Por qu¨¦ Reino Unido perdi¨® la batalla
La hostilidad hacia las ¨¦lites se ha convertido en una fuerza poderosa, no solo en Europa sino tambi¨¦n en EE UU. Para la Uni¨®n Europea es un problema porque, seg¨²n el autor, siempre ser¨¢ vista como una instituci¨®n ligada a la clase dirigente
Los partidarios de quedarse padecieron cinco inconvenientes: los mensajeros, el mensaje, las migraciones, los medios y la maquinaria de la campa?a.
La campa?a de marcharse la dirigieron los mejores vendedores. Michael Gove y Boris Johnson fueron unos mensajeros elocuentes y persuasivos. Los sondeos demostraron de forma sistem¨¢tica que eran m¨¢s fiables a prop¨®sito de la UE que los principales l¨ªderes de quedarse, David Cameron y George Osborne, su canciller.
Pese a haber ganado unas elecciones generales un a?o antes, la credibilidad de Cameron estaba erosionada por los contradictorios mensajes que estuvo lanzando, durante y despu¨¦s de su renegociaci¨®n. Lo que signific¨® que sus desesperadas advertencias sobre las consecuencias del Brexit parecieron poco convincentes a sus votantes. Tambi¨¦n se vio perjudicado por su manejo del esc¨¢ndalo de los papeles de Panam¨¢, como anteriormente lo hab¨ªa sido el canciller por su desastroso presupuesto.
Tampoco son¨® convincente la tard¨ªa y tibia conversi¨®n a quedarse del laborista Jeremy Corbyn, tras su inveterada oposici¨®n a la Uni¨®n Europea. En muchos de sus discursos hab¨ªa tanta cr¨ªtica a la UE como elogio. No era precisamente el apasionado defensor que necesitaba la campa?a de quedarse para los tradicionales votantes laboristas del norte y los Midlands.
Otro art¨ªculo del autor
Algunos de los m¨¢s elocuentes portavoces de quedarse resultaron ser pol¨ªticos regionales, como Nicola Sturgeon, la primera ministra escocesa; Ruth Davidson, la l¨ªder conservadora de Escocia, y Sadiq Khan, el flamante alcalde de Londres. Pero ning¨²n l¨ªder de quedarse igual¨® el poder de convocatoria o el carisma de Johnson.
Quedarse tambi¨¦n tuvo problemas con el mensaje. Su tarea era intr¨ªnsecamente m¨¢s dif¨ªcil que la de marcharse: los argumentos para permanecer en la Uni¨®n Europea son complicados, num¨¦ricos, dif¨ªciles de explicar y a menudo aburridos, mientras que los argumentos para abandonarla son sencillos y emotivos. Quedarse se centr¨® en gran medida en la econom¨ªa, y fue bueno que lo hiciera, ya que en sus sondeos se ve¨ªa que los votantes estaban preocupados por las consecuencias econ¨®micas del Brexit.
Lamentablemente, sin embargo, los ministros y los portavoces se pasaron de la raya en su manera de presentar los datos econ¨®micos sobre el Brexit. Adem¨¢s, su mensaje fue casi exclusivamente negativo.
Los medios euroesc¨¦pticos lanzaron alarmantes historias sobre migrantes y refugiados
Un mes antes del refer¨¦ndum, marcharse, que estaba perdiendo la argumentaci¨®n econ¨®mica, empez¨® a centrarse en la inmigraci¨®n. La agresividad de sus mensajes no fue contrarrestada por los confiados argumentos de la otra parte. Cameron luchaba en entrevistas y debates televisados, ya que su insensato manifiesto promet¨ªa situar la migraci¨®n por debajo de 100.000 personas al a?o (la inmigraci¨®n neta en 2015 fue de 335.000), algo que no podr¨ªa cumplirse incluso si en la UE cesara toda migraci¨®n.
Los pol¨ªticos laboristas y escoceses cantaron las bondades de la inmigraci¨®n, pero el mensaje laborista qued¨® debilitado por discrepancias en su liderazgo: Corbyn, Gordon Brown e Hilary Benn no quer¨ªan controles en la migraci¨®n legal de la UE, mientras que Yvette Cooper, Ed Balls y Tom Watson dijeron que las normas de la UE sobre la libre circulaci¨®n deb¨ªan ser revisadas. As¨ª que el asunto se convirti¨® en ¡°disensi¨®n laborista sobre la migraci¨®n¡± en lugar de ¡°el laborismo respalda a la UE¡±.
