A quien corresponda
ES PARA M? un placer recomendarles a Mar¨ªa Ogura para la plaza de lecturer de espa?ol en el Department of Spanish and Portuguese de la escuela de Artes y Ciencia de New York University.
Tras haber le¨ªdo la hasta ahora ¨²nica novela de Ogura, El inventor del individualismo, creo intuir que esa exquisita sujeci¨®n al canon realista espa?ol de la que hace gala en su primer libro tendr¨¢ continuidad en la segunda novela que se propone escribir y para la que necesita la estabilidad econ¨®mica que podr¨ªa proporcionarle la plaza de lecturer.
Para el puesto solicitado considero que es una candidata id¨®nea, no s¨®lo por la experiencia que tiene en la ense?anza del espa?ol, sino porque, como deja ver en El inventor del individualismo, su particular relaci¨®n con el lenguaje revela una clase de conocimiento ¨ªntimo de la lengua y unas capacidades comunicativas fuera de lo com¨²n y que, a buen seguro, en caso de ser elegida, sabr¨ªa tambi¨¦n transmitir de una manera clara y desenfadada en las aulas.
He insinuado un notable genio comunicativo, y cr¨¦anme que sin duda lo tiene. No hay d¨ªa en que al hablar en p¨²blico no mantenga con fuerza el inter¨¦s de los oyentes. Y es curioso y debo exponerlo aqu¨ª: parte del inter¨¦s que sabe crear surge en realidad de la ¨ªntima fascinaci¨®n que siente por un tipo de inseguridad que tiene a bien delatar en p¨²blico de pronto, cuando menos uno lo espera.
Es la misma fascinaci¨®n por la fragilidad que se asoma de vez en cuando a las p¨¢ginas de El inventor del individualismo, donde de repente todo cambia y, como si se hubiera hartado de ser tan adorablemente convencional y de estar s¨®lo complaciendo a trasnochados ¡°soci¨®logos de la literatura¡± de su f¨²nebre pa¨ªs, da giros de 180 grados y entonces personajes, sentimientos y hechos se ven sometidos a un vuelco radical que apenas dura nada, pero nos deja perplejos, pues sentimos que, sin haberlo solicitado, se nos quiere obligar por momentos a poner patas arriba todo, especialmente la buena conducta de la convencional narradora.
Ni que decir tiene que, dado que hay que saber mantener en todo momento la atenci¨®n de los alumnos, considero que esa peculiar fascinaci¨®n por la inseguridad que la lleva de pronto a buscar en la intemperie el fr¨ªo de lo imprevisto, le habr¨¢ de ser a Ogura de una gran utilidad a la hora de mantener tanto la tensi¨®n como la atenci¨®n en las aulas, siempre y cuando se d¨¦ el caso, claro, de que se decidan ustedes a elegir a mi recomendada y por tanto se atrevan a correr el bello riesgo de que hall¨¢ndose ella, por ejemplo, dictando una lecci¨®n sobre la prodigiosa incidencia de la crisis econ¨®mica en la narrativa espa?ola actual, interrumpa en seco su discurso para tatarear Help y preguntarse poco despu¨¦s c¨®mo puede ser que en su tierra muy pocos sean conscientes de que el lenguaje no es nunca algo que represente la realidad, sino algo que ¡°hace y deshace¡± esa realidad, siempre desde la m¨¢s irrevocable subjetividad.
Por esto y por lo otro, apoyo la candidatura de Mar¨ªa Ogura, pues su insegura forma de trabajar s¨®lo puede mejorar las clases de la New York University. Pero no duden en consultarme cualquier informaci¨®n adicional. Reciban un cordial saludo.
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