miembros, en lugar de 28, y 443 millones de habitantes en lugar de 508. Y sobre todo tiene una urgente necesidad de cambiar de pol¨ªticas. Necesita recuperar impulso y animar el crecimiento econ¨®mico, reduciendo la austeridad. Necesita recuperar un mensaje comprensible y anunciar unas reformas capaces de atraer a unos europeos cada d¨ªa m¨¢s indignados con lo que sienten como un progresivo alejamiento de la toma real de decisiones, un progresivo ninguneo democr¨¢tico. Todos esos cambios solo son posibles si la mayor¨ªa de los gobiernos que integran el Consejo Europeo est¨¢n convencidos y dispuestos a ello. Uno de esos gobiernos ser¨¢ el que los espa?oles elijan hoy.
No votamos solo la persona que queremos que ocupe la Moncloa sino tambi¨¦n la que acuda a Bruselas en nuestro nombre para discutir todas esas reformas, imprescindibles para asegurar el futuro de la Uni¨®n y del proyecto pol¨ªtico m¨¢s original e importante del mundo. La persona que deber¨¢ aportar ideas, negociar, votar y sumar el peso de Espa?a (46,5 millones de habitantes) al de otros pa¨ªses, bien para lograr una mayor¨ªa cualificada, bien una minor¨ªa de bloqueo. Nunca hemos sabido c¨®mo votaba el presidente de nuestro gobierno en el Consejo Europeo y esa deber¨ªa ser, quiz¨¢s, una de las primeras reivindicaciones democr¨¢ticas cara al futuro: saber qu¨¦ se vota en el Consejo y c¨®mo lo hace cada cual.
Son momentos complicados. El Reino Unido ha votado abandonar la UE y lo ha hecho con el apoyo, fundamentalmente, de personas mayores de 50 a?os y de lo que antes se llamaba clase social trabajadora. No es posible creer que esos 17 millones de personas se muevan exclusivamente por motivos racistas. Seguramente habr¨¢ entre ellos muchos xen¨®fobos (una tendencia hist¨®ricamente muy inglesa), pero aun as¨ª es m¨¢s probable que a la mayor¨ªa no le haya movido el racismo sino el miedo, miedo a un mundo que cambia muy r¨¢pido y sobre el que creen que tienen cada d¨ªa menos control. Un mundo en el que la consideraci¨®n de "trabajador" ya no despierta el respeto ni el orgullo que inspir¨®, por ejemplo, en el Reino Unido durante d¨¦cadas, sino que vuelve a colocar ahora a millones de personas en posici¨®n de enorme debilidad.
En un mundo globalizado y en el que se empieza a dudar del futuro, lo l¨®gico es que la gente quiera tener la sensaci¨®n de que recupera el control y la dignidad ciudadana. Sucede que nada de eso es posible ya dentro de unas simples fronteras nacionales, por mucho que los nacionalistas lo juren y perjuren y por mucho que los xen¨®fobos y la extrema derecha mantengan que quieren su "country back". En este mundo nuevo, los brit¨¢nicos no han recuperado su pa¨ªs, como comprobar¨¢n en unos pocos a?os, sino que est¨¢n perdiendo la oportunidad de ayudar a crear un nuevo marco en el que luchar por esa dignidad y por esos contenidos reales de la democracia.
"La energ¨ªa de los brexiteers, como la de quienes apoyan a Donald Trump nace del fracaso de las ¨¦lites", explica el fil¨®sofo americano Michael Sandel. De su fracaso o su falta de inter¨¦s en afrontar el sentimiento de desempoderamiento de la clase media y antigua clase trabajadora. Del sentimiento de injusticia que abruma a todas esas personas y para el que nadie, salvo los oportunistas y nacionalistas excluyentes, ofrecen una salida f¨¢cil e inmediata. Esa salida no es f¨¢cil ni r¨¢pida, pero si est¨¢ en alg¨²n lado, ser¨¢ en Europa y, en parte, en la capacidad de esas personas a las que enviemos a los Consejos Europeos para encontrar la manera de recuperar el bien com¨²n, una sociedad m¨¢s justa y un sistema democr¨¢tico m¨¢s participativo.
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