La b¨²squeda de la seguridad
Hay que prescindir de los prejuicios que genera la divisi¨®n en bloques, derecha e la izquierda, irreconciliables. Se necesita un gobierno ya y lo ideal ser¨ªa una gran coalici¨®n entre PP y PSOE, que estar¨ªa avalada por un gran soporte parlamentario
El ¨²nico ganador de las elecciones del pasado domingo ha sido el PP: ha aumentado en votos y esca?os, no de forma apabullante pero suficiente para estar m¨¢s que satisfechos, entre otras razones porque, adem¨¢s, los otros partidos de ¨¢mbito nacional han disminuido sus votos y sus esca?os. En este triunfo, Mariano Rajoy ha tenido un papel destacado.
Alg¨²n d¨ªa habr¨¢ que hablar en serio y de forma objetiva de Rajoy, un l¨ªder pol¨ªtico at¨ªpico y especial pero, indudablemente, como est¨¢ demostrando, un verdadero l¨ªder. Es cierto que no tiene el carisma medi¨¢tico de Felipe Gonz¨¢lez o de Aznar, apenas transmite ideolog¨ªa, es de reacciones lentas, arriesga poco o nada, a veces da la sensaci¨®n de ser un gobernante que no gobierna sino que solo administra. Ahora bien, sibilinamente, sabe convertir estos aparentes defectos en virtudes porque, a su vez, a pesar de ellos, al ser inteligente, astuto y correoso, da a los espa?oles seguridad. Y en estas elecciones, tras el tiempo perdido al no formar Gobierno, en tiempos de m¨¢s que probables turbulencias econ¨®micas aumentadas exponencialmente tras el Brexit, con riesgos internos de populismos izquierdistas y nacionalistas, lo que han buscado muchos ciudadanos es seguridad, evitar riesgos, ir a lo conocido en lugar de lo que a¨²n est¨¢ por conocer. Ha sido, por tanto, un triunfo del PP y, en concreto, del PP de Rajoy, y despreciarlo es un error.
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De los otros partidos nacionales, todos han perdido aunque ninguno ha quedado descalabrado. El PSOE ha salvado los muebles al ganar netamente a Podemos, pero no debe olvidar que ha obtenido su peor resultado a¨²n partiendo de muy abajo. Tiene, pues, que hac¨¦rselo mirar. El resultado de Unidos Podemos es peor de lo que aparenta porque, si descontamos las confluencias nacionalistas, ha disminuido en tres puntos. La estrategia de Iglesias, que ha pasado de Ch¨¢vez a Allende sin parpadear, no ha funcionado como ¨¦l esperaba, as¨ª lo confes¨® en la misma noche electoral. Ciudadanos ha perdido m¨¢s en esca?os que en votos, y no ten¨ªa un papel f¨¢cil. Ahora bien, ante los pactos para formar Gobierno, se ha complicado la vida al empe?arse en vetar a Rajoy como posible presidente. Entrometerse en las decisiones de otro partido no parece serio, ni es un buen precedente democr¨¢tico, m¨¢s todav¨ªa cuando Rivera sostiene, acertadamente, que no es cuesti¨®n de sillones sino de programas. ?Vetar a Rajoy no es hablar de sillones?
En todo caso, si bien los dos grandes y viejos partidos, sobre todo el PP, se han visto reforzados ante los nuevos, el bipartidismo no ha vuelto y el debilitamiento del nuevo sistema cuatripartito ha sido escaso, tal como lo prueba que para formar Gobierno haya que acudir a pactos entre tres de ellos. Lo que quiz¨¢s sucede es que ya no tiene sentido, si alguna vez lo ha tenido, la distinci¨®n entre vieja y nueva pol¨ªtica: hoy todos los partidos son ya viejos. Ahora solo queda aplicarles aquel sabio consejo evang¨¦lico: por sus obras los conocer¨¦is.
El bipartidismo no ha vuelto y el nuevo sistema cuatripartito se ha debilitado levemente
Por otro lado, desde la perspectiva actual se ve con mayor claridad el grave error cometido por el PSOE al pactar la fallida investidura de S¨¢nchez tras las elecciones de diciembre. Antes de nada, no escondamos la realidad: los socialistas nunca quisieron pactar con Podemos y es por esa raz¨®n, quiz¨¢s entre otras, que acordaron un programa com¨²n con C's. Dicho acuerdo les blindaba frente a Podemos ¡ªRivera e Iglesias se autoexclu¨ªan mutuamente¡ª y, a la vez, lanzaban a sus antiguos votantes que les hab¨ªan abandonado por la formaci¨®n morada, as¨ª como a todos sus partidarios, el mensaje de que su deseo era pactar con Podemos, nunca con el PP. Era un planteamiento h¨¢bil y todo fue bien ¡ªya que Iglesias cometi¨® el error de aparentar ser el culpable de no llegar a un pacto¡ª hasta que S¨¢nchez no se atrevi¨® a dar el paso final, es decir, constatar p¨²blicamente que entre ellos y C's no sumaban lo suficiente, abstenerse para posibilitar la presidencia de Rajoy, alegando la necesidad de que Espa?a tuviera Gobierno, y pasar a encabezar la oposici¨®n. Sin ese final, el pacto con C's fue visto como una ocasi¨®n in¨²til. Ahora S¨¢nchez ha pagado su error: de 90 diputados ha pasado a 85 y se encuentra en la misma situaci¨®n.
Porque lo imperdonable ser¨ªa ir a unas terceras elecciones. Ya fue un error ir a unas segundas, pero ahora no se entender¨ªa. Se necesita un Gobierno ya, no puede demorarse su formaci¨®n. Las elecciones han reafirmado que este solo puede estar encabezado por Rajoy y el Brexit brit¨¢nico, con todas sus complejas derivadas, hace completamente indeseable que Espa?a participe en las pr¨®ximas negociaciones europeas encaminadas a resolver esta cuesti¨®n mediante un d¨¦bil Ejecutivo en funciones, dando as¨ª la impresi¨®n de ser un pa¨ªs poco respetable. Ayer Rajoy ofreci¨® acuerdos al PSOE y a C¡¯s. Las ejecutivas de estos dos partidos, reunidas ayer, pusieron serios obst¨¢culos a ello, demostrando su inmadurez, casi su infantilismo. Tales actitudes contribuyen a explicar las razones por las cuales ha ganado el PP y ellos han perdido.
No existe ninguna causa para no encontrar salidas razonables que puedan convenir a todos
Esperemos que se produzca un cambio de actitud. Hay que prescindir, en estos momentos, m¨¢s que nunca, de los prejuicios que genera la divisi¨®n de Espa?a en bloques, la derecha y la izquierda, absolutamente irreconciliables. Eso no sucede en ning¨²n pa¨ªs de Europa cuando los problemas tienen la entidad con la que ahora nos enfrentamos. Lo ideal ser¨ªa una gran coalici¨®n (PP y PSOE), si se quiere a?adiendo a C¡¯s. Tendr¨ªa un gran soporte parlamentario. Pero tambi¨¦n caben, por supuesto, otras soluciones, especialmente abstenciones pactadas con un acuerdo previo sobre los problemas fundamentales y la garant¨ªa de unos plazos para obligarse a presentar cuesti¨®n de confianza. No hay que olvidar, por otra parte, que el PP, adem¨¢s, tiene mayor¨ªa absoluta en el Senado, es decir, la llave para decidir reformas constitucionales. No existe ninguna causa para no encontrar salidas razonables que puedan convenir a todos los partidos, adem¨¢s de al inter¨¦s general, tras lo expresado anteayer en las urnas.
Muchos electores han votado al PP, entre otras cosas, porque les da m¨¢s seguridad que los otros dos partidos. No ser¨ªa inteligente por parte de ¨¦stos que a?adieran m¨¢s motivos para que los espa?oles aumentaran el voto del adversario.
Francesc de Carreras es profesor de Derecho Constitucional.
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