Deriva extremista
La violencia verbal y su plan econ¨®mico revelan la desesperaci¨®n de Trump
Donald Trump, candidato a la presidencia de los Estados Unidos por el Partido Republicano, ha iniciado una fase de su campa?a que oscila entre la radicalidad extrema y la infamia encubierta. Su discurso pidiendo a los partidarios de la Segunda Enmienda (posesi¨®n de armas) que ¡°contengan¡± a la candidata dem¨®crata Hillary Clinton y su acusaci¨®n a Obama de ser ¡°el fundador del Estado Isl¨¢mico¡± (y a Clinton ¡°cofundadora¡±) pueden interpretarse como el inicio de una fase pol¨ªtica autodestructiva. Trump y su equipo parecen ser conscientes de que su apoyo electoral est¨¢ cayendo de forma tan significativa que hace muy probable su derrota (a cien d¨ªas de las elecciones, no obstante, cualquier cosa puede pasar) y, por ello, pretenden captar al votante m¨¢s radical.
Nada justifica el recurso a la calumnia y la incitaci¨®n a la violencia, ni siquiera la propensi¨®n personal del candidato a los discursos ofensivos ni sus pueriles intentos de calificar las apelaciones violentas como ¡°rasgos de humor¡±. En su intento por captar el voto extremista, Trump est¨¢ desvi¨¢ndose hacia una conducta p¨²blica crimin¨®gena. La mesura y la ecuanimidad nunca han sido las facetas m¨¢s destacadas de su personalidad, pero sus discursos en Carolina del Norte y Fort Lauderdale han cruzado una l¨ªnea que un candidato a la presidencia ni siquiera debe rozar. Su incontinencia da la raz¨®n a los 50 ex altos cargos republicanos: Trump ¡°no cree en la Constituci¨®n¡±, y si llegara a ser presidente ¡°pondr¨ªa en peligro la seguridad nacional y el bienestar del pa¨ªs¡±.
Editoriales anteriores
Adem¨¢s, su amago de programa econ¨®mico ha disparado todas las alarmas entre los agentes sociales, empresariales y financieros del pa¨ªs. Las propuestas de Trump ratifican el retroceso hacia la llamada econom¨ªa vud¨² de los lejanos tiempos de Ronald Reagan: recortes fiscales para las empresas (del 35% al 15%), proteccionismo comercial, desregulaciones masivas (sobre todo, las que se refieren a los programas de protecci¨®n federal) y mucha ret¨®rica de baja ley para ocultar detr¨¢s del escudo patri¨®tico un plan econ¨®mico regresivo y, a corto plazo, probablemente t¨®xico para la incipiente recuperaci¨®n estadounidense.
Con una pol¨ªtica monetaria expansiva en marcha (quantitative easing) que ha sido la principal palanca para la recuperaci¨®n econ¨®mica ¡ªy que tendr¨ªa que apoyar el pr¨®ximo presidente¡ª, los recortes fiscales que propone el candidato republicano ser¨ªan sencillamente devastadores. La propuesta de suprimir el impuesto sobre sucesiones es sumamente estramb¨®tica. Buena parte de la clase empresarial estadounidense m¨¢s creativa, apoyada por los cuadros econ¨®micos dem¨®cratas, defiende la persistencia de ese impuesto como un mensaje pol¨ªtico: la solidaridad y la equidad intergeneracionales son posibles.
?Las sugerencias proteccionistas de Trump amenazan a Estados Unidos, pero tambi¨¦n al resto de las ¨¢reas econ¨®micas. Buena parte del bienestar econ¨®mico acumulado durante los ¨²ltimos 70 a?os est¨¢ fundamentado en la tenaz liberalizaci¨®n del comercio mundial. Para Washington y para Bruselas es crucial que se firme el TTIP (acuerdo comercial entre ambas zonas). Si las propuestas de Trump llegan a concretarse, gran parte de la econom¨ªa mundial volver¨ªa a la ¨¦poca premercantil.
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