Vuelve el verano
Ana Obreg¨®n ha decidido evitar la saturaci¨®n de playas y aeropuertos en un pa¨ªs que espera 70 millones de turistas este a?o
?Lo ha vuelto a hacer! Ana Obreg¨®n, con su posado del verano: por un instante, tan diminuto como un bikini, ha hecho olvidar esta ola de noticias dif¨ªciles: atentados, el maldito gol de Italia a nuestra selecci¨®n, el Brexit y el beso de Mariano Rajoy a Viri. Porque Obreg¨®n existe, su aparici¨®n como vigilante de la playa castellana del parque de atracciones Warner casi nos devuelve a aquellos felices a?os en los que nuestra m¨¢xima preocupaci¨®n era si el verano vendr¨ªa acompa?ado de noches locas o rom¨¢nticas.
Es que, adem¨¢s, ha coincidido con un momento en el que otros famosos, que ella recib¨ªa en su programa?Qu¨¦ apostamos?, llegan a Saint Tropez. Cher, por ejemplo, que es una fuente de inspiraci¨®n para Obreg¨®n, ha salido al paso de todos esos viles rumores sobre su estado de salud apareciendo sobrevestida en este destino playero. Y a ella le han seguido Michael Douglas y Catherine Zeta-Jones, tambi¨¦n convaleciente. Ana, que es bi¨®loga y superlista, pasa de Saint Tropez y prefiere quedarse en el parque Warner de San Mart¨ªn De la Vega. Donde hay muchas m¨¢s atracciones que en la Costa azul y donde evitas esos sol y sal tan da?inos, que todo lo envejecen: cabello, manos, hombros y carreras.
Adem¨¢s, como los Reyes van poco a Mallorca, donde Ana rivalizaba con Norma Duval en posados de verano, cuando cre¨ªamos que ¨¦ramos ricos y los duques iban y ven¨ªan, pues ella, Obreg¨®n, ha decidido hacer lo mismo que Letizia: evitar la saturaci¨®n en playas y aeropuertos en un pa¨ªs que espera la llegada de 70 millones de turistas este a?o. Pueden ser m¨¢s, si contamos con la familia Obama, con faldas y keratinas al viento. Por eso, Obreg¨®n propone la alternativa del veraneo interior y familiar. Adem¨¢s, se anuncia como vigilante y suegra maravillosa en un momento en el que Maril¨® Montero se presenta como ¡°un pedazo de madre y una suegra genial¡±. Maril¨® ha aprendido mucho de Ana, sin reconocerlo del todo, y se siente muy millennial adjetivando con cierta crudeza. ¡°Pedazo¡±, imaginamos que refiri¨¦ndose a un trozo o cacho, no a un gas. Lo importante es que ambas presentadoras saben aprovechar el tir¨®n que una suegra tiene en el verano, la estaci¨®n por excelencia de la convivencia con la madre pol¨ªtica.
En otras aguas, un capit¨¢n de barco de apariencia correcta y madurado al sol nos recibi¨® a mi amiga Carolina y a un grupo de invitados en la sofisticada marina de Cocoplum, al sur de Miami. Iba a ser un maravilloso paseo en su barco en un d¨ªa no demasiado caliente y con regatas delante de la l¨ªnea de rascacielos de Brickell y Key Biscayne. Invit¨¦ a un amigo espa?ol, exiliado econ¨®mico, para que la jornada electoral le resultase m¨¢s leve. Pero el capit¨¢n, norteamericano y de 55 a?os, empez¨® a reaccionar de una manera extra?a a medida que confirmaba que ¨¦ramos latinoamericanos y no habl¨¢bamos en ingl¨¦s. Y que, como buenos latinos en Estados Unidos, a veces no entendemos que en sitios como los barcos el trabajo en equipo es esencial. Esto fue lo primero que nos critic¨® el patr¨®n, luego la radio no funcion¨® unos minutos y el ancla se neg¨® a bajar cuando era m¨¢s necesario. El viento eriz¨® el agua cuando el lobo de mar estall¨® y empez¨® a decirnos, en ingl¨¦s, que ¨¦ramos unos vagos, que no sab¨ªamos nada de barcos, que nos devolv¨ªa al muelle inmediatamente porque no pod¨ªa hacerse responsable de una embarcaci¨®n como la nuestra. Todos le respondimos en ingl¨¦s que unidos pod¨ªamos intentar algo por salvar ese maravilloso d¨ªa, y entonces el hombre enlaz¨® una diatriba con otra: ¡°Malditos extranjeros, deber¨ªais regresaros a vuestros pa¨ªses y dejar Estados Unidos. Sois una tropa de maricones. Ojal¨¢ cambiemos de presidente y podamos limpiar Am¨¦rica de escoria como vosotros¡±. No nos miramos estupefactos, sino que le respondimos a la primera. ¡°Nos est¨¢ insultando¡±. ¡°Maricones de mierda, es lo que sois, latinos, basura¡±, insisti¨® demoniz¨¢ndonos muy radicalizado y, por supuesto, los millennials presentes sacaron sus m¨®viles y empezaron a filmarlo, lo que sirvi¨® de prueba al llegar a tierra.
Por un momento me qued¨¦ pensando que lo que estaba sucediendo era un chapuz¨®n, un aut¨¦ntico reality check, una constataci¨®n de que existen norteamericanos que piensan as¨ª de nosotros, los latinos, los gais y los due?os de embarcaciones de recreo que no son norteamericanos. Carolina, h¨¢bilmente, llam¨® a la gerencia de la marina para denunciar la situaci¨®n pero qued¨® considerablemente afectada, como magn¨ªfica anfitriona que es, ¡°por haberos hecho vivir algo as¨ª¡±. ¡°Pero veamos el lado bueno de las cosas: a partir de ma?ana empiezo a organizar una cena para recaudar fondos y apoyar a Hillary¡±.
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