Tiempo de valent¨ªa
La aprobaci¨®n de la hoja de ruta no solo es un fraude democr¨¢tico, sino que va en contra de la mayor¨ªa de los catalanes
Que nadie puede estar por encima de las leyes democr¨¢ticas y de la justicia es algo que los ciudadanos de a pie conocen muy bien porque les afecta cada d¨ªa y es un principio b¨¢sico que no deber¨ªa ponerse en duda. Sin embargo, los que gobiernan en Catalu?a han pisoteado de nuevo esta m¨¢xima. Ayer la Constituci¨®n, el Estatuto de Catalu?a, el reglamento del Parlament y los informes de sus letrados se convirtieron en papel mojado cuando la Presidenta, Carme Forcadell, permiti¨® que se votasen las conclusiones de una comisi¨®n separatista cuyo desarrollo est¨¢ anulado por el Tribunal Constitucional.
Lo permiti¨® con una burda y cobarde estrategia que consiste en intentar derivar a los diputados una responsabilidad que solo corresponde a los miembros de la Mesa del Parlament y, concretamente, a su Presidenta. Un cap¨ªtulo m¨¢s del desgaste y el deterioro de las instituciones democr¨¢ticas catalanas que los pol¨ªticos independentistas est¨¢n provocando cada d¨ªa.
Lo m¨¢s grave de lo vivido en la jornada de ayer no es solo el fraude democr¨¢tico permitido por Carme Forcadell, sino que se ha hecho en contra de lo que decidi¨® la mayor¨ªa del pueblo de Catalu?a el pasado 27 de Setiembre. Hay que recordar que los partidos de la oposici¨®n (Ciudadanos, Partido Socialista, Catalunya S¨ª que es Pot y Partido Popular) obtuvimos m¨¢s votos que Junts pel S¨ª y sus socios de las CUP. Por tanto, cuando ganan una votaci¨®n como esta al tener m¨¢s diputados en la c¨¢mara, la est¨¢n perdiendo en la calle al representar a menos catalanes. Los que hablan de desconectar de Espa?a hace mucho que desconectaron de la propia Catalu?a.
Como si esto no fuera de una extrema gravedad, m¨¢s preocupante es a¨²n el contenido de las conclusiones aprobadas, que incluye afirmaciones tales como: ¡°estas leyes de desconexi¨®n no son susceptibles de control, suspensi¨®n o impugnaci¨®n por parte de ning¨²n poder, juzgado o tribunal¡±. En resumen, algunos querr¨ªan que la hipot¨¦tica Catalu?a independiente fuera el ¨²nico pa¨ªs del mundo (reg¨ªmenes antidemocr¨¢ticos aparte) donde los pol¨ªticos y sus leyes no estuvieran sometidos al control de nadie.
Mientras en Catalu?a se produce este insulto a los principios b¨¢sicos de la democracia, en el Congreso de los Diputados PP y PSOE no son capaces de ponerse de acuerdo para poner en marcha un gobierno pero parece que s¨ª lo ser¨¢n para regalarle a Convergencia un grupo parlamentario propio y tres millones de euros que no han conseguido en las urnas. Esta imagen, impensable en otros pa¨ªses de nuestro entorno, demuestra una vez m¨¢s que los viejos partidos miran para otro lado y piensan m¨¢s en los intereses propios y cortoplacistas que en los intereses de todo un pa¨ªs.
Por su parte, la debilidad del Gobierno de la Generalitat y su ausencia de apoyos es m¨¢s que evidente y por ello el Presidente Puigdemont ha tenido que fiar su futuro, y con ¨¦l el de todos los catalanes, al radicalismo de la CUP. Los actos de desobediencia, como el de ayer, no son m¨¢s que el precio (seguro que insuficiente) a pagar que imponen los antisistema para que el Presidente de la Generalitat supere la cuesti¨®n de confianza a la que se someter¨¢ a la vuelta de verano. Puigdemont, aunque no se atreva a reconocerlo, necesita sobrevivir pol¨ªticamente y ganar tiempo, mientras, con su irresponsabilidad, nos hace perder mucho tiempo y dinero a los catalanes.
Muchos de los que impulsan la independencia carecen en demasiadas ocasiones de valent¨ªa para dar la cara en el Parlament y fuera de sus paredes; valent¨ªa para reconocer que el pasado 27 de septiembre su plan fracas¨®; valent¨ªa para reconocer que este desaf¨ªo no va a llegar a ning¨²n lado m¨¢s all¨¢ de confrontar a los ciudadanos y, sobre todo, valent¨ªa para reconocer que no tienen nada m¨¢s que ofrecer a los catalanes que hablar de independencia.
Pero ser valientes no consiste en desafiar las leyes democr¨¢ticas sino en querer trabajar duro para cambiarlas; ser valientes es hablar sin complejos y enfrentarse a treinta a?os de partitocracia; ser valientes es apostar por liderar reformas que llevan d¨¦cadas en un caj¨®n; ser valientes es reconocer ante los ciudadanos que se han cometido errores y que no se pueden conseguir imposibles; ser valientes es dialogar, negociar y ponernos de acuerdo aunque pensemos de maneras diferentes.
En definitiva, desde Ciudadanos sabemos que vivimos en una nueva etapa pol¨ªtica en la que necesitamos, m¨¢s que nunca, recuperar la valent¨ªa.
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