Las manos invisibles de la alta costura

A las discretas costureras que operan en la retaguardia de los ateliers de las grandes marcas los franceses las llaman petites mains. Sus min¨²sculas falanges logran convertir en realidad todo lo que surge de la retorcida imaginaci¨®n de los modistos. Su trabajo es invisible, pero tambi¨¦n fundamental. ¡°Sin ellas, la alta costura no existir¨ªa¡±, ha reconocido este martes Karl Lagerfeld. El dise?ador de Chanel quiso rendir un sentido homenaje a las costureras que integran los cuatro talleres que le acompa?an desde su llegada al frente de la marca francesa en 1983: dos dedicados a la sastrer¨ªa (los llamados tailleur) y otros dos a la confecci¨®n de los vestidos (que reciben el nombre de flou). Algunas de esas 70 mujeres llevan m¨¢s de 25 a?os trabajando para Chanel. ¡°Con Karl [Lagerfeld] estamos a gusto, por eso la mayor¨ªa no se marcha. Es un orgullo que hoy se nos preste atenci¨®n¡±, dec¨ªan dos de ellas al un¨ªsono, sin querer salir de un anonimato en el que dicen encontrarse a gusto.

Durante la presentaci¨®n de la colecci¨®n de alta costura para la temporada de oto?o-invierno, esas mujeres salieron de la sombra y se pusieron a trabajar ante el destello de los flashes, en un impresionante decorado erigido dentro del Grand Palais de Par¨ªs, que reproduc¨ªa los contornos del aut¨¦ntico taller, situado en la vecina rue Cambon. Mientras los invitados tomaban asiento, zurcidoras y planchadoras sacaban sus cintas y alfileres y se pon¨ªan a estudiar sus patrones, sobre un fondo empapelado con esbozos firmados por Lagerfeld. ¡°No son actrices, ?son costureras de verdad!¡±, se admiraba Will Smith, sentado junto a la tambi¨¦n int¨¦rprete Jessica Chastain en el concurrido pase matinal.

M¨¢s tarde, en el desfile del mediod¨ªa, se les sumaron algunas de las mujeres que encarnan la imagen de Chanel, como Caroline de Maigret, Vanessa Paradis o In¨¨s de la Fressange. ¡°Karl es el primero en reconocer que sus ideas y su talento no ser¨ªan nada sin estas mujeres capaces de interpretar y ejecutar cosas que, muchas veces, son pr¨¢cticamente imposibles. Lo que logran hacer es la definici¨®n perfecta de la alta costura¡±, explicaba De la Fressange, para quien ese taller ¡°no ha cambiado en nada desde los a?os cuarenta¡±. Por su parte, Paradis recordaba tras el desfile su primera visita al atelier de Chanel: ¡°A todas las horas del d¨ªa, uno se encuentra con mujeres trabajando, manos a la obra, preparando la nueva sorpresa de la maison. En el fondo, estas mujeres se parecen a Karl Lagerfeld. Hoy estar¨¢n llenas de emoci¨®n y de orgullo¡±.

Sobre ese escenario, Lagerfeld present¨® una colecci¨®n que parti¨® de propuestas relativamente llevables para irse sofisticando a medida que avanzaba hacia el final. El m¨ªtico traje de tweed, fetiche de la marca y emblema de la mujer preliberada de los cuarenta, estructur¨® la nueva propuesta del dise?ador. Como ya sucedi¨® en su ¨²ltima colecci¨®n de?pr¨ºt-a-porter, el dise?ador sigue reinventando esa pieza maestra. Esta vez la ha sometido a siluetas ligeramente novedosas, que delimitan chaquetas trapezoidales, pantalones en trompeta y faldas en forma de calabaza. Las hombreras tienen geometr¨ªas impropias, como ¨¢ngulos rectos o en ochava, remitiendo a la forma hexagonal de la propia pasarela.

Entre los accesorios, sobresalen largos mitones hasta el codo y aterciopeladas cuissardes, esas botas que alcanzan el ecuador del muslo. Los tonos son apagados e invernales: negros degradados hasta alcanzar el gris, a?iles desgastados y verdes en oliva oscuro, adem¨¢s de alguna coloraci¨®n m¨¢s oto?al, como el marr¨®n, el naranja o el beige. La ¨²nica excepci¨®n fue un traje de novia con pantalones y en un rosa intenso, que luci¨® la top model Edie Campbell. Justo despu¨¦s, Lagerfeld se fue a buscar a sus cuatro jefas de atelier y las tom¨® del brazo en direcci¨®n a un triunfal pase¨ªllo final.

Romanticismo y sensualidad

Por su parte, Giambattista Valli present¨® en la tarde del lunes su nueva colecci¨®n en otra de las alas del Grand Palais. Inspirada en el universo de la pel¨ªcula El arca rusa, de Aleksandr Sokurov, estuvo marcada por la suntuosidad y extravagancia de minivestidos flotantes y voluminosos. El dise?ador italiano es partidario de un romanticismo algo vetusto, pero no re?ido con un pronunciad¨ªsimo erotismo. Algunos modelos remiten a zarinas decimon¨®nicas y princesas de civilizaciones lejanas. Otros, a las hero¨ªnas de sensualidad malsana de Elia Kazan (ah¨ª estaban ciertas siluetas baby doll para demostrarlo). Los pasteles en rosa y azul se declinan en tejidos ligeros y vaporosos como el raso, la gasa, el tul y la organza. Algunas veces, con incrustaciones de piedras y cristales. Otras, en vestidos con mangas en globo y aspecto de milhojas y merengues.