Trump desgarra EE UU
Se avecina una campa?a agresiva y envenenada. El ¡®Proyecto Ira¡¯, un furibundo ataque de los republicanos a Hillary Clinton, es una caza de bruja y contribuye a abrir profundas heridas en un pa¨ªs que necesita estar unido
"?Que la encierren! ?Que la encierren!¡±, claman en la Convenci¨®n Republicana de Cleveland, Ohio. Se refieren a Hillary Clinton. El general Mike Flynn, antiguo jefe del servicio de inteligencia de la Defensa, agita los brazos como un entrenador para alimentar la ira. Al d¨ªa siguiente, el gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, antiguo fiscal federal, enumera una lista explosiva y sectaria de los supuestos fallos de la ex secretaria de Estado en Libia, Nigeria, China, Siria, Rusia y Cuba (¡°consentidora de los brutales hermanos Castro¡±), acusaciones a las que los delegados agrupados responden cada vez con un ¡°?culpable!, ?culpable!¡±, e incluso a veces con un ¡°?que la encierren!, ?que la encierren!¡±. Es un falso proceso pol¨ªtico, un auto de fe, una caza de brujas, y Hillary es el blanco.
Antes, la madre de uno de los estadounidenses muertos en el ataque contra el consulado en Bengazi ha dicho: ¡°Hillary Clinton es personalmente responsable de la muerte de mi hijo¡±. Ella se merece toda mi compasi¨®n, pero los funcionarios del partido que la han colocado deliberadamente en el escenario para fomentar la indignaci¨®n contra la candidata dem¨®crata, no. Donald Trump repite machaconamente su mensaje en todos los discursos: ¡°Hillary Clinton es una mentirosa. Hillary Clinton es una corrupta¡±. Su asesor para todo lo relacionado con los veteranos de guerra, Al Baldasaro, lo lleva al extremo y declara en un programa de radio que ¡°a Hillary Clinton habr¨ªa que llevarla al pared¨®n y fusilarla por traidora¡±.
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Con este grado de envenenamiento y furia de un bando contra Clinton y del otro contra Trump, en una atm¨®sfera ya enfebrecida despu¨¦s de las muertes a manos de la polic¨ªa y de polic¨ªas, no es absurdo temer que alg¨²n desequilibrado, con un arma de fuego tan f¨¢cil de obtener, pueda cometer alg¨²n acto violento. Al fin y al cabo, este pa¨ªs ya vivi¨® el asesinato de dos Kennedy y el intento de asesinato de Reagan. Y a pesar de ello, en el centro de convenciones, se ha establecido una zona de seguridad en la que no se puede entrar con grandes mochilas ni paraguas con mangos de metal, pero s¨ª con armas. En Ohio est¨¢ permitido llevar armas de fuego a la vista, y su gobernador dice que no puede infringir la ley.
Nadie sabe si Trump podr¨¢ llegar a ser presidente. Casi todos los expertos aseguran que no va a recoger votos suficientes de las mujeres, las personas con m¨¢s nivel de educaci¨®n, los hispanos ni los afroamericanos, que no tiene las arcas, la experiencia de campa?as ni la maquinaria para captar votos sobre el terreno que tiene Clinton. Pero son los mismos expertos que nos dijeron que no pod¨ªa llegar a ser el candidato republicano. En cualquier caso, lo que es indudable es que, durante los pr¨®ximos cuatro meses, Estados Unidos va a padecer una campa?a agresiva, negativa y envenenada; a su lado, la campa?a para el refer¨¦ndum del Brexit parecer¨¢ un t¨¦ en casa de un archidi¨¢cono anglicano. La estrategia de Trump no es proyecto miedo, sino m¨¢s bien proyecto ira.
¡°A Hillary habr¨ªa que llevarla al pared¨®n y fusilarla por traidora¡±,? dice un asesor
David Brady, un experto en pol¨ªtica estadounidense que trabaja en Stanford, me explica que Trump necesita atraer a alg¨²n otro gran segmento del electorado. Adem¨¢s de su base fundamental de votantes blancos con un nivel de educaci¨®n secundaria, ?qu¨¦ tal, por ejemplo, las mujeres casadas, entre las que Mitt Romney era muy popular? A pesar de exhibir a su mujer y sus hijos en la convenci¨®n e incluso escoger como candidato a vicepresidente a un cristiano conservador, Mike Pence, a Trump le va a costar caerles bien. Lo que quiz¨¢ consiga es que les caiga todav¨ªa peor Hillary. De ah¨ª esos ataques furibundos.
