La coalici¨®n m¨¢s necesaria
Pudieron hacerlo tras el 20-D; ahora deben formar Gobierno PSOE, Podemos y Ciudadanos
A menudo se confunde la raz¨®n de Estado con la estabilidad del Gobierno de turno, por ejemplo cuando se les reclama al PSOE y a Ciudadanos que dejen gobernar a Rajoy. Pero como hemos comprobado entre 2011 y 2015, un Gobierno con mayor¨ªa absoluta nos ha abocado a la mayor inestabilidad desde el 23-F. Su intransigencia con los diversos, la desigualdad agravada con sus pol¨ªticas y el desfalco generalizado por todas las Administraciones que domina han exacerbado el independentismo, cercenado libertades y derechos civiles y generalizado la desconfianza en las instituciones. Quienes dejen que siga gobernando quien tantos desbarajustes ha provocado asumir¨¢n, por activa o por pasiva, la complicidad en la m¨¢s que probable reincidencia del PP en su perniciosa gesti¨®n p¨²blica.
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Adocenar el debate pol¨ªtico con pedestres falacias, como la que cacarea que es m¨¢s democr¨¢tico el Gobierno de la lista m¨¢s votada que el de quienes sean capaces de dialogar y coaligarse conjugando muchos m¨¢s esca?os, es impropio de una democracia avanzada. Ya hemos tenido bastante mediocridad con esta larga y desenfocada campa?a electoral que ha ocupado la m¨¢s corta legislatura de la democracia. Mientras las encuestas arrojaban el m¨¢s inquietante de los datos, otra mayor¨ªa del PP, los dem¨¢s partidos se enfrascaban en disputarse del segundo al cuarto puesto; con lo que adem¨¢s de implementar la tendencia ganadora del PP le facilitaron su estrategia: desligar corrupci¨®n y gesti¨®n de gobierno (corruptos pero eficaces). Ahora, por higiene democr¨¢tica habr¨¢ que emplearse a fondo para que no puedan esgrimirse los votos obtenidos como redentores de las fechor¨ªas cometidas.
Perderse en la inacabable y tupida mara?a de casos ser¨ªa hasta contraproducente para abordar como corresponde la corrupci¨®n institucionalizada: la cuesti¨®n de Estado que m¨¢s atenaza el desarrollo democr¨¢tico, social y econ¨®mico de Espa?a. Tal vez la herencia m¨¢s nefasta del franquismo sea la de creer que quien se apropia del poder, antes por la fuerza y ahora por las urnas, obtiene carta de naturaleza para lucrarse y privilegiar a sus allegados. Hay evidencia reiterada de la difusa comprensi¨®n que tiene la derecha espa?ola del principio medular de la separaci¨®n de poderes en un Estado de Derecho. No tienen reparos en bloquear las m¨¢s altas instancias del poder judicial cuando est¨¢n en la oposici¨®n; menos a¨²n se contienen estando en el Gobierno para utilizar marrulleramente contra los adversarios pol¨ªticos a la Agencia Tributaria, a la fiscal¨ªa, a determinados polic¨ªas y al Ministerio del Interior.
Quienes dejen que siga gobernando quien tantos desbarajustes ha provocado asumir¨¢n la complicidad en la m¨¢s que probable reincidencia del PP en su perniciosa gesti¨®n p¨²blica
Tampoco es cierto que la gesti¨®n econ¨®mica haya sido eficiente. El crecimiento tiene vectores externos como son la ca¨ªda del precio del petr¨®leo, la mayor afluencia tur¨ªstica por la tragedia terrorista que sufren otros destinos competidores o la expansi¨®n monetaria del BCE que est¨¢ llegando a su colapso. Los ingredientes internos son tan inestables como los pretextos de empleo que se est¨¢n creando sin mejoras de la productividad o como el alza del gasto por electoralismo rampante y en abierta contradicci¨®n con la ideolog¨ªa fundamentalista sobre el d¨¦ficit que se predica.
Dejar que sigan gobernando es dejarles tambi¨¦n que pal¨ªen el incumplimiento de los objetivos de d¨¦ficit con los nuevos recortes que Rajoy comprometi¨® por carta ante el presidente del Consejo de la UE. Bastar¨ªa con reparar en que la pobreza infantil roza el 35% para que se impidan m¨¢s atentados contra la justicia social.
Pudieron haberlo hecho tras el 20D; ahora pueden y deben formar un Gobierno entre PSOE, Podemos y Ciudadanos. El rapapolvo electoral que los tres se han llevado el 26J les obliga a restarse pretensiones particulares para sumar voluntades de regeneraci¨®n; de recomponer la convivencia plurinacional en Espa?a avanzando hacia la reforma federal del Estado; de actuar urgentemente contra el calamitoso panorama social. No es pedir demasiado que hagan pol¨ªtica trascendiendo los confines de sus respectivos intereses de partido; seguramente cosechar¨¢n despu¨¦s los r¨¦ditos de haber ennoblecido la pol¨ªtica.
A la vista de las inercias imperantes es probable que cada mochuelo opte por quedarse en su olivo cavilando su porvenir. En tal caso deben saber que asumen la responsabilidad de a?adir la frustraci¨®n pol¨ªtica a la profesional y social con la que ya cargan dos generaciones, a las que tras pedirles grandes esfuerzos para que se formasen, terminamos ofreci¨¦ndoles precariedad laboral o emigrar. Y acumulando frustraciones puede desencadenarse la rabia.
Antonio Guti¨¦rrez Vegara fue secretario general de CC OO (1987-2000).
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