La cobertura de los medios fue un problema adicional. Antes y durante la campa?a, los peri¨®dicos euroesc¨¦pticos difundieron el potente mensaje de que los migrantes de la UE eran un gran problema para Reino Unido. Ocuparon portada tras portada con alarmantes historias sobre c¨®mo migrantes y refugiados estaban intentado llegar al pa¨ªs, a menudo entremezclando a ambos grupos. Muchos de esos art¨ªculos eran objetivamente incorrectos. La prensa escrita hizo un gran trabajo al reforzar el mensaje de marcharse diciendo que miles de extranjeros ¡ªya fueran sirios, terroristas, turcos, demandantes de asilo o rumanos¡ª estaban resueltos a entrar en el pa¨ªs.
La actuaci¨®n de la BBC durante la campa?a del refer¨¦ndum fue lamentable. Naturalmente, hizo lo correcto al conceder protagonismo y tiempo a las dos partes por igual. Pero no cumpli¨® con su obligaci¨®n legal de informar y educar. A menudo, cuando veteranos periodistas entrevistaban a partidarios de marcharse que dec¨ªan mentiras, esos comentarios no fueron cuestionados. Ello se debi¨® en parte a una general carencia de conocimientos sobre la UE por parte de muchos y conocidos presentadores y entrevistadores de la BBC. Tampoco ayud¨® mucho que, como instituci¨®n, la BBC estaba aterrada de que se pudiera pensar que estaba a favor de la UE. Hizo lo imposible por no conducirse de un modo que pudiera interpretarse en tal sentido.
La BBC hizo lo imposible para que no pudiera interpretarse que es una televisi¨®n proeuropea
Finalmente, hubo un problema con las campa?as. La que abogaba por marcharse fue dirigida por dos activistas pol¨ªticos sumamente experimentados, Dominic Cummings y Matthew Elliott, responsables de la exitosa campa?a no al voto alternativo en el refer¨¦ndum de hace cinco a?os sobre el sistema electoral. Condujeron una campa?a concentrada pero implacable, diciendo e imprimiendo a sabiendas cosas que no eran ciertas: mitos tales como el pago de 350 millones de libras semanales de Reino Unido a Bruselas, o el inminente acceso de Turqu¨ªa a la UE. Abusaron del hecho de que en la publicidad pol¨ªtica, a diferencia de la comercial, no hay sanciones por falsedad.
Mientras tanto, la campa?a Gran Breta?a fuerte en Europa tuvo un director, lord Rose, cuyas primeras intervenciones fueron tan embarazosas que despu¨¦s se le mantuvo fuera de antena. En su equipo hab¨ªa gente digna que hizo un trabajo excelente en las redes sociales. Pero era una lucha por rebatir la propaganda puesta en circulaci¨®n por sus oponentes.
En ¨²ltima instancia, los de marcharse consiguieron que la campa?a se viera como una batalla de la gente contra las ¨¦lites. De alg¨²n modo, a nadie pareci¨® importarle que Johnson se educ¨® en Eton y en Oxford, Gove en Oxford y Farage en Dulwich College. Los de quedarse probablemente no tuvieron otra opci¨®n que citar a los muchos expertos que dijeron que Reino Unido estar¨ªa mejor dentro. Sin embargo, cada vez que lo hac¨ªan, se reforzaba el argumento de los partidarios de marcharse sobre su condescendencia con la gente corriente.
La hostilidad hacia las ¨¦lites se ha convertido en una fuerza poderosa no solo en Europa sino tambi¨¦n en EE?UU. Ello representa un problema a largo plazo para la Uni¨®n Europea, ya que, sean cuales sean sus fortalezas y sus debilidades, la Uni¨®n siempre ser¨¢ vista como una instituci¨®n ¨ªntimamente ligada a la clase dirigente. Recientemente, me dijeron en Holanda que nunca habr¨¢ un nuevo tratado europeo, porque, independientemente de su contenido, la gente rechazar¨ªa ese tratado en un refer¨¦ndum. A menos que encuentre un modo de revitalizar esa anticuada idea de democracia representativa, puede que la UE no tenga mucho futuro.
Charles Grant es director del Centro para la Reforma Europea.
Traducci¨®n de Juan Ram¨®n Azaola.
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