El Bolsh¨®i y Londres: 60 a?os de una gira que desafi¨® a la Guerra Fr¨ªa
El m¨ªtico ballet ruso conmemora su primera actuaci¨®n en la Royal Opera House, en julio de 1956
Fue un par¨¦ntesis en uno de los a?os m¨¢s tensos de la Guerra Fr¨ªa. Una victoria del arte que comenz¨® ¡°de manera muy extra?a¡±. As¨ª al menos lo recuerda Marina Kondratyeva, una de las bailarinas del Bolsh¨®i que, en 1956, viaj¨® desde Mosc¨² a Londres. Nada m¨¢s y nada menos que al otro lado del tel¨®n de acero. En definitiva, un hito para la m¨ªtica compa?¨ªa de ballet rusa y para su anfitriona, la Royal Opera House brit¨¢nica. Por eso, ambas celebran estos d¨ªas los 60 a?os de un primer viaje tras el que las relaciones entre ambas instituciones culturales se normalizaron pese a los avatares geopol¨ªticos.
"Nuestro avi¨®n se desvi¨® a un aeropuerto diferente -rememora Kondratyeva para la agencia Reuters- dijeron que 26 esp¨ªas rubias hab¨ªan aterrizado y eso es lo que la prensa cont¨®¡±. En efecto, el aterrizaje en una base militar no fue el arranque so?ado para el primer viaje del Bolsh¨®i a Reino Unido. Tampoco los continuos rumores de que las funciones acabar¨ªan cancel¨¢ndose. Y es que en 1956 las relaciones entre Londres y Mosc¨² no pasaban por su mejor momento. De hecho, ese a?o aparecieron en la Uni¨®n Sovi¨¦tica Guy Burgess y Donald Maclean, dos esp¨ªas brit¨¢nicos de los cinco de Cambridge que huyeron al saberse que en realidad trabajaban en tareas de contraespionaje a las ¨®rdenes del Kr¨¦mlin.
Pero nada de ello desanim¨® a los bailarines sovi¨¦ticos ni al p¨²blico londinense. El periodista y cr¨ªtico brit¨¢nico Clement Crisp evoca, tambi¨¦n para Reuters, la imagen de una fila de personas que, durante varios d¨ªas, aguantaron los aguaceros veraniegos rodeando el teatro de Covent Garden para hacerse con una entrada. As¨ª hasta que lleg¨® el d¨ªa de la primera actuaci¨®n.
La principal atracci¨®n era la primera bailarina rusa Galina Ulanova, con quien Crisp tuvo ocasi¨®n de hablar sobre aquella actuaci¨®n unos a?os despu¨¦s. Ulanova, cuenta el cr¨ªtico, le habl¨® del desconcierto que le produjo el silencio del p¨²blico durante el primer acto de Romeo y Julieta. ¡°Fue porque est¨¢bamos extasiados -recuerda Crisp- pero al final de la velada hubo 45 minutos de aplausos¡±. Despu¨¦s de aquella actuaci¨®n, las visitas del Bolsh¨®i a la ?pera londinense se regularizaron. Y este a?o, la estancia se prolonga tres semanas con cinco obras diferentes (El lago de los cisnes, El corsario y Don Quijote ya han colgado el cartel de no hay entradas). As¨ª se conmemoran seis d¨¦cadas del d¨ªa en que la danza abri¨® un peque?o resquicio en el tel¨®n de acero. Aunque para la mayor parte de la gente sigui¨® cerrado durante m¨¢s de tres d¨¦cadas. Los tanques sovi¨¦ticos se encargaron de recordarlo en Hungr¨ªa solo tres meses despu¨¦s de que Ulanova dejara boquiabierto al p¨²blico occidental.
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