Dureza inconveniente
La intenci¨®n de la Fed de subir los tipos crear¨¢ dificultades a la eurozona
Estados Unidos est¨¢ m¨¢s cerca de registrar una segunda elevaci¨®n de los tipos de inter¨¦s. Ser¨ªa un paso m¨¢s en la direcci¨®n de normalizaci¨®n desde la excepcionalidad que marcaron las pol¨ªticas monetarias aplicadas para neutralizar los efectos de la peor crisis financiera desde la Gran Depresi¨®n. La presidenta de la Reserva Federal (Fed), Janet Yellen, ha aprovechado la convenci¨®n anual de banqueros centrales de Jackson Hole para transmitir esas intenciones. De concretarse finalmente, todas las econom¨ªas acusar¨¢n sus consecuencias, no solo aquellas con un elevado endeudamiento en d¨®lares.
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No es la primera vez que esa instituci¨®n avanza unos prop¨®sitos que finalmente no llega a concretar. La continuidad de la subida de tipos de inter¨¦s adoptada en diciembre de 2015, manteniendo el nivel objetivo de los fondos federales entre el 0,25% y el 0,5%, se vio truncada por la emergencia de la inestabilidad en la econom¨ªa china e indicadores dom¨¦sticos menos favorables. Hoy los indicadores econ¨®micos estadounidenses amparan en mayor medida el endurecimiento monetario insinuado por Yellen, aunque sigan dejando margen a la cautela.
La econom¨ªa americana sali¨® antes de la crisis porque sus autoridades adoptaron decisiones de pol¨ªtica fiscal y monetaria acordes con las amenazas percibidas. Hoy su crecimiento es superior al promedio de las econom¨ªas avanzadas, incluido el consumo, ha reducido el desempleo, los salarios crecen y, lo que es m¨¢s relevante para cualquier banco central, la inflaci¨®n est¨¢ en territorio positivo. Las expectativas de la Fed amparan el mantenimiento de ese cuadro macroecon¨®mico relativamente favorable que justificar¨ªa un paso m¨¢s hacia la normalizaci¨®n monetaria. Que la pr¨®xima elevaci¨®n de tipos de inertes sea en septiembre o en diciembre no es f¨¢cil deducir ahora.
Lo que s¨ª es claro es que sus efectos no ser¨¢n inicialmente favorables. Los deudores en d¨®lares, dentro y fuera de EE?UU, ver¨¢n encarecido el servicio de la deuda, inhibiendo el consumo y la inversi¨®n, a menos que las empresas y consumidores asuman las expectativas favorables de la Fed. Algo que no est¨¢ garantizado.
Con lo que s¨ª hay que contar es con las mayores dificultades de otros bancos centrales de econom¨ªas en las que la firmeza del crecimiento es menos expl¨ªcita para seguir manteniendo pol¨ªticas de est¨ªmulo. Son los casos de Jap¨®n y, desde luego, de la eurozona.
El crecimiento en el ¨¢rea monetaria europea sigue siendo decepcionante, el desempleo elevado y la inflaci¨®n inexistente. Todo ello a pesar de que el BCE ha replicado actuaciones similares de est¨ªmulo a las que en su momento adopto la Fed. Pero demasiado tarde y en compa?¨ªa de una pol¨ªtica fiscal err¨®nea, aceleradora de la recesi¨®n y que erosiona el crecimiento potencial. Una situaci¨®n que obliga a prolongar los est¨ªmulos monetarios. La ¨²nica forma de que Europa no quede atrapada en ese estancamiento secular que algunos anticipaban para EE UU es que las pol¨ªticas fiscales de algunos pa¨ªses, Alemania de forma particular, sean m¨¢s expansivas y, no menos importante, que se aceleren aquellos planes de inversi¨®n que enunci¨® Juncker cuando accedi¨® a la presidencia de la Comisi¨®n.
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