Gente honrada
Hay pel¨ªculas en las que el p¨²blico no repara; y llega un d¨ªa en que nadie las ha visto y son ya obras maestras
Alejandro Marzoa es el director de una pel¨ªcula extraordinaria, Somos gente honrada (2013), que ha empezado a acumular prestigio a medida que pasa el tiempo y el p¨²blico no repara en ella; llegar¨¢ el d¨ªa en que nadie la haya visto y ser¨¢ ya una obra maestra. Hace meses me invitaron a verla y hablar de ella en Versi¨®n espa?ola, ese otro territorio de la televisi¨®n p¨²blica que, junto a La 2 Noticias,sobrevive gracias a su escasa audiencia.
En la pel¨ªcula, Paco Tous y Miguel de Lira encuentran 10 kilos de coca¨ªna tirados en la orilla de una playa gallega. Con la voluntad de uno y la reticencia del otro, se disponen a venderlo y solucionar su vida. Aunque el tema central es uno de los grandes tab¨²es de las costas gallegas (los fardos ¡°perdidos¡± no se sabe en qu¨¦ manos), la pel¨ªcula tambi¨¦n habla de la crisis y de una cierta actitud ante la vida, la del amparo, de la suerte, del atajo, del Estado, de lo que sea (el constructor pendiente de un pelotazo que lo salve es el mismo que, tras una jornada infructuosa de pesca, compra una merluza y la vende en casa como ¨¦xito de su pericia).
La pel¨ªcula exhibe una dificultad rudimentaria: qu¨¦ hacen con 10 kilos de coca¨ªna dos ignorantes sino irse a una discoteca y venderla sin cortar. Y de paso desvela la injusticia sobre la que se funda un mito: no le des dinero a los pobres, que nunca han sabido manejarlo y solo se autodestruir¨¢n. Ese avisito medio escondido que se encuentra detr¨¢s de las historias de ¨¢ngeles ca¨ªdos en el deporte, en el espect¨¢culo o en la televisi¨®n; la gran audiencia asintiendo delante del peri¨®dico mientras murmura ¡°ad¨®nde carallo iba¡±.
Somos gente honrada va m¨¢s all¨¢: en efecto parece gente honrada. A veces tiene uno que dejar de serlo para que se le reconozca.
En American Gangster, el agente interpretado por Russell Crowe cae en desgracia v¨ªctima de una temeraria honradez: devolver un mill¨®n de d¨®lares que se encontr¨® en un coche. El acto lo convierte en sospechoso de delaciones ante todos los agentes. Su problema no est¨¢ fuera de la ley: est¨¢ dentro. El socorrista que ayer en Pedregalejo, M¨¢laga, acudi¨® a guardar unas planchas de hach¨ªs que el mar devolv¨ªa para llevarlas a comisar¨ªa, tuvo que alejarse ante la amenaza de los ba?istas, que las quer¨ªan para ellos: el l¨ªmite de la honradez lo suelen poner las circunstancias. Hay que esperar a que acaben para ver si dejan algo, aunque nunca acaban y nada dejan, dec¨ªa Cernuda.
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