El entrenador que fich¨® a los ni?os de la guerra
El Gobierno de Colombia y las Farc acaban de firmar un acuerdo para liberar a 3.000 menores soldados. Roberto estuvo a punto de morir por intentarlo
El a?o que Roberto abandon¨® Playa de Oro tambi¨¦n huyeron otros 51 vecinos, pero ¨¦l fue el ¨²nico que lo hizo al rev¨¦s. Cuando los guerrilleros llegaron a su casa para matarle, ¨¦l ya hab¨ªa echado a andar de espaldas, paso a paso, para confundir su rastro. Lo aprendi¨® de los ind¨ªgenas cuando era joven y eso fue lo que le salv¨® la vida. Camin¨® as¨ª durante m¨¢s de una hora, disfrazando sus huellas, tanteando el terreno con los talones. En su maleta apenas hab¨ªa algo de ropa, un par de zapatos y una foto: la del Playa de Oro F¨²tbol Club. En ella sonr¨ªe todo el equipo, incluido ¨¦l mismo: Don Roberto Camacho, el entrenador.
¡°Lo siento, no puedo ense?¨¢rtela. Justo acabo de mandarla a enmarcar¡±, lamenta ligeramente avergonzado. El ¡°profe¡±, como le llamaban entonces sus jugadores, vive hoy en la comuna 4 de Cazuc¨¢. Una tierra de frontera entre el sur de Bogot¨¢ y la localidad de Soacha que, durante los ¨²ltimos a?os, se ha convertido en zona receptora de poblaci¨®n desplazada por el conflicto armado colombiano. De hecho, es una de las m¨¢s importantes del pa¨ªs. Hasta aqu¨ª han huido m¨¢s de 20.000 personas, seg¨²n cuentas del ACNUR de 2005. Desde entonces han llegado muchas m¨¢s, pero no existen datos. La mayor¨ªa, como Roberto, viene de la regi¨®n del Choc¨® ¡ªal oeste de Colombia¡ª empujado por una elecci¨®n: exilio o muerte. Era una u otra, y para siempre. Por eso, aqu¨ª la nostalgia se mide a diario y en diferentes medidas. En kil¨®metros, unos 400. En grados, al menos 12 ¡ªla temperatura media en la regi¨®n del Choc¨® ronda los 30 grados, en los alrededores de Bogot¨¢ apenas supera los 18¡ª.
¡°Yo antes viv¨ªa en una selva de montes y caminos, ahora vivo en una selva de asfalto¡±, sonr¨ªe el entrenador. Roberto tiene la sabia capacidad de hacer pasar por humor lo que en realidad le nace como melancol¨ªa. Han pasado 20 a?os desde que sali¨® de Playa de Oro, una vereda de apenas 10.000 habitantes. En aquella tierra verde y arcillosa, salpicada de palmas y plataneras, entrenaba a diario a sus chavales. El Playa de Oro F¨²tbol Club era el orgullo de los vecinos. ¡°Eramos muy buenos, gan¨¢bamos muchos campeonatos¡±, presume Roberto con aire de invencible. Sin embargo, una cosa era ganar a su eterno rival, el Bah¨ªa Solano, y otra muy distinta ganarle a la guerra. En 1994, cuando aparecieron los primeros guerrilleros, muchos de aquellos j¨®venes que so?aban con ser futbolistas abandonaron las botas por las armas. ¡°Mandaban a su gente a reclutar a los ni?os de mi equipo para ponerlos en el monte a combatir. Yo intentaba convencerles de que no se fueran. Siempre les dec¨ªa que deb¨ªan ser libres, que si se marchaban se convertir¨ªan en animales¡±.
Sus palabras lograron retener a varios de los chavales y eso no gust¨® nada a la guerrilla. Fue uno de sus antiguos jugadores quien, al enterarse de que iban a matar al ¡°profe¡±, sali¨® corriendo para avisarle. ¡°Nunca lo olvidar¨¦. Cuando lleg¨® a mi casa, ten¨ªa l¨¢grimas en los ojos¡±. Esa ventaja fue la que le permiti¨® salir antes de que llegaran sus perseguidores, la que le dio tiempo suficiente para iniciar su astuta fuga de cangrejo. As¨ª, de improviso y a plena luz del d¨ªa. ¡°Cuando uno esta en peligro hace lo que sea. Si ahora lo pienso tranquilo, no s¨¦ c¨®mo lo hice. Era como la una o las dos de la tarde, con todo el calor, y yo ten¨ªa que andar despacio para que las huellas no levantaran sospechas¡±. Una vez lejos, subi¨® de poliz¨®n a un cami¨®n que le llev¨® hasta Bogot¨¢. Otra ciudad, otra vida.
Casi la mitad de la poblaci¨®n de todo el Choc¨® est¨¢ considerada v¨ªctima del conflicto armado, cerca de 204.000 personas. 11.000 murieron, bien asesinadas o por culpa de las minas. Otras 2.500 desaparecieron. El resto tuvo que abandonar sus casas a causa de la violencia de las FARC, el ELN, el Ej¨¦rcito Revolucionario Guevarista y los paramilitares. La mayor¨ªa escap¨® con las manos vac¨ªas y acab¨® instal¨¢ndose en los cinturones m¨¢s pobres de las ciudades, como la comuna 4 de Cazuc¨¢.
asi la mitad de la poblaci¨®n de todo el Choc¨® est¨¢ considerada v¨ªctima del conflicto armado
Durante las dos ¨²ltimas d¨¦cadas, el barrio no ha dejado de expandirse y lo ha hecho en sentido vertical. Con la llegada de las familias del Pac¨ªfico, las nuevas viviendas ¡ªtodas ilegales¡ª fueron ganando terreno hasta coronar la cima de esta colina fronteriza. Cazuc¨¢ vive hoy, tal y como advierte la ONU, en una permanente situaci¨®n de emergencia humanitaria. Convertido en una suerte de gueto aislado por la falta de accesos y de transporte p¨²blico, solo el 20% sus habitantes tiene acceso a los servicios b¨¢sicos. Empezar de nuevo en esta jungla urbana no ha sido f¨¢cil para miles de personas que, hasta ahora, nunca hab¨ªan salido de peque?as aldeas. A esta dificultad se suma la eterna morri?a, siempre a la zaga cada vez que el frio les eriza la piel.
El regreso del ¡°profe¡±
Roberto ten¨ªa 49 a?os cuando lleg¨® a Cazuc¨¢. Hoy se acerca a los 70, pero hay cosas que no han cambiado. En otro lugar, con otro equipo, este viejo entrenador vuelve a ser ¡°el profe¡±. Desde el exilio, entrena a Los Corintos, un grupo de 90 ni?os y ni?as de la comuna 4. ¡°Jugamos cada domingo. Aqu¨ª aprenden a ser tolerantes, a arreglar los problemas de manera pac¨ªfica. Pero lo m¨¢s importante es que si est¨¢n aqu¨ª, no est¨¢n en ning¨²n otro lugar¡±. Podr¨ªa parecer una obviedad, pero no. Durante los ¨²ltimos a?os los vecinos de Cazuc¨¢ han tenido que lamentar la muerte de al menos 20 j¨®venes por culpa del narcotr¨¢fico y las pandillas. ¡°Es un problema muy duro. Los padres no saben c¨®mo ayudarles, necesitan algo que ocupe su tiempo libre. Si al menos vienen 90 ni?os a entrenar, son 90 ni?os que les quitamos a las pandillas¡±, defiende el entrenador. Seg¨²n datos policiales, actualmente existen 22 pandillas en toda la localidad de Soacha. Las forman j¨®venes de entre 14 y 25 a?os, muchos est¨¢n armados. Pero este no es el ¨²nico problema. Como advirti¨® en 2014 la Defensor¨ªa del Pueblo, tambi¨¦n son frecuentes los reclutamientos de ni?os por parte de grupos armados que se ocultan en los alrededores de esta zona para aprovechar su proximidad con Bogot¨¢. Son los mismos grupos que obligaron a huir a sus padres en el Pac¨ªfico, al propio Roberto; pero esta vez, dice, no piensa marcharse.
Seg¨²n la Fundaci¨®n World Coach Colombia, dedicada a la formaci¨®n de entrenadores de f¨²tbol en regiones en conflicto, la figura del 'profe' es clave para apartar a los ni?os de la guerra. Recientemente, dentro de las negociaciones de paz entre las Farc y el Gobierno de Colombia, ambas partes han firmado un acuerdo para facilitar la desmovilizaci¨®n de los menores de entre 15 y 18 a?os. Se calcula que habr¨ªa entre 3.000 y 3.500 ni?os en las filas de este grupo guerrillero. Se les suele utilizar para cometer hurtos y para el trafico de drogas, aunque tambi¨¦n para sembrar minas o fabricar artefactos explosivos. Alejar a los menores de la guerra y las bandas criminales es hoy uno de los mayores desaf¨ªos del pa¨ªs.
¡°Roberto se pellizca mucho para sacar adelante esto, est¨¢ pendiente de todo, motiva a los ni?os para que sean alguien en la vida¡±, cuenta Jos¨¦ Albeiro Forero, uno de los padres de Cazuc¨¢. El sue?o del entrenador es ahora conseguir fondos suficientes para construir un campo de f¨²tbol de verdad. De momento el ¨²nico espacio para jugar es una vieja escombrera. Con un buen campo quiz¨¢ podr¨ªan inscribirse en la liga regional y, qui¨¦n sabe, tal vez alg¨²n ojeador podr¨ªa fijarse en uno de sus chavales. ¡°Yo todos los d¨ªas le pido al alt¨ªsimo que ayude a los muchachos, que al menos uno llegue a profesional¡±, suplica Roberto. Ya ocurri¨® una vez, el entrenador recuerda con orgullo c¨®mo el futbolista Marcos P¨¦rez, que jug¨® en el Real Zaragoza en 2010, sali¨® de la calles de la comuna 4 de Cazuc¨¢. ¡°Mientras que uno tenga vida hay que seguir so?ando. Qui¨¦n sabe si de pronto un d¨ªa sale de aqu¨ª un James, un Nelson Martinez, un Falcao. A mi no me llega la pelona (la muerte) antes de ver eso¡±.
Mientras eso ocurre, la verdadera victoria de Los Corintos se decide cada domingo cuando toca el momento del recuento antes de empezar a jugar. Ese momento en el que el profe contiene la respiraci¨®n y en silencio reza para que no falte nadie.
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