Contra los extremos

Por segunda vez en seis meses, los espa?oles est¨¢n convocados a votar. Lo hacen en un momento cr¨ªtico, bajo el mazazo de la contestaci¨®n al proyecto europeo encerrado en la decisi¨®n brit¨¢nica de abandonar la UE, que a?ade m¨¢s urgencia e incertidumbre a la que ya se hab¨ªa acumulado en Espa?a y que exige un esfuerzo mayor de seriedad a todos, en especial a los dirigentes pol¨ªticos.

Una vez perdido el aire inaugural del 20-D, certificado el fin del bipartidismo y constatada la existencia de cuatro partidos principales, esta convocatoria solo tendr¨ªa utilidad si de las urnas saliera una se?al m¨¢s clara sobre las preferencias acerca de los pactos o coaliciones que deber¨ªan conformarse. Lamentablemente, los partidos y sus l¨ªderes han contribuido muy poco a aclarar las ideas. Los debates sobre la regeneraci¨®n del sistema y las reformas que el pa¨ªs necesita llegan inconclusos a la cita con las urnas, tras una campa?a que pasar¨¢ a la historia quiz¨¢ como la peor de la democracia espa?ola por su simpleza y ausencia de contenido. Apenas se ha profundizado en las prioridades sostenidas por cada opci¨®n, ni se han aclarado los pactos necesarios para sacar adelante una f¨®rmula de gobierno que acabe con la provisionalidad y el vac¨ªo de impulso pol¨ªtico.

La campa?a nos deja con la convicci¨®n de que los l¨ªderes no se han movido respecto a los planes que causaron el naufragio de la legislatura anterior. La coalici¨®n Unidos Podemos, que avanza favorecida por la voluntad polarizadora del Partido Popular, aparece esta vez como defensora de una alianza con el PSOE, al que supone en posici¨®n inferior. Mientras, por el lado del PP, nada parece haber cambiado: se mantiene una oferta de gran coalici¨®n tan vac¨ªa de detalles como imposible mientras Rajoy, el s¨ªmbolo de estos a?os de corrupci¨®n, pretenda encabezarla.

La campa?a ha sido una oportunidad perdida para despejar inc¨®gnitas y explicar propuestas

PP y Podemos, m¨¢s o menos sincronizadamente, han creado una polarizaci¨®n que condena a las dem¨¢s fuerzas a ser comparsas y que a la postre garantiza el poder eterno para el PP frente a un radicalismo que no se ajusta a las necesidades de la Espa?a actual. Gran operaci¨®n esta del PP: destruir cualquier opci¨®n de recambio aunque en el camino destruya tambi¨¦n el sistema. Enfrente, Podemos; igualmente empe?ado ¡ªcon la ayuda de sus amigos en los plat¨®s televisivos¡ª en destruir todo signo de moderaci¨®n y reformismo en el PSOE y obligarlo, con la excusa del pretendido Gobierno de izquierdas, a seguirle en su juego seudorevolucionario. Mal har¨ªa el PSOE en caer en esa trampa, de la que no saldr¨ªa jam¨¢s.

A su vez, el PP no ha hecho nada que inspire mayor confianza. Su campa?a ha sido una repetici¨®n de la anterior, sin m¨¢s novedad que la de improvisar argumentos para neutralizar los esc¨¢ndalos que encontraba, algunos ¡ªcomo el de la polic¨ªa patri¨®tica de Interior¡ª una lacra que ha dominado todo este periodo gubernamental del PP. Otro caso sonoro ha sido el de Rita Barber¨¢, protegida por la c¨²pula popular para retrasar todo lo posible el expediente judicial que pesa sobre ella.

La fortaleza de los extremos, representados por el PP y Unidos Podemos, y la debilidad relativa del centro, en el que est¨¢n el PSOE y Ciudadanos, incentivan el maximalismo. La polarizaci¨®n resta posibilidades a quienes, parad¨®jicamente, mejor se adaptan a las posiciones ideol¨®gicas moderadas en las que se sit¨²an la mayor¨ªa de los espa?oles, constri?e las posibilidades de pacto y abre la puerta a un nuevo bloqueo.

Espa?a necesita un Gobierno estable que solucione los problemas de los ciudadanos

Las urnas despejar¨¢n la inc¨®gnita del orden de llegada. Alguien quedar¨¢ en primer lugar, pero no con fuerza bastante como para proclamarse vencedor, salvo una enorme sorpresa. En un sistema parlamentario es in¨²til reivindicar el derecho a gobernar con el solo aval de haber sido el partido m¨¢s votado. Estos comicios no son la segunda vuelta de unas presidenciales, sino que deciden el tama?o de cada una de las minor¨ªas que se sentar¨¢n en el Parlamento, de donde saldr¨¢ el futuro jefe del Ejecutivo. El pr¨®ximo Gobierno no puede basarse en la fragilidad de una minor¨ªa que una a todos en su contra, sino en un pacto de alcance suficiente como para garantizar la estabilidad que falta desde hace tiempo.

Eso es lo que respaldamos enf¨¢ticamente desde estas p¨¢ginas: la gobernabilidad de Espa?a. Ning¨²n l¨ªder debe poner sus intereses personales por encima de ese objetivo. Cualquiera que estorbe en el camino de la formaci¨®n de Gobierno debe apartarse cuanto antes. La situaci¨®n no permite m¨¢s bromas ni ego¨ªsmos. A los espa?oles no les importa la suerte personal de sus dirigentes. La ¨²nica prioridad debe ser la urgente necesidad de un Gobierno con capacidad para gobernar.

Para llegar a una administraci¨®n sensata de los resultados es importante la movilizaci¨®n en las urnas. Despu¨¦s, m¨¢s all¨¢ de lo que depare el recuento, todo depender¨¢ de la habilidad y mesura de los protagonistas. Y de su responsabilidad. Como ya sostuvo este peri¨®dico en diciembre, reiteramos hoy que no se trata de utilizar los resultados como forma de dividir el futuro, sino de votar y decidir con la voluntad de abrir paso a una cultura pol¨ªtica m¨¢s constructiva.