Perder el norte
M¨¦xico tambi¨¦n puede seguir la tendencia de hast¨ªo que ha impulsado al Brexit y a Trump
La construcci¨®n europea, la globalizaci¨®n y sus efectos y vertientes regionales de libre comercio han generado discusiones durante el ¨²ltimo medio siglo. Sin embargo, se ha tratado de debates sobre la soberan¨ªa, la supranacionalidad, el anclaje de la democracia y del respeto a los derechos humanos; o bien, como en el caso de los efectos de la globalizaci¨®n en Estados Unidos, M¨¦xico y Am¨¦rica Latina, la conversaci¨®n ha tenido lugar solo entre la clase pol¨ªtica.
Europa vive una tormenta perfecta. Coinciden la ira contra situaciones nacionales cr¨ªticas o exasperantes, y un hartazgo con m¨²ltiples afrentas regionales. En Europa occidental y central, por parte de unos, con el desempleo, los refugiados sirios, las costumbres musulmanas, con gobernantes a distancia, y con una sensaci¨®n intangible de p¨¦rdida de identidad. Por parte de otros, el hartazgo se dirige contra la discriminaci¨®n racial y cultural, contra el desempleo de j¨®venes marginados.
Cuando el conjunto de hartazgos encuentra solo "m¨¢s de lo mismo", quienes los padecen pueden perder los estribos
El resultado del Brexit proviene de dos factores: un hast¨ªo o incluso repudio al statu quo simbolizado ¡ªde manera falsa¡ª por la supuesta ola migratoria, por la dictadura de Bruselas que no permite a los ingleses conservar sus usos y costumbres, y una nostalgia por el imperio perdido. Estas premisas ciertas o falsas, no deben ni pueden ser ignoradas. Emerger¨¢n y se intensificar¨¢n en pa¨ªs tras pa¨ªs.
En Estados Unidos, sucede algo similar: la ira, que en ocasiones se transforma en desesperaci¨®n, abarca desde la rabia de j¨®venes negros que no aceptan los excesos de polic¨ªas blancos, hasta la de ¡°anglos¡± blancos indignados por el discurso ¡°anti-cop¡± de los manifestantes. Se extiende a quienes han tenido que canjear un buen empleo en una f¨¢brica de autom¨®viles por otro en McDonald¡¯s, de Latinos hartos de vivir en las sombras y ser objeto de redadas, y racismo, y de ¡°white old men¡± que no comprenden porque en sus comunidades se habla un idioma extra?o. Concluye con el creciente miedo de verse expuestos a un atentado de origen isl¨¢mico de un tipo u otro.
El traslado de puestos de trabajo a otros pa¨ªses resuena con la gente. Poco se ha hecho para ayudar a estas v¨ªctimas de la globalizaci¨®n
Cuando el conjunto de estos hartazgos encuentra solo ¡°m¨¢s de lo mismo¡± en el gobierno y en la vida, quienes los padecen pueden perder los estribos. Cuando Conservadores y Laboristas en Reino Unido ofrecen la misma tibieza ante la migraci¨®n o los mediocres servicios p¨²blicos y la austeridad, los votantes enloquecen y mandan todo al diablo. Cuando Dem¨®cratas y Republicanos estadounidenses proponen a Clinton y a Bush (no los de 1992 sino los de 2016) como ¨²nica soluci¨®n ante una recuperaci¨®n econ¨®mica raqu¨ªtica y una confrontaci¨®n social creciente, los electores tiran para el monte.
Ah¨ª est¨¢ Trump y su ¡°Make America great again¡± que apela a los peores sentimientos de la gente: el miedo a lo externo (v¨ªa migrantes, importaciones y desplazamiento de empleos a otros pa¨ªses), el racismo, y la a?oranza de una edad de oro. Tambi¨¦n conecta con coraje frente a una situaci¨®n econ¨®mica y social en pleno deterioro, caracterizada por la desigualdad a pesar del retorno al crecimiento. El traslado de puestos de trabajo a otros pa¨ªses, resuena con la gente. Poco se ha hecho para ayudar a estas v¨ªctimas de la globalizaci¨®n.
En M¨¦xico, las elecciones, encuestas y an¨¦cdotas confirman el mismo hartazgo. Solo que se vuelca contra la corrupci¨®n, la prepotencia de magnates y funcionarios, la incompetencia y mentira gubernamental. La mediocridad que se vive ha creado un sentimiento contra el sistema que se alimenta de esc¨¢ndalos de corrupci¨®n por parte del gobierno, as¨ª como de nuevas violaciones a derechos humanos y de la violencia creciente.
En M¨¦xico la globalizaci¨®n nunca se debati¨®. Las pol¨ªticas necesarias para aminorar los efectos negativos, nunca se implementaron. Tampoco se dise?aron o adoptaron medidas para paliar esos efectos negativos, por ejemplo, los precarios salarios del sector manufacturero y de exportaci¨®n. El pa¨ªs entero est¨¢ ahora pagando ese precio.
Si en M¨¦xico lo ¨²nico que se le propone al electorado es de nuevo un Pe?a Nieto recurrente y la re-elecci¨®n disfrazada con la esposa de Felipe Calder¨®n, es altamente probable que el pa¨ªs opte por algo que no parezca ser m¨¢s de lo mismo, aunque lo sea: L¨®pez Obrador. Si lo es o no, tanto en M¨¦xico como en Europa o EU, casi no importa. El hartazgo, como la naturaleza frente al vac¨ªo, aborrece el ¡°m¨¢s de lo mismo¡±. En ausencia de otra cosa, quienes est¨¢n hartos pierden el norte. No nos sorprendamos si en el 2018, M¨¦xico elije a un presidente con las mismas tendencias que el de Estados Unidos o Gran Breta?a.
Jorge G. Casta?eda, exministro de Asuntos Exteriores de M¨¦xico, es profesor de Ciencias Pol¨ªticas y Estudios Latinoamericanos y del Caribe en la Universidad de Nueva York.
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