Al fin una droga buena para la salud: leer alarga la vida
Buenas noticias para los devoradores de p¨¢ginas deseosos de no saciar el hambre jam¨¢s

Este art¨ªculo sin duda les puede interesar: ya sab¨ªamos que el deporte puede aumentar nuestra esperanza de vida en cinco a?os; que el grano entero del cereal disminuye las posibilidades de muerte prematura en un 7%; que la interacci¨®n de dos genomas mitocondriales alarga la vida un 16%, seg¨²n public¨® en Nature un equipo de cient¨ªficos espa?oles que analiz¨® a 20 generaciones de roedores, e incluso que comer poco es una f¨®rmula que atrasa el envejecimiento debido a la producci¨®n de sulfuro de hidr¨®geno que genera, seg¨²n estudios realizados en la Universidad de Harvard en ratones y que han venido a avalar la pr¨¢ctica oriental de que comer sin llenarse es un seguro de longevidad.
Pero hay algo que no se ha medido en ratones, sino en personas, y que trae buenas noticias para los devoradores de p¨¢ginas deseosos de no saciar el hambre jam¨¢s: leer alarga la vida, y cuanto m¨¢s, mejor. Aqu¨ª no hay dietas y el ¨²nico milagro est¨¢ en la mayor cantidad: los lectores de 3,5 horas a la semana de media viven un 17% m¨¢s que los que no abren un libro; quienes leen m¨¢s tiempo a¨²n, un 23% m¨¢s. Son casi dos a?os ¡ª?dos a?os!¡ª de propina que merece la pena tener en cuenta.
Un estudio sobre salud y jubilaci¨®n realizado por investigadores de la Universidad de Yale ha evaluado durante 12 a?os a 3.635 personas y, despu¨¦s de eliminar los factores correctores de sexo, raza, situaci¨®n de salud y posibles obesidad o depresi¨®n, certifica limpiamente que leer alarga la vida.
El estudio, publicado en Social Science & Medicine, concluy¨® que los lectores de libros suelen ser mujeres con estudios y mayor poder adquisitivo, pero no es eso lo determinante sino, simplemente, leer. ¡°La gente que lee media hora al d¨ªa ya tiene una ventaja de supervivencia significativa con respecto a los que no leen nada¡±, explica Becca R. Levy, profesora de Epidemiolog¨ªa de Yale y principal autora del estudio, a The New York Times. ¡°Y esa ventaja permanece tras corregir la salud, la educaci¨®n, las habilidades cognitivas y muchas otras variables¡±.
El estudio no eval¨²a g¨¦neros literarios ni calidades, y aparentemente Cervantes o Dickens tienen las mismas posibilidades de alargarnos la vida que Ildefonso Falcones o Dan Brown. La prensa, nos dicen, no cuenta igual. ?Tal vez el siguiente paso para Yale es medir con qu¨¦ autores podemos vivir un poco m¨¢s? Es una idea.
Ahora ya sabemos que la poes¨ªa no aporta antioxidantes como el arroz integral y que, sin embargo, Rafael Cadenas o Claribel Alegr¨ªa son pura gimnasia para la cabeza; como el ensayo no tiene que ver con las grasas monoinsaturadas ni la novela con el riesgo cardiovascular, y sin embargo un Houellebecq o Jos¨¦ Luis Sampedro nos pueden mantener el nivel de las palpitaciones adecuadas. Es un hallazgo genial para acabar el verano: por una vez, la droga que queremos en vena es buena para la salud. A ser posible, con una tostada integral en la otra mano.
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