El 'Triunfo' del desamor
El chisme era m¨¢s o menos conocido y circulaba as¨ª: durante el a?o que Emma Cohen y Fernando Fern¨¢n G¨®mez se separaron ella se li¨® con el escritor Juan Benet, relaci¨®n que se rompi¨® por gracia de una carta escrita por Fern¨¢n G¨®mez en la revista Triunfo en la que el actor le suplicaba a su excompa?era que volviera a su lado. Con la muerte de la actriz el pasado 12 de julio la an¨¦cdota revivi¨®, y con ella mi curiosidad por un episodio que as¨ª contado tiene m¨¢s de inquietante que de rom¨¢ntico.
?Por qu¨¦ har¨ªa Fernando Fern¨¢n G¨®mez semejante cosa? Un hombre en apariencia pudoroso, tan poco dado a exhibir sus intimidades, ?tan desesperado estaba? Consultado el archivo de la revista (a disposici¨®n de cualquiera en Internet) y hechas otras pesquisas, la conclusi¨®n es: no existe ning¨²n texto dedicado de forma expl¨ªcita a Emma Cohen. Tras interpelar al equipo de Triunfo Digital la respuesta fue la misma: si la columna lleg¨® a existir ellos tampoco la encontraban. Lo que s¨ª aparece, como tambi¨¦n concluy¨® Arcadi Espada en su blog al d¨ªa siguiente de morir la actriz, es un largo art¨ªculo autobiogr¨¢fico que, le¨ªdo con cierto detenimiento, encierra aparentemente esa famosa carta de amor.
En enero de 1981, de forma insospechada y cuando ten¨ªa 59 a?os, el actor publicaba un texto de seis p¨¢ginas sobre s¨ª mismo, intentando explicar al mundo (o a una sola persona) qui¨¦n era ¨¦l. La portada de la revista, centrada en la llegada de Ronald Reagan a la Casa Blanca, alertaba contra ¡°los nuevos seductores de la derecha perenne¡± con un texto de Manuel Vicent. M¨ªtica publicaci¨®n dirigida por Jos¨¦ ?ngel Ezcurra que hab¨ªa representado la resistencia intelectual frente al franquismo y en la que destet¨® buena parte de la progres¨ªa, la revista cerrar¨ªa s¨®lo un a?o despu¨¦s.
En su texto, Fern¨¢n G¨®mez teoriza sobre su vida sentimental y su temor a la ¡°enfermedad¡± del desamor: ¡°De destrozo en destrozo, de derrota en derrota, amable lector, ha ido transcurriendo mi vida sentimental¡±, escribe. Recuerda que de joven hab¨ªa estado perdidamente enamorado de Marlene Dietrich, y desde entonces ansiaba encontrar una mujer as¨ª, una femme fatale como las del cine, capaz de destrozarle la vida. En cierta ocasi¨®n, prosigue, sentado en un banco del madrile?o Paseo de la Castellana, le cont¨® su anhelo a un ligue (¡°una mujer bell¨ªsima y muy inteligente¡±) que le brind¨® una buena estocada: ¡°A ti no se te puede destruir, Fernando. T¨² ya est¨¢s destruido¡±.
En ning¨²n momento nombra a Emma Cohen, pero se refiere a ella como la compa?era de su vida. ¡°Compartimos nuestros proyectos, confundimos nuestros recuerdos, llen¨® la casa de risas, de bromas, de juegos y de amigos. Cuanto ella pod¨ªa tener de hospitalario me lo entreg¨®, procurando con su gran instinto resta?ar viejas heridas, y con minuciosa delicadeza no abrir ninguna nueva. Como si todo hubiera de cambiar con su aparici¨®n, mi trabajo mejor¨® s¨²bitamente¡±. S¨®lo vuelve a su amada en las l¨ªneas finales del texto: ¡°A la vuelta a Madrid, mi compa?era me abandon¨®. Aqu¨ª termina mi autobiograf¨ªa. A partir de aqu¨ª empieza la de otro se?or, ojal¨¢ me lleve bien con ¨¦l¡±.
Seg¨²n Luis Alegre, que dirigi¨® la pel¨ªcula-conversaci¨®n La silla de Fernando junto a David Trueba, estamos ante el embri¨®n de El tiempo amarillo, las indispensables memorias que el actor public¨® por primera vez en 1995. ¡°En realidad un pretexto para camuflar, para meter de contrabando, esa declaraci¨®n de amor que tuvo efectos fulminantes: al leerlo, Emma volvi¨® a su lado¡±.
En otras palabras, de no haber existido ese abandono es probable que Fernando Fern¨¢n G¨®mez no hubiese tenido la necesidad de escribir la autobiograf¨ªa de Triunfo, p¨¢ginas urgentes sin las que quiz¨¢ hoy no existir¨ªan sus maravillosas memorias.
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