Todo el mundo sabe que Hillary no es una candidata atractiva. No s¨¦ cu¨¢ntos amigos m¨ªos me han dicho que van a votar por ella ¡°con la nariz tapada¡±. Trump es tal vez el ¨²nico republicano al que Hillary puede derrotar. Por otra parte, Hillary es tal vez la ¨²nica dem¨®crata a la que puede derrotar Trump.
En t¨¦rminos generales, esta polarizaci¨®n tiene dos tipos de motivos, uno com¨²n a muchas democracias occidentales y el otro exclusivo de Estados Unidos. El populismo actual explota el descontento de las personas m¨¢s pobres y menos formadas, en su mayor¨ªa blancas, que se sienten marginadas por las consecuencias de la globalizaci¨®n. Los sentimientos de los trabajadores que apoyan a Trump son comparables a los que votaron por el Brexit en las ciudades pobres posindustriales del norte de Inglaterra. Achacan sus problemas a la inmigraci¨®n y a unas clases dirigentes remotas y metropolitanas.
Trumpismo es la versi¨®n estadounidense del Brexit, o el Brexit, la versi¨®n brit¨¢nica de Trump
Las encuestas realizadas por el American National Election Study muestran que, si bien en 2002 solo un tercio de los entrevistados cre¨ªa que Estados Unidos estaba gobernado por ¡°unos pocos¡±, este a?o, son tres cuartas partes de la poblaci¨®n las que lo creen, y el 58% piensa que muchos de los que dirigen la Administraci¨®n est¨¢n corruptos. Seg¨²n los sondeos de YouGov, la opini¨®n de que la clase dirigente es corrupta predomina entre los republicanos que ganan menos de 50.000 d¨®lares al a?o y no tienen m¨¢s que una educaci¨®n secundaria. Es decir, la infanter¨ªa de Trump. En este sentido, Trump es la versi¨®n estadounidense del Brexit, o el Brexit, la versi¨®n brit¨¢nica de Trump.
Pero luego est¨¢ un dato propio de Estados Unidos, que es que, aunque la mayor¨ªa de los votantes, como en Europa, se inclina m¨¢s bien hacia el centro, el sistema pol¨ªtico crea la m¨¢xima polarizaci¨®n, mientras que la pol¨ªtica europea (al menos, hasta hace poco) siempre ha tendido a acercarse a ese centro en el que est¨¢n los votantes. Llevo a?o tras a?o escribiendo sobre este fen¨®meno y sus causas: las primarias, que otorgan demasiada influencia a los militantes m¨¢s partidistas, la manipulaci¨®n de los distritos electorales, el desmesurado peso del dinero (sobre todo desde el fallo del Tribunal Supremo sobre Citizens United), los obst¨¢culos a una candidatura independiente y el sectarismo de gran parte de los medios. Casi todos est¨¢n de acuerdo en que hace falta una reforma, pero nadie ha conseguido hacerla.
Es fascinante observar desde Estados Unidos con qu¨¦ rapidez la pol¨ªtica brit¨¢nica ha recuperado su civismo ¡ªcon la excepci¨®n parcial de la disputa por la direcci¨®n del Partido Laborista¡ª y su sentido pr¨¢ctico a la hora de gobernar, ver c¨®mo colaboran hoy los que eran enemigos jurados durante la campa?a. Mi miedo es que, aunque Trump no gane, las heridas abiertas en Estados Unidos tardar¨¢n m¨¢s en cerrarse; y eso es malo para todos. El mundo necesita que este pa¨ªs est¨¦ unido, no que se desgarre.
Timothy Garton Ash es catedr¨¢tico de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, donde dirige el proyecto freespeechdebate.com, e investigador titular en la Hoover Institution, Stanford University. Su nuevo libro, Free Speech: Ten Principles for a Connected World, acaba de publicarse.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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