Niza, qu¨¦ decir, qu¨¦ hacer
No hay garant¨ªa de defensa total frente al terrorismo indiscriminado y suicida
Ante un golpe como el sufrido nuevamente por Francia, que ya estaba en el nivel m¨¢ximo de alerta, se impone la idea de que no hay garant¨ªa de defensa total frente al terrorismo indiscriminado y suicida. Tambi¨¦n resulta necesario recordar que todos estamos expuestos a la misma amenaza, aunque ahora mismo Francia parezca el objetivo prioritario en Europa. Eso deber¨ªa terminar por derribar los obst¨¢culos que impiden una eficaz coordinaci¨®n multilateral entre los Veintiocho, convenci¨¦ndonos de que necesitamos m¨¢s Europa. Del mismo modo cabe a?adir que, por dolorosos que sean sus efectos, ¨¦sta no es una amenaza existencial.
Pero m¨¢s all¨¢ de eso, y teniendo en cuenta la experiencia acumulada, si se piensa en c¨®mo responder eficazmente es preciso, en primer lugar, modificar nuestra pol¨ªtica exterior, apostando por una mayor coherencia entre los valores que decimos defender y la realpolitik que practicamos (sirva la relaci¨®n con el r¨¦gimen saud¨ª y la comprensi¨®n con el golpe de Estado egipcio como p¨¦simas muestras recientes). ?sa es una v¨ªa prioritaria para frenar el auge del antioccidentalismo tan extendido en nuestra vecindad.
En segundo lugar, debemos reformular nuestra pol¨ªtica de seguridad, entendiendo que la opci¨®n militarista no rinde frutos (ah¨ª est¨¢n Afganist¨¢n, Irak, Al Qaeda y los talib¨¢n para demostrarlo). Por supuesto que es necesario emplear medios militares en la derrota de Daesh y el yihadismo, pero nunca, como desgraciadamente, est¨¢ ocurriendo, como ¨²nico instrumento, relegando al olvido los medios comerciales, financieros, diplom¨¢ticos, socioculturales y pol¨ªticos que corten la hierba bajo los pies de los promotores de la violencia terrorista.
En tercer y ¨²ltimo lugar, es necesario replantear nuestras pol¨ªticas de integraci¨®n en el marco de unas sociedades irreversiblemente multiculturales. M¨¢s all¨¢ de los combatientes extranjeros, la llamada leaderless jiyad (yihad individual, sin liderazgo ni organizaci¨®n formal) va tomando cuerpo en nuestros propios pa¨ªses, con un terrible efecto multiplicador que dificulta a¨²n m¨¢s la labor de los servicios policiales y de inteligencia dado el escaso rastro que dejan los individuos radicalizados antes de golpear.
Es, obviamente, m¨¢s f¨¢cil decirlo que hacerlo. Pero seguir aferrados a modelos que han fracasado reiteradamente -contemporizando con reg¨ªmenes impresentables, olvidando las ansias y expectativas de unas sociedades abandonadas por sus gobiernos (y por nosotros) y defendiendo manu militari la estabilidad a toda costa por intereses geoecon¨®mico- es condenarnos a ver repetida esta misma situaci¨®n otra vez ma?ana. No hay atajos, la tarea es ardua y de largo aliento; algo para lo que, de momento, no parecemos a¨²n preparados.
Jes¨²s A. N¨²?ez Villaverde es codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acci¨®n Humanitaria (IECAH)
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