De vuelta al trabajo
Un grupo experimental de S?o Paulo interviene en Brasilia con una obra colectiva titulada ¡®Cegos¡¯
Ah¨ª van. Todos impecables. Los chicos con sus corbatas y sus trajes, y sus carteras. Las chicas con sus bolsos, siempre bien arregladas. Parecen ejecutivos. Caminan todos juntos, como en procesi¨®n, infatigables: no tienen otra, toca volver a las rutinas, tratar con los jefes, negociar con los clientes, convivir con los compa?eros. Trabajar.
?Pero qu¨¦ ocurre? Van todos ciegos, llevan los ojos tapados. ?Qu¨¦ es lo que no quieren ver? ?Qu¨¦ es lo que temen? ?Una tentaci¨®n por el camino que los aparte de su obligado destino? ?O se han puesto las vendas para mejor ni ver lo que van a encontrarse al llegar? Tensiones, estr¨¦s, la feroz competitividad, abusos, corruptelas, enchufes injustificados, maltrato a los m¨¢s d¨¦biles, la en¨¦sima marginaci¨®n de las mujeres.
?C¨®mo es que van, adem¨¢s, manchados de barro de arriba abajo? ?Han sobrevivido a una cat¨¢strofe?
La imagen procede de una performance en Brasilia que se mont¨® delante del palacio de Planalto, la residencia de trabajo del presidente del pa¨ªs latinoamericano. Si la pieza se lee en clave de pol¨ªtica local, hay algunos mensajes que saltan a la vista. Van con los ojos tapados porque prefieren no ver lo que les espera. Y van cubiertos de arriba abajo de arcilla porque se han revolcado en el fango. As¨ª est¨¢n las cosas por all¨ª. Esta semana va a celebrarse el ¨²ltimo acto del juicio pol¨ªtico a Dilma Rousseff, y Brasil lleva una larga ¨¦poca sacudida por los esc¨¢ndalos y las malas pr¨¢cticas. No es de extra?ar que esas damas y caballeros se hayan cubierto los ojos.
La pretensi¨®n de los responsables de la pieza va, sin embargo, m¨¢s all¨¢. El montaje, titulado Cegos, lo ha realizado el Deviation Collective, un grupo experimental de la Universidad de S?o Paulo que trabaja interviniendo en espacios p¨²blicos para provocar alguna respuesta a partir de sus propuestas po¨¦ticas.
Ese coro tr¨¢gico de figuras ciegas y desamparadas, que avanza lentamente hacia ninguna parte, recuerda la historia de aquel hombre, Edipo, que se quit¨® los ojos cuando supo lo que hab¨ªa hecho y que, a partir de entonces, consigui¨® ver un poco m¨¢s lejos. Y dijo entonces: ¡°El tiempo, que todo lo puede, arrasa con todas las dem¨¢s cosas¡±.
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