El primer d¨ªa de la paz
Colombia afronta un futuro sin guerra por primera vez en medio siglo
La madrugada de ayer pasar¨¢ a la historia de Colombia por ser la primera noche en 52 a?os en que no hubo guerra civil en el pa¨ªs sudamericano. Se trata del triunfo de la raz¨®n sobre la sinraz¨®n, del di¨¢logo y la reconciliaci¨®n sobre la cerraz¨®n y el odio fratricida. Las palabras del l¨ªder de las FARC, Rodrigo Londo?o,? Timochenko ¡ª¡°ordeno a todos nuestros mandos, a todas nuestras unidades, a todos y cada uno de nuestros y nuestras combatientes a cesar el fuego y las hostilidades de manera definitiva contra el Estado colombiano¡±¡ª son probablemente las m¨¢s esperadas por millones de colombianos.
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La paz en Colombia, como subray¨® el presidente Juan Manuel Santos, es el comienzo de una nueva historia. Finalmente, el Estado podr¨¢ centrar sus esfuerzos en abordar los ingentes desaf¨ªos ¡ªy el poder del narcotr¨¢fico no es el menor de ellos¡ª que le aguardan. Pero al menos ya podr¨¢ hacerlo sin la sangr¨ªa en vidas, bienestar social y recursos de todo tipo que le supon¨ªa el constante combate con la guerrilla. Por primera vez en m¨¢s de medio siglo, la pol¨ªtica interior colombiana no estar¨¢ marcada por la guerra. Y eso ser¨¢, sin duda, una important¨ªsima novedad a la que tendr¨¢n que acostumbrarse tanto los pol¨ªticos como los electores.
El acuerdo alcanzado con la guerrilla despu¨¦s de cuatro fatigosos a?os de conversaciones en La Habana pone las bases no solo del silencio de las armas, sino de una importante transformaci¨®n de todo el pa¨ªs. Por ejemplo, la reforma agraria acordada supone la transformaci¨®n radical en la redistribuci¨®n de la riqueza entre los habitantes del campo y los de las zonas urbanas. De igual modo, la nueva aproximaci¨®n al problