Analg¨¦sicos
La perra sana, m¨¢s contenta que nunca, daba tumbos por la cocina como un cachorro descubriendo el mundo
Esta no es una met¨¢fora, pero podr¨ªa serlo. En un pueblo mi familia y yo decidimos visitar una tienda de antig¨¹edades, m¨¢s por curiosidad que por pasi¨®n. Son¨® dos veces el cencerro amarrado a la puerta cuando entramos los tres en fila india ¡ªmi marido, mi hija y yo¡ª. Entre una avalancha de zapatos usados y una torre de vinilos, acostado bajo una mesa de ¨¦bano Luis XIV con tres patas doradas en forma querubines, descansaba un perro enorme. Respiraba tan lento, tan inm¨®vil, que parec¨ªa una antig¨¹edad m¨¢s. Ten¨ªa la mirada clavada en alg¨²n lugar oscuro y las patas delanteras y traseras extendidas al m¨¢ximo. Tanto en apariencia como en esp¨ªritu, el perro emulaba convincentemente a sus primos salvajes ¡ªesos tigres, osos y leones hechos tapete¡ª.
Pero a pesar del esfuerzo notable del perro por parecer parte de la escenograf¨ªa de ruinas con m¨¢s valor de cambio que de uso, al descubrir al animal vivo entre tanta cosa muerta, nuestra hija fue directo a arrodillarse junto a ¨¦l. Detr¨¢s de la caja, la due?a de la tienda y del perro la alent¨® pero le advirti¨®:
¡°Se llama Molly. No ladra ni muerde, pero tampoco mueve la cola¡±.
En efecto, Molly recib¨ªa el afecto con total estoicismo. Not¨¦ que ten¨ªa una de las patas delanteras rasuradas y me acerqu¨¦ a la due?a para preguntarle en voz baja qu¨¦ le hab¨ªa pasado. Me cont¨® la historia completa a media voz, mientras mi marido estudiaba postales viejas y mi hija segu¨ªa afanada en intercambiar cari?os con el animal. Hasta la semana pasada, durante m¨¢s de diez a?os, hab¨ªa habido en esa tienda dos perras. Pero una se hab¨ªa enfermado hac¨ªa unos meses. La due?a hab¨ªa tenido que administrarle analg¨¦sicos muy fuertes durante sus ¨²ltimos meses de vida. Un d¨ªa, finalmente, despu¨¦s de su ¨²ltima dosis de analg¨¦sicos, muri¨® la perra enferma y la due?a se llev¨® el cad¨¢ver a la veterinaria para incinerarlo. Sali¨® aprisa y se le olvid¨® guardar el bote lleno de analg¨¦sico l¨ªquido. La perra sana, no se sabe bien c¨®mo, lo hab¨ªa encontrado y deglutido completo. Cuando regres¨® de la veterinaria encontr¨® a la perra sana m¨¢s contenta que nunca, dando tumbos por la cocina como un cachorro descubriendo el mundo. Poco despu¨¦s, empez¨® a vomitar. La tuvo que llevar tambi¨¦n al veterinario, donde la salvaron.
La perra hab¨ªa sobrevivido a pesar de sus intentos. Sobrevivi¨® a pesar de s¨ª misma, esa bestia inteligente, que ahora se esforzaba en parecer tapete. No s¨¦ si su due?a pod¨ªa entender la historia que contaba con la misma claridad triste de quien la escuchaba. Las met¨¢foras solo se ven desde lejos y desde afuera. Y esta no es una met¨¢fora de nada.
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