Silvio Berlusconi, el ¨²ltimo desaf¨ªo del viejo tah¨²r
Reci¨¦n operado a coraz¨®n abierto y a punto de cumplir 80 a?os, hay quienes se debaten entre si desaparecer¨¢ de la actualidad italiana para siempre o regresar¨¢ con m¨¢s fuerza que nunca
Una operaci¨®n a coraz¨®n abierto es un asunto muy serio. Incluso para Silvio Berlusconi. Despu¨¦s de 22 a?os al frente de la pol¨ªtica italiana ¡ªcuando mand¨® porque mand¨®; cuando no, porque su presencia sigui¨® contamin¨¢ndolo todo¡ª, el viejo l¨ªder del centroderecha italiano contemplaba la decadencia irremediable de todos sus imperios ¡ªpol¨ªticos, futbol¨ªsticos, familiares, empresariales¡ª y, por tanto, necesitaba un golpe de efecto lo suficientemente contundente para regresar al centro de la escena. A punto de cumplir 80 a?os, expulsado del Senado, despose¨ªdo de su t¨ªtulo de Cavaliere y pendiente a¨²n de solucionar sus problemas judiciales, ya no le serv¨ªa una m¨¢s de sus tretas. No bastaba con comprar a un par de diputados de la oposici¨®n, ni con fichar a una estrella del gol para el Milan, ni con tapizar de cheques las indiscreciones de sus j¨®venes invitadas a las fiestas de Arcore. Hac¨ªa falta algo m¨¢s. Una jugada maestra de viejo tah¨²r. Una apuesta a vida o muerte.
Y entonces sucedi¨®. El primer fin de semana de junio, mientras su partido se despe?aba sin remedio en las urnas, a Silvio Berlusconi se le rompi¨® el coraz¨®n. Se sinti¨® indispuesto en Roma y fue trasladado a Mil¨¢n para ser examinado por sus m¨¦dicos. En los primeros momentos, tanto propios como extra?os dudaron de la gravedad del asunto. Pero era verdad. Tal vez la primera en mucho tiempo. Los m¨¦dicos anunciaron que Berlusconi, que en 2006 fue tratado en Estados Unidos de una arritmia card¨ªaca y desde entonces llevaba un marcapasos, hab¨ªa estado a punto de morir. Tendr¨ªa que someterse a una operaci¨®n a coraz¨®n abierto. A simple vista, la coyuntura no pod¨ªa ser peor. Y no solo desde el punto de vista m¨¦dico. El hombre al que, seg¨²n el escritor Andrea Camilleri, los italianos votaban porque ve¨ªan en ¨¦l a un triunfador ¡ª¡°cuando ve¨ªan a un tipo que era imputado tantas veces y no lo condenaban porque el delito prescrib¨ªa o porque cambiaba la ley a su favor, la gente pensaba: qu¨¦ listo es, qu¨¦ grande, yo quiero ser como ¨¦l¡±¡ª, viv¨ªa desde hace tiempo abonado a la derrota.
Seg¨²n su bi¨®grafo, el periodista estadounidense Alan Friedman, ¡°Berlusconi es un patriarca en el oto?o de su vida¡±. Y explica: ¡°Ha entrado en un periodo de gran decadencia. En todos los sentidos. En la pol¨ªtica, en el Milan, en su vida personal¡ Es verdad que tradicionalmente fue un triunfador, pero eso ya es cosa del pasado¡±. Las palabras de Friedman, que atiende el tel¨¦fono desde Cleveland, parecen avaladas por los datos. En la pol¨ªtica, Forza Italia se desangra sin remedio por el centro y por la derecha extrema. En el f¨²tbol, el Milan, el club de sus amores y sus negocios, dista mucho de ser aquel que venci¨® ocho Scudetti, cinco Champions y otras tantas Supercopa de Europa. Los aficionados dejaron de llenar un estadio que desde 2011 no celebra un t¨ªtulo y que desde hace un par de a?os est¨¢ en venta. En la familia no van mejor las cosas. Berlusconi siempre se las ha visto y deseado para que los dos hijos de su primer matrimonio ¡ªMarina y Pier Silvio ¡ª hicieran buenas migas con los tres de su segundo ¡ªBarbara, Eleonora y Luigi¡ª, y que, a su vez, todos respetaran o al menos toleraran a sus compa?eros de francachelas e incluso a su novia, la joven napolitana Francesca Pascale. La antigua bailarina de televisi¨®n, medio siglo m¨¢s joven que el magnate, no solo ha dejado con un par de narices a quienes no apostaban por la relaci¨®n, sino que durante los ¨²ltimos cuatro a?os ¡ªla relaci¨®n se anunci¨® en diciembre de 2012¡ª ha tejido alrededor de Berlusconi un filtro de seguridad ¡ª¡°il cerchio magico¡± [el c¨ªrculo m¨¢gico], seg¨²n la definici¨®n period¨ªstica¡ª para protegerlo de las malas compa?¨ªas. Seg¨²n Alan Friedman, cuya biograf¨ªa de Berlusconi publicar¨¢ en octubre la editorial Pen¨ªnsula, la gesti¨®n de todos esos frentes ser¨¢ muy dif¨ªcil para un hombre de casi 80 a?os ¡ªlos cumple el 29 de septiembre¡ª al que acaban de operar del coraz¨®n: ¡°Son problemas muy complejos para un l¨ªder que ha tenido un gran ¨¦xito y que ahora se encamina hacia el fin de su historia¡±.
Deborah Bergamini no solo no est¨¢ de acuerdo, sino que sostiene todo lo contrario. Bergamini, diputada de Forza Italia y componente de il cerchio magico, llega a asegurar que, ¡°al margen de la operaci¨®n, que ha sido muy dura y problem¨¢tica, Berlusconi est¨¢ en un buen momento¡±. ??En un buen momento!? ¡°S¨ª, ver¨¢¡±, contesta la diputada, ¡°en primer lugar, ha tenido a sus hijos m¨¢s cerca de lo que los ha tenido en su vida. Y esto para ¨¦l ha sido una fuente de grand¨ªsimo confort. Porque, como usted sabe, en las grandes familias hay grandes problemas. Y tambi¨¦n est¨¢ siendo muy positivo que pueda dedicarse a ver con cierta tranquilidad todo el universo que lo concierne, desde sus intereses econ¨®micos a los futbol¨ªsticos o a la pol¨ªtica. Porque hay que reconocer que, cuando ¨¦l tiene alg¨²n problema, todos esos mundos entran en crisis. El presidente est¨¢ dedicando el tiempo que no ten¨ªa antes a arreglar tantas cosas. De sus empresas, del futuro del Milan y, aunque es m¨¢s dif¨ªcil, tambi¨¦n de Forza Italia¡±.
La diputada Bergamini est¨¢ convencida de que Berlusconi regresar¨¢ por sus fueros en septiembre. Y, en un alarde de optimismo, lanza un mensaje a quienes, como el estadounidense Friedman, dan por amortizado al patriarca. ¡°Incluso le puedo asegurar¡±, a?ade, ¡°que la imagen del presidente ha mejorado. La enfermedad lo ha acercado mucho a los italianos. Tal vez fuera de Italia no pueda entenderse, pero los votantes confiaron en Berlusconi porque representaba para ellos la versi¨®n italiana del sue?o americano¡±. Ese sue?o que la realidad fue convirtiendo en pesadilla.
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