Rastros perdidos
No es f¨¢cil hallar gal¨¢pagos en Galapagar, y apenas quedan acebos en La Acebeda ni abejas productivas en Colmenar
Algunos nombres de nuestras calles y nuestros pueblos evocan el lugar que fueron y que ya no son.
Hoy no tendremos f¨¢cil hallar gal¨¢pagos en Galapagar (salvo los de su escudo), apenas quedan acebos en La Acebeda y se redujeron a rastro perdido aquellas productivas abejas de Colmenar gobernadas por un viejo apicultor. A Santa Mar¨ªa de la Alameda le dan sombra el alerce, el rodeno, el acebo, el aliso, el avellano, el casta?o, la encina, el quejigo, el rebollo, la sabina, el tejo..., pero el visitante no encontrar¨¢ los ¨¢lamos de su nombre.
Sin embargo, cada uno de esos top¨®nimos nos ayuda a imaginar los entornos en que sus habitantes vivieron durante siglos.
Del mismo modo, algunas calles recuerdan todav¨ªa la circunstancia que sirvi¨® para darles apellido: la calle de las Pescader¨ªas, la calle de la Palma, la calle del Barquillo (en el caso de Madrid, esa denominaci¨®n se atribuye a un barco peque?o que navegaba en un estanque situado en la parte alta de la v¨ªa), la calle de la Hiedra, la calle del Bronce, la calle de los Mercaderes, la calle de los Cedaceros (los que vend¨ªan cedazos), la calle de las Carretas¡
Pero este grato efecto evocador necesita, para no perder gran parte de su eficacia, que las denominaciones incluyan la preposici¨®n y el art¨ªculo (¡°de los¡±, ¡°de las¡±, ¡°del¡±¡). Y eso tambi¨¦n se va perdiendo, en los callejeros de Espa?a, en las placas de las esquinas y en el hablar de la gente. As¨ª, la calle de las Huertas pasa a llamarse ¡°la calle Huertas¡±; la calle del Ferrocarril se queda en ¡°calle Ferrocarril¡±, la calle de los Herreros se reduce a ¡°calle Herreros¡±¡ Los ecos de otra ¨¦poca se diluyen, desaparecen como los gal¨¢pagos y los ¨¢lamos.
Esa p¨¦rdida de las part¨ªculas intermedias que representan un genitivo no se ha verificado todav¨ªa en los nombres de plazas, de paseos o de avenidas: Decimos ¡°plaza de la Cebada¡±, ¡°avenida de los Almendros¡±, ¡°paseo de las Acacias¡±¡ De no haberse tratado de esas categor¨ªas viales, sino de calles, estar¨ªamos enunciando ¡°calle Cebada", ¡°calle Almendros¡± o ¡°calle Acacias¡±.
Imagino la sugerente ¡°calle del Arroyo del Charco del Pescador¡± (en el barrio de Sanchinarro, de Madrid) reducida dentro de algunos decenios a ¡°calle Pescador¡±.
Nada grave, sin duda. S¨®lo un desvanecimiento del recuerdo, que alg¨²n d¨ªa nos llevar¨¢ a creer que la ¡°calle Ca?izares¡± (¡°calle de los Ca?izares¡±) se llam¨® as¨ª en honor de un pol¨¦mico cardenal o que la ¡°calle Torres¡± (antes ¡°calle de las Torres¡±) pretend¨ªa homenajear a un futbolista.
Cuando ese proceso se consolide en el callejero, a¨²n nos quedar¨¢n top¨®nimos como Olmeda de las Fuentes, Figueres (higueras), Perales de Taju?a, Fresneda¡ Tal vez memoria lejana de c¨®mo hemos transformado los lugares que habitamos.
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