Trump se corona
El candidato republicano intenta unir fuerzas dentro del conservadurismo
Con la designaci¨®n del gobernador de Indiana, Mike Pence, como su candidato a la vicepresidencia, Donald Trump se dispone a afrontar la convenci¨®n republicana que comenz¨® ayer y que le nombrar¨¢ candidato a la Casa Blanca. Se trata de una inteligente jugada pol¨ªtica por parte de alguien que ha caracterizado toda su campa?a por los exabruptos, las salidas de tono y los despidos fulminantes de sus m¨¢s directos colaboradores, entre otros nada menos que su jefe de campa?a, Corey Lewandowski, hace apenas tres semanas.
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Pence es un conservador que hace gala de su religiosidad y que servir¨¢, o eso pretende, de contrapeso al ultraliberalismo econ¨®mico de Trump y a su perfil poco ortodoxo en lo moral. Tras conquistar a las bases del partido que le dieron su apoyo en las primarias, el multimillonario neoyorquino pretende ahora tranquilizar al aparato de un partido que siempre le ha visto como un arribista que se ha aprovechado de la crisis en que se encuentra el republicanismo desde hace unos a?os para utilizarlo como trampol¨ªn al cargo pol¨ªtico m¨¢s importante del planeta. En los pr¨®ximos d¨ªas se ver¨¢ hasta qu¨¦ punto esta estrategia de Trump es acertada.
Pero independientemente de la elecci¨®n de su compa?ero de candidatura en el llamado ticket, lo cierto es que Trump ya ha influido de una manera determinante en el Partido Republicano y que su irrupci¨®n en el escenario pol¨ªtico conservador tendr¨¢ importantes consecuencias, muchas de ellas negativas. Probablemente el ejemplo m¨¢s claro sea la adopci¨®n por parte del republicanismo de la pol¨¦mica propuesta con la que Trump desembarc¨® en esta carrera y que fue considerada, entre otros por muchos de sus ahora compa?eros de partido, como una patochada peligrosa: la construcci¨®n de un muro en la frontera con M¨¦xico para, en teor¨ªa, frenar la inmigraci¨®n ilegal.
Que un partido fundamental para la historia de la democracia m¨¢s importante del mundo y que estuvo dispuesto a afrontar una guerra civil para eliminar la esclavitud abrace una de las medidas m¨¢s racistas y xen¨®fobas propuestas en la pol¨ªtica de los ¨²ltimos a?os muestra hasta qu¨¦ punto el Partido Republicano ha degradado su discurso pol¨ªtico con tal de alcanzar el poder.
Trump no es un fen¨®meno salido de la nada. Su carrera ha sido alimentada por un discurso antisistema enarbolado durante a?os por la extrema derecha de Estados Unidos y materializada en el Tea Party, la facci¨®n m¨¢s conservadora del republicanismo, que en vez proponer una alternativa constructiva al Partido Dem¨®crata se ha dedicado a desprestigiar a toda la clase pol¨ªtica. De esta manera, ha creado una amplia base receptiva al discurso simplista, demagogo y zafio de un cuestionable empresario que ¡ªviejo discurso¡ª considera que un pa¨ªs puede dirigirse como una de sus empresas.
La gran duda que queda ante el inicio de la Convenci¨®n es si Trump se ha hecho finalmente republicano o el Partido Republicano se ha hecho trumpista. Las urnas decidir¨¢n en noviembre si esta estrategia supone la victoria o lleva al centenario partido al borde del abismo pol¨ªtico.
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