Las multas
El que sanciona debe buscar al culpable, al reincidente y al que no tiene prop¨®sito de enmienda
Si hoy es martes, en estos momentos a usted le est¨¢n multando por algo. No existe nada m¨¢s antidemocr¨¢tico que la multa y, sin embargo, es el sistema de penalizaci¨®n favorito del poder. Es una perversi¨®n de la democracia que un repartidor que comete un descuido en su faena diaria por la ciudad reciba una multa de 300 euros y que la sanci¨®n sea id¨¦ntica para un adinerado que se salta por d¨¦cima vez en el mes un sem¨¢foro. Si algo bueno trajo el carnet por puntos es que relacionaba las sanciones con el comportamiento del conductor a largo plazo y equilibraba el castigo con la trayectoria general. La falta de proporcionalidad convierte a la multa en un drama para ciertas personas o en un pellizco sin importancia para otras. Y, sin embargo, seguimos sin cuestionarnos el m¨¦todo porque somos perezosos.
Pero la multa se extiende a otros ¨¢mbitos del sistema de relaciones y conviene estudiar nuestra muy distinta actitud para darnos cuenta de la injusticia que contiene dentro. Todos est¨¢bamos deseando que las autoridades deportivas castigaran a Rusia con la expulsi¨®n de sus atletas de los pr¨®ximos Juegos Ol¨ªmpicos. La idea de que usaran las oficinas estatales para falsear los an¨¢lisis y pervertir el deporte se nos hac¨ªa insoportable. Sin embargo, el que haya uno solo de los deportistas rusos que se vea sancionado sin haber participado en ese engendro populista y tramposo que gestionan sus autoridades, no nos lleva a pensar que la medida sea injusta. Podr¨ªa ofrec¨¦rseles al menos un paraguas independiente desde el que competir sin estar obligados a representar a su pa¨ªs si su pa¨ªs es corrupto.
La otra multa de actualidad es la que la Uni¨®n Europea tiene que aplicarle a Espa?a por incumplir sus medidas econ¨®micas. Es injusto que a un pa¨ªs como el nuestro, que ha hecho sacrificios terribles para ajustar sus cuentas, se le castigue. No nos sentimos los ciudadanos responsables de la incapacidad de nuestros pol¨ªticos, aunque los elegimos y reelegimos. La multa nos parece mal porque nos afecta de manera directa, pero tambi¨¦n habr¨ªa que recordar que las cuentas se han incumplido para poder ofertar medidas populistas que garantizaran el voto de los espa?oles en las elecciones repetidas. Si nos mir¨¢ramos desde otro pa¨ªs pensar¨ªamos a lo mejor que sin multas nunca habr¨¢ aprecio por las leyes y que sale gratis incumplir. Es en la mirada ecu¨¢nime en la que reside la verdad. La multa, cuando no tiene proporci¨®n ni sentido, deja heridos inocentes, el que sanciona debe buscar al culpable, al reincidente y al que no tiene prop¨®sito de enmienda.
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