Dependientes del turismo

No hay duda de que la hosteler¨ªa y el turismo est¨¢n impulsando el aumento del empleo y la disminuci¨®n del paro. Las oficinas de empleo han contabilizado durante el mes de julio un descenso del paro en casi 84.000 personas y un aumento de los cotizantes en 84.721 personas. Tampoco es dif¨ªcil pronosticar que durante los pr¨®ximos meses continuar¨¢ la ca¨ªda del paro, porque Espa?a se ha instalado en una senda de crecimiento y porque el turismo se ha convertido en un motor del crecimiento.

Hay que insistir en que esta situaci¨®n, obviamente mejor que la de 2014 y 2015, tiene que analizarse en conjunto con otros factores decisivos para configurar el futuro de la econom¨ªa. No es necesario subrayar el problema de la precariedad del empleo que se genera ni la obviedad de que, como en 2007, el crecimiento pende del turismo y la construcci¨®n, precisamente las actividades m¨¢s vulnerables a los efectos de una eventual crisis. La recesi¨®n, ya superada, no nos ha ense?ado la lecci¨®n de que la productividad real del sistema debe aumentar y que el crecimiento debe sustentarse en mercados m¨¢s innovadores que el turismo y el ladrillo.

El grado de bienestar social, que es lo que hay que empezar a medir, no lo dan los contratos a un mes ni los microsalarios, por m¨¢s que sea mejor que nada y que as¨ª se mejoren las estad¨ªsticas macroecon¨®micas. Tiene m¨¢s que ver con la percepci¨®n de que el Estado financia un gasto social adecuado, para sanidad, educaci¨®n o, por cierto, en prestaciones y subsidios a los desempleados. El Gobierno en funciones, que no cesa de felicitarse por el descenso del paro, tambi¨¦n est¨¢ obligado a explicar p¨²blicamente por qu¨¦ la tasa de cobertura del desempleo baja en picado; y por qu¨¦ guarda silencio sobre este aspecto crucial para la estabilidad social. Confiemos en que el Gobierno que salga de la investidura se preocupe m¨¢s por el bienestar y menos por las estad¨ªsticas.