El Gobierno del Parlamento
Una fiscalizaci¨®n parlamentaria fuerte es fundamental en un entorno pol¨ªtico fragmentado. Los partidos tienen que entrar en una nueva l¨®gica en la que la oposici¨®n no solo debe no negarse, sino sobre todo implicarse y entenderse
No somos el primer pa¨ªs de Europa en tener una investidura de Gobierno dif¨ªcil. Aunque a¨²n no est¨¢ clara cu¨¢l ser¨¢ nuestra f¨®rmula final, Mariano Rajoy ha decidido intentar la ¡°v¨ªa irlandesa¡±, la misma de su hom¨®logo Enda Kenny, l¨ªder del partido conservador Fine Gael. Tras las nuevas elecciones del pasado mes de febrero, Kenny tuvo que negociar durante m¨¢s de dos meses y someterse a cuatro sesiones de investidura para volver a ser elegido, esta vez en minor¨ªa, gracias a la abstenci¨®n de su hist¨®rico rival, el Fianna F¨¢il. Una t¨®nica de formaci¨®n de Gobierno cada vez m¨¢s frecuente en Europa: mayor fragmentaci¨®n y volatilidad electoral que aboca a Parlamentos sin mayor¨ªas claras, con investiduras tortuosas y legislaturas complejas.
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Pese a la aparente guerra de trincheras en la que se encuentran todos los partidos, esta vez es m¨¢s probable que arranque una legislatura en precario sin terceras elecciones. Esto es no solo porque con el 26-J se redujo la volatilidad electoral, sino tambi¨¦n porque la fragmentaci¨®n partidista es menor y uno de los bloques, la suma del PP y Ciudadanos, se acerca m¨¢s a la mayor¨ªa absoluta. Tambi¨¦n la presi¨®n para formar Gobierno est¨¢ siendo m¨¢s intensa que tras el 20 de diciembre, dado que hay unos Presupuestos Generales por aprobar y muchos retos europeos pendientes. Los partidos han medido sus fuerzas dos veces en poco tiempo y, por m¨¢s veces que acudamos a las urnas, el acuerdo entre diferentes formaciones seguir¨¢ siendo necesario.
Sin embargo, aunque el PP retiene la iniciativa para formar Gobierno, no deber¨ªa olvidarse que los 137 diputados populares formar¨ªan la mayor¨ªa parlamentaria gubernamental m¨¢s peque?a desde 1977. Adem¨¢s, la situaci¨®n es complicada para Rajoy porque debe transitar el camino inverso a Aznar, al pasar de una mayor¨ªa absoluta a una mayor¨ªa relativa. Tras haber aprobado muchas leyes en solitario quiz¨¢ se vea obligado a virar en sus pol¨ªticas e incluso desandar en algunas de ellas. De hecho, su gran dificultad es encontrar socios que ensanchen esa mayor¨ªa en el Congreso. Los populares podr¨ªan intentar atraerse hacia s¨ª a Ciudadanos invit¨¢ndoles a entrar en el Gobierno, pero ni as¨ª llegar¨ªan a la absoluta. Eso s¨ª, probablemente implicar¨ªa darle ox¨ªgeno a un partido con el que compiten directamente y dificultar al Ejecutivo pactar con los nacionalistas conservadores, haciendo al PSOE el actor central con poder de veto.
Si hay comisiones bien dotadas, la complejidad para gobernar no se convierte en par¨¢lisis
Sea como fuere, incluso si los populares consiguen hacer valer la ¡°f¨®rmula irlandesa¡±, con un Gobierno minoritario investido gracias a la abstenci¨®n de los partidos de la oposici¨®n, la gobernabilidad les va a resultar complicada en extremo. Lo bueno para el pa¨ªs es que este ser¨ªa el momento para introducir un reequilibrio de poderes. En Europa Continental los Gobiernos de coalici¨®n o en minor¨ªa son el subproducto obligado de una fragmentaci¨®n pol¨ªtica permanente, fruto a su vez de su diversidad social y sus sistemas electorales proporcionales. Un subproducto que bien pensado tiene m¨¢s ventajas que inconvenientes. Una diversidad y complejidad que ha hecho posible el desarrollo de instituciones que, en lugar de basarse en la l¨®gica del principio de la mayor¨ªa, lo hacen en el principio ¡ªtambi¨¦n democr¨¢tico¡ª de la transacci¨®n. De entre esas instituciones la central es el propio Parlamento.
Los acad¨¦micos suelen distinguir entre sistemas con Parlamentos fuertes o con Parlamentos d¨¦biles. En los primeros las comisiones legislativas son muy relevantes y tienen gran influencia elaborando leyes. En pa¨ªses como B¨¦lgica, Dinamarca, Alemania, Pa¨ªses Bajos, Noruega o Suecia estos comit¨¦s tienen gran autonom¨ªa y permiten a la oposici¨®n condicionar de manera relevante las pol¨ªticas p¨²blicas gubernamentales. La composici¨®n y las presidencias de las comisiones se deciden en proporci¨®n al tama?o de cada partido, independientemente de que est¨¦n o no en el Gobierno. En el polo contrario est¨¢n Francia, Reino Unido o Grecia, donde las comisiones son relativamente d¨¦biles y los partidos de la oposici¨®n casi nunca las presiden. En este segundo grupo de pa¨ªses los Parlamentos tienden a ser una correa de transmisi¨®n de las propuestas gubernamentales, por m¨¢s vistosos que sean los debates en Westminster.
Tener un Parlamento fuerte es fundamental en un entorno fragmentado. Por un lado, para que sea posible la fiscalizaci¨®n de cualquier acuerdo con el Gobierno, permitiendo que los socios parlamentarios monitoricen y controlen la labor del Ejecutivo. Y, por otro lado, porque un Parlamento fuerte permite que los partidos de la oposici¨®n puedan condicionar de manera m¨¢s eficiente la pol¨ªtica gubernamental. Un partido puede preferir no entrar en coalici¨®n para evitar la responsabilidad de estar en el Gobierno, en especial si hay que aplicar pol¨ªticas impopulares, pero marcarle el paso depender¨¢ de su pol¨ªtica parlamentaria. Si hay comisiones con medios y con dotaci¨®n, diputados y asistentes con perfil t¨¦cnico, la complejidad para gobernar no se convierte en par¨¢lisis. As¨ª pas¨®, por ejemplo, cuando el primer ministro socialdem¨®crata sueco Stefan L?fven pudo evitar unos nuevos comicios en 2015 gracias a pactar desde el Parlamento la ejecuci¨®n de los Presupuestos de la oposici¨®n de centro-derecha.
?sta es la primera vez que la oposici¨®n puede, si quiere, marcar el paso desde el Congreso
En Espa?a queda mucho camino por recorrer y urge modificar las instituciones para lidiar con un entorno de gobernabilidad m¨¢s compleja que no desaparecer¨¢ en el medio plazo. De hecho, podemos ver no solo que el Gobierno tiene dificultades para aprobar sus iniciativas legislativas, sino que el propio Congreso de los Diputados gobierna a la contra. Si Ciudadanos y Podemos superan sus vetos mutuos podr¨ªa haber mayor¨ªas variables y llegar a acuerdos con el PSOE en temas esenciales. Aunque en materia socioecon¨®mica esto sea quiz¨¢ m¨¢s dif¨ªcil, no tiene por qu¨¦ serlo en reformas institucionales, lucha contra la corrupci¨®n o regeneraci¨®n democr¨¢tica. Algo que no excluye ni mucho menos a los partidos nacionalistas de la ecuaci¨®n.
Esta din¨¢mica ya se est¨¢ dando en muchas Asambleas auton¨®micas y, pese a no haber sido capaces de pactar un Gobierno, PSOE, Ciudadanos y Podemos votaron juntos el 63% de las veces la pasada legislatura. Tener los reglamentos a mano, como dec¨ªa el conde de Romanones, siempre ha importado mucho en Espa?a, pero esta es la primera vez que la oposici¨®n puede, si quiere, marcar el paso desde el Congreso. Esto lo saben bien no solo el socialdem¨®crata Stefan L?fven en Suecia o el democristiano Enda Kenny en Irlanda, tambi¨¦n los Gobiernos de centro-derecha de Croacia o Chipre. Para ello es fundamental que los partidos pol¨ªticos espa?oles tambi¨¦n entren en una nueva l¨®gica en la que la oposici¨®n no solo debe no negarse, sino sobre todo implicarse y entenderse. Los retos de esta legislatura, con la sombra de nuevos ajustes y reformas pendientes acechando, invitan a no desaprovechar la oportunidad.
Pablo Sim¨®n es profesor de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad Carlos III.
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