¡®Pok¨¦mon Go¡¯ y los peligros aumentados
El videojuego inmersivo aprovecha las tecnolog¨ªas que rigen la realidad aumentada y la geolocalizaci¨®n
No goza de premios rutilantes como los Oscar ni de festivales con el glamour de Cannes, pero la industria del videojuego ha adquirido tal importancia que ya duplica a la del cine si se utiliza la facturaci¨®n como vara de medir. Sus vitrinas lucen, adem¨¢s, la obra narrativa m¨¢s cara de la historia: Destiny,un melodrama espacial cuya producci¨®n cost¨® la friolera de 380 millones de euros. Un pellizco de tan fabuloso presupuesto fue al bolsillo del exbeatle Paul McCartney, autor del tema musical de cabecera.
El sector ha vivido tiempos felices de la mano de personajes tan populares como Super Mario Bros y de juegos tan adictivos como Candy Crush, que ha enganchado a millones de personas, algo de lo que puede dar fe Celia Villalobos, pillada in fraganti enfrascada en una partidita mientras ejerc¨ªa las funciones de presidenta del Congreso.
Si en un principio estaban encasillados en las consolas, los juegos electr¨®nicos han dado el salto multimedia. Se han convertido en series de televisi¨®n, pel¨ªculas, juguetes y una variopinta gama de productos de mercadotecnia y, al tiempo, se han instalado en otros dispositivos sin perder su poder adictivo. Lo demuestra Pok¨¦mon Go, el ¨²ltimo gran fen¨®meno del sector que acaba de salir al mercado en Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda provocando un revuelo de extraordinarias dimensiones.
Basado en el popular juego infantil japon¨¦s de mediados de los noventa, Pok¨¦mon se ha modernizado y adaptado al mundo de los smartphones aprovechando las tecnolog¨ªas que rigen la realidad aumentada y la geolocalizaci¨®n.La aplicaci¨®n utiliza Google Maps para ubicar al azar, dentro de una ciudad, a los seres virtuales del nuevo universo Pok¨¦mon, que han de ser cazados por los jugadores. Los personajes tradicionales tuvieron impacto global, pero no fueron bien recibidos en todos los pa¨ªses. Arabia Saud¨ª vio en las seis puntas que coronan al personaje principal propaganda sionista y en M¨¦xico, la Iglesia cat¨®lica los consider¨® demon¨ªacos. Los nuevos monstruos de bolsillo han sido declarados non gratos por instituciones como el Museo de la Memoria del Holocausto de EEUU o el campo de concentraci¨®n de Auschwitz.
El peligro de juegos tan inmersivos como este es que el jugador camine por la calle o conduzca m¨¢s pendiente de cazar bichejos virtuales con el m¨®vil que de lo que ocurre a su alrededor. Por ir m¨¢s atentos al WhastApp que al tr¨¢fico varias personas han perdido la vida atropelladas. Las empresas de protecci¨®n de datos y seguridad en redes advierten de otro riesgo: descargarse la versi¨®n modificada ¡ªe ilegal¡ª que circula por Internet introduce en el m¨®vil el software esp¨ªa DroidJack que puede ver a trav¨¦s de la c¨¢mara, rastrear la ubicaci¨®n, interceptar los mensajes de texto o escuchar las llamadas. De lo que se deduce que en el horizonte hay dos arriesgadas realidades aumentadas: la posibilidad de ser arrollado por un coche y la de verse atacado por un virus inform¨¢tico.
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