Luchadores por la libertad
Es de justicia reconocer la labor de la ¡°generaci¨®n de la Transici¨®n¡± en las conquistas democr¨¢ticas

A las generaciones que han crecido con la Constituci¨®n de 1978 les parece natural poder disfrutar de las libertades, lanzar cr¨ªticas de todos los colores contra los poderes o vivir sin la amenaza permanente de las armas de ETA. Sin embargo, no siempre fue as¨ª. La a veces denostada generaci¨®n de la Transici¨®n obr¨® para hacer saltar los candados de la dictadura ¡ªpor m¨¢s que algunos equiparen la Constituci¨®n a un candado impuesto¡ª, y de ella surgieron aut¨¦nticos luchadores por las libertades.
Jos¨¦ Ram¨®n Recalde, militante socialista, fue un ejemplo de ellos. ETA no consigui¨® acallarle ni siquiera dispar¨¢ndole un tiro en la cabeza. Justamente considerado como arquetipo de la decencia en pol¨ªtica, fue una de tantas personas ¡ªconocidas unas, an¨®nimas otras¡ª que pusieron el coraje c¨ªvico por delante de la acomodaci¨®n a las circunstancias o la opci¨®n de vegetar en las zonas confortables de los que no quieren ver ni saber.
Sin embargo, los reconocimientos le llegaron a Recalde con cuentagotas. Ya le hab¨ªa sucedido a persona tan relevante como Adolfo Su¨¢rez, el en¨¦rgico conductor del proceso de transici¨®n de la dictadura a la democracia, sometido despu¨¦s al ostracismo hasta que contrajo la enfermedad que termin¨® llev¨¢ndole a la muerte. Y entonces, s¨ª: la sociedad y la clase pol¨ªtica homenajearon a un dirigente clave, art¨ªfice de consensos que sirvieron para sacar adelante este pa¨ªs.
Es una paradoja que la normalizaci¨®n democr¨¢tica se lleve por delante a sus protagonistas. La vida p¨²blica se ha crispado progresivamente, con su correlato de indeseadas cicatrices en el cuerpo social, pero eso no debe impedir que la Espa?a democr¨¢tica reconozca a los que m¨¢s trabajaron por ella. No hay que aguardar a los fallecimientos para entonar un cierto mea culpa por la falta de trato justo, sino pensar qu¨¦ debe hacerse para reparar la p¨¦rdida de memoria colectiva.
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