Ojal¨¢ wifi

A estas alturas de mes usted no estar¨¢ implorando por la paga del que viene, no, ni por dejar de gastar pasta en el chiringuito. A estas alturas de mes usted (como yo y como cualquier hijo de smartphone) solamente quiere gigas. Megas. Datos. ??Hay wifi!?

Si durante el a?o nos los comemos, en verano los devoramos. Dicen los que saben de esto que no, que el tr¨¢fico cae, que ni Perry mira una noticia, un tuit, desde el otro lado del asfalto. No s¨¦ yo. Aunque yo tampoco veo: ve la c¨¢mara. Fotos y m¨¢s fotos (que luego acaban con la memoria, tuya y del m¨®vil, pero eso da para una segunda entrega), todas subidas a Facebook, a Instagram. Y ahora al zampadatos del momento: Snapchat. Eso que por suerte no me he viciado (por ahora) a Pok¨¦mon Go. Ese va en la tercera entrega.

Est¨¢n guays las lenguas de perro, la cara de tostada, la coronita de maripositas doraditas tan bonita. Est¨¢ guay pasar los v¨ªdeos palante y patr¨¢s, para poder decir chorradas y que todos lo vean pero nadie entienda un carajo. Est¨¢ guay que s¨®lo se suban cosas al momento (?o eso era antes?), que todo dure 24 horas. Est¨¢ guay ver qui¨¦n te ve. Est¨¢ guay sentirse millennial. Pero los datos, ?ay!, los datos. Esos s¨ª que son visto y no visto, y no los snaps.

Hace unas semanas le ped¨ªa a un amigo que snapchateara (s¨ª, hay verbo) un concierto de esos que no hay que perderse en vernao. ¡°?Xurriiii!¡±, contestaba, ¡°no tengo datos. ?A ver si hay wifi!¡±. Ay, wifi. Como dec¨ªa el meme aquel, si el wifi creciera en los ¨¢rboles plantar¨ªamos m¨¢s. Pena que s¨®lo sirvan para dar ox¨ªgeno.