Besos hist¨®ricos
Emilio Calder¨®n evoca en la biograf¨ªa de Vicente Aleixandre su figura como gran prosista y ferviente lector de novela. Y retrata tambi¨¦n la vitalidad jovial, el humor, la curiosidad y, por primera vez, la vida sentimental del Nobel de Literatura
El primer d¨ªa de octubre de 1930, en una carta al pintor Gregorio Prieto, por entonces un amigo muy pr¨®ximo a ¨¦l, Vicente Aleixandre escribi¨® lo siguiente: ¡°Estoy seguro en que llegar¨¢ una d¨¦cada de libertad, de m¨¢xima libertad. Nuestra generaci¨®n no lo ver¨¢ ya. Lo que hoy no est¨¢ m¨¢s que apenas tolerado, y mal, tan mal, ser¨¢ el d¨ªa de ma?ana cosa corriente, formas distintas. El amor lo justificar¨¢ como debe ser, como tiene que ser, porque como se habr¨¢ impuesto habr¨¢ hecho que la comprensi¨®n penetre hasta en las capas hoy m¨¢s absolutamente impermeables. Ser¨¢ una obra de reparaci¨®n que la humanidad se dar¨¢ a s¨ª misma y que hoy s¨®lo se ve en las zonas m¨¢s cultas¡±. La reparaci¨®n amorosa a la que el poeta se refer¨ªa ha ido llegando, en efecto, aunque las d¨¦cadas se hicieron esperar, entre la guerra y la inicua paz de Franco, que algunos hoy querr¨ªan perpetuar.
Otros art¨ªculos del autor
Lo curioso es que, mientras se reconstru¨ªa en su plenitud humana la de otros escritores de su generaci¨®n, la m¨¢s ¨ªntima verdad de la vida de Aleixandre qued¨® en la nebulosa de los sobrentendidos y los breves apuntes ocasionales de alguno de sus amigos, hasta que, por fin, se cuenta con La memoria de un hombre est¨¢ en sus besos, una biograf¨ªa escrita por Emilio Calder¨®n, premiada y publicada por la editorial de Barcelona Stella Maris. Es un libro concienzudo en su investigaci¨®n, equilibrado entre lo biogr¨¢fico y lo literario (aunque, como en casi todas las biograf¨ªas, la infancia y el ¨¢rbol familiar del estudiado produzcan cierta fatiga geneal¨®gica), al que se le puede reprochar una hinchaz¨®n l¨ªrica en momentos puntuales, arrastrado quiz¨¢ su autor por el ¨ªmpetu del verso aleixandrino.
Calder¨®n proporciona datos interesantes sobre la figura paterna, Don Cirilo Aleixandre, ingeniero militar y hombre dado a escribir, con diversos textos publicados de ¨¢lgebra y de geograf¨ªa, as¨ª como un descubierto op¨²sculo de divertido t¨ªtulo, Manual de las obligaciones del soldado, cabo y sargento. La involuntaria comicidad de las nomenclaturas corporativas tambi¨¦n la hallamos en Aleixandre hijo, quien, tras concluir estudios de Derecho e Intendencia Mercantil, desempe?¨® breves trabajos, siendo el ¨²ltimo en la Compa?¨ªa de Caminos de Hierro del Norte de Espa?a. La mala salud prematura y la vocaci¨®n literaria centraron a partir de 1925 la actividad de Vicente, que public¨® su primer libro de poemas en 1928, un a?o despu¨¦s del hist¨®rico homenaje a G¨®ngora celebrado en Sevilla, punto de partida y cu?o de la Generaci¨®n del 27. Aleixandre, nombre fundamental de la misma, no pudo asistir por sus dolencias renales.
Public¨® su primer libro de poemas en 1928, un a?o despu¨¦s del hist¨®rico homenaje a G¨®ngora
La enfermedad, sin embargo, no es lo que define la personalidad del premio Nobel de 1977, por mucho que sus altibajos la jalonaran (d¨¢ndole alguna vez excusa para quitarse pelmas de encima). Una de las virtudes del libro de Calder¨®n, que no trat¨® al poeta, es trasmitir la vitalidad jovial, el humor, la curiosidad y, por primera vez con minuciosidad equilibrada, la vida sentimental del autor, a la que se hab¨ªa hecho alusi¨®n (en los meritorios pero circunspectos recuentos de Leopoldo de Luis, Jos¨¦ Luis Cano y Antonio Colinas) consignando s¨®lo su parte heterosexual y silenciando la indiscutible centralidad homosexual del autor de Espadas como labios.
La biograf¨ªa de Emilio Calder¨®n aspira asimismo a analizar la obra y el contexto, y destacan a ese respecto los incisos sobre Aleixandre como gran prosista y ferviente lector de novela (con su declarada filiaci¨®n galdosiana), la recensi¨®n bien hecha (en el cap¨ªtulo 11) del surrealismo aleixandrino, y el foco sobre su maravillosamente atrevido poema de 1930 El vals, tan celebrado por Luis Cernuda, para quien la enorme impresi¨®n que su lectura caus¨® a Garc¨ªa Lorca pudo hacer que Federico escribiese a continuaci¨®n, en Poeta en Nueva York, su Vals en las ramas y su Peque?o vals vien¨¦s, musicado ¨¦ste de forma memorable, mucho tiempo despu¨¦s, por Leonard Cohen. Tambi¨¦n se presta atenci¨®n a los acontecimientos de nuestro pa¨ªs en los esperanzados, turbios y tr¨¢gicos a?os que van desde 1930 a 1949, cuando Aleixandre es nombrado acad¨¦mico de la Lengua y se rompe con esa valiente elecci¨®n su ostracismo. Y mezclada con la historia en may¨²scula, la peque?a historia de la vida ¨ªntima; desde sus amor¨ªos pintorescos pero substanciales (recordados siempre con afecto por el escritor) con una cupletista de nombre art¨ªstico Carmen de Granada, mujer vivaz y promiscua que le trasmiti¨® una grave infecci¨®n ven¨¦rea, arrastrada toda su vida, hasta la prolongada ¡°amiti¨¦ amoureuse¡± con la profesora alemana Eva Seifert y la breve fijaci¨®n con una enigm¨¢tica ¡°ni?a rubia¡±, de cuya existencia real hay motivos (de orden estrat¨¦gico o prudencial) para dudar.
Carlos Bouso?o fue largo tiempo el ¨²ltimo y seguramente definitivo amor de Aleixandre
En La memoria de un hombre est¨¢ en sus besos (cita de un verso del poeta) se consignan junto a otros enamoramientos masculinos de diversa consistencia las dos grandes pasiones hacia hombres m¨¢s j¨®venes que ¨¦l, trascendentales en la ¡°historia del coraz¨®n¡± de Aleixandre. La primera fue su relaci¨®n con Andr¨¦s Acero, persona atractiva y desdichada, v¨ªctima como tantas de la Guerra Civil y el destierro, y sobre el cual Emilio Calder¨®n ha llevado a cabo una encomiable labor de identificaci¨®n y dataci¨®n, aquilatando y corrigiendo detalles de su final suicida en M¨¦xico, que el propio Aleixandre, separados los dos amantes desde el verano de 1937, no pudo saber con precisi¨®n cuando, en alguna rememoraci¨®n emocionada, lo refer¨ªa. Un episodio dram¨¢tico fue el encuentro de un Acero devastado y empobrecido con el entonces joven profesor Carlos Bouso?o, a quien el primero oy¨® dar en la capital de M¨¦xico, a principios de 1948, una conferencia sobre la poes¨ªa aleixandrina; al acabar, Acero, ignorando tal vez el v¨ªnculo m¨¢s que literario que el conferenciante ten¨ªa con el poeta, le mostr¨® a Bouso?o el ¨²nico bien que hab¨ªa conservado en su duro exilio de militar republicano, un ejemplar encuadernado ex profeso en 1935 de La destrucci¨®n o el amor, en el que su autor, sabedor de que Andr¨¦s viv¨ªa con los padres, se limitaba a firmar, poni¨¦ndole al final, en la escritura estenogr¨¢fica que hab¨ªa estudiado, una cifrada declaraci¨®n amorosa.
Carlos Bouso?o fue largo tiempo el ¨²ltimo y seguramente definitivo amor de Vicente Aleixandre, y el libro de Calder¨®n lo pone de manifiesto (no sin alguna cortapisa) y corrobora con una brev¨ªsima muestra documental que deja un sabor agridulce; los fragmentos de un par de misivas, fechadas precisamente en 1948, presentan a un extraordinario escritor de 50 a?os desbocadamente enamorado del joven Carlos, y expres¨¢ndose con el descaro rayano en la cursiler¨ªa que las cartas de amor, seg¨²n dec¨ªa Pessoa, han de tener. Substancian en cualquier caso lo que antes corr¨ªa como chisme, y confirman que, en n¨²mero por lo visto superior a las 60, esta correspondencia existe, sin sufrir el destino de otras mutilaciones p¨ªas. Lo que quiere decir 200 p¨¢ginas in¨¦ditas de Aleixandre en plena madurez. ?Habr¨¢ que esperar m¨¢s d¨¦cadas para que la reparaci¨®n completa se realice?
Vicente Molina Foix es escritor.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.