La c¨¢rcel del terror
Tres mil presos se amontonan, entre heces y mugre, en Quez¨®n City, una prisi¨®n filipina construida para 700 reclusos
En Filipinas, seg¨²n los informes recogidos por instituciones privadas, hay 115.000 presos, de los cuales apenas el 35% ser¨¢n declarados culpables; el resto, una abrumadora mayor¨ªa, son el desgraciado resultado de detenciones preventivas, que malviven en condiciones infrahumanas en las c¨¢rceles del pa¨ªs. La prisi¨®n de Quez¨®n City, en Manila, ofrece una imagen terror¨ªfica del grado de inhumanidad al que se puede llegar cuando a la negligencia policial se une un sistema judicial an¨¦mico, con pocos efectivos e impotente para sustanciar todos los casos que se le presentan.
Si se admite que la fotograf¨ªa ampl¨ªa la realidad hasta convertirla en imagen hiperrealista, la de Quez¨®n City nos muestra un informe hacinamiento de personas convertidas en escorzos deformes de s¨ª mismos. Duermen pegados, mugre con mugre (no hay agua corriente), en contacto pegajoso y permanente, empapados de suciedad y heces, propias o ajenas, doloridos por los for¨²nculos o las infecciones contra¨ªdas, aguijoneados adem¨¢s por los presos que todav¨ªa velan y desean descabezar un corto e inquieto sue?o. Lo que no dice la foto es que tienen que dormir por turnos (y algunos en cuclillas), porque no caben en las celdas ni en la cancha de baloncesto del complejo penitenciario. Es un castigo que ni siquiera una mente refinada como Dante Alighieri hubiera imaginado para el s¨¦ptimo c¨ªrculo del Infierno.
Los n¨²meros, las estad¨ªsticas, lo resumen todo o casi todo, bien que a su modo. Quez¨®n City fue construida para albergar a 700 presos. Probablemente se pens¨® en ella como una experiencia para regenerar el sistema penitenciario. Pero la realidad se ha impuesto; hoy est¨¢n comprimidos en ella casi 3.000. Las celdas fueron dise?adas para 20 reclusos; hoy en las m¨¢s despejadas se amontonan 200.
La distop¨ªa de Soylent Green, la espl¨¦ndida pel¨ªcula de Richard Fleischer, nos ha alcanzado en una c¨¢rcel de Manila. Cre¨ªamos que el terror carcelario consist¨ªa en la vigilancia continua, en el aislamiento, la soledad y la desconexi¨®n con el mundo. Pues no; consiste en apilar personas, despojarlas de su humanidad y abandonarlas a la humillaci¨®n y a la enfermedad.
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