Colombia, en paz
La finalizaci¨®n de las negociaciones con las FARC es un ¨¦xito para toda la regi¨®n
Am¨¦rica Latina vivi¨® el mi¨¦rcoles un acontecimiento verdaderamente hist¨®rico con el anuncio de la culminaci¨®n, con ¨¦xito, de las conversaciones de paz entre el Gobierno colombiano y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas (FARC) que pondr¨¢ fin a 52 a?os de guerra civil ¡ªla m¨¢s antigua del hemisferio occidental¡ª y cuyas cifras de v¨ªctimas son ingentes: al menos 220.000 muertos, 45.000 desaparecidos y millones de refugiados. El fin de esta tragedia es un ¨¦xito sin paliativos tanto de Colombia como de toda la comunidad internacional que ha estado acompa?ando el proceso, iniciado hace cuatro a?os con la firma del acuerdo que establec¨ªa las bases de las negociaciones, que dieron comienzo oficialmente un 4 de septiembre.
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Es de justicia subrayar el papel fundamental jugado por el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, quien como ministro de Defensa asest¨® uno de los golpes m¨¢s duros sufridos por las FARC con el espectacular rescate en 2008 de la secuestrada candidata presidencial Ingrid Betancourt. Llegado a la presidencia en 2010, Santos apost¨® decididamente por acabar, mediante el di¨¢logo, con un conflicto que parec¨ªa irresoluble. Lo hizo al precio de enfrentarse a muchos sectores y personalidades influyentes de la sociedad colombiana, entre ellos su predecesor en la jefatura del Estado. Su estrategia inicial de combatir a las FARC como si no hubiera conversaciones de paz en La Habana y negociar en La Habana como si no hubiera conflicto en Colombia se ha revelado todo un acierto. Adem¨¢s, durante estos a?os el mandatario colombiano ha insistido en la implicaci¨®n activa de la comunidad internacional en el ¨¦xito de las negociaciones, como as¨ª ha sucedido, en una muestra evidente de que la consecuci¨®n de la paz es un esfuerzo colectivo a la que ninguna democracia puede ser ajena.
Tambi¨¦n hay que reconocer el papel jugado por los dirigentes guerrilleros que, en un ejercicio de realismo, han renunciado definitivamente a una v¨ªa sin salida y han aceptado integrarse en un sistema democr¨¢tico donde la ¨²nica que no tiene cabida es la violencia. Durante estos a?os el di¨¢logo ha sufrido importantes contratiempos y es de alabar que ambas partes hayan tenido la altura de miras necesaria para no romper entonces con el intento m¨¢s serio de alcanzar la paz experimentado hasta ese momento.
L¨®gicamente, el acuerdo no puede agradar a todos y muchos, leg¨ªtimamente, pueden considerarlo insuficiente. Como ha reconocido el jefe negociador del Gobierno, Humberto de la Calle, ¡°probablemente todos hubi¨¦ramos querido algo m¨¢s, pero el acuerdo logrado es el acuerdo viable, el mejor acuerdo logrado posible¡±. Y es esa realidad la que tendr¨¢ que estar muy presente cuando el Gobierno realice el refer¨¦ndum que debe plasmar el consentimiento del pueblo al acuerdo alcanzado con las FARC. Pero para ello es imprescindible que el Ejecutivo explique detalladamente en qu¨¦ consiste lo firmado en La Habana.
El di¨¢logo serio ha conseguido lo que parec¨ªa una quimera. Hay que felicitar a toda Colombia por ello y desear que la reconciliaci¨®n permita al pa¨ªs superar una p¨¢gina negra de su historia y encarar un futuro en paz.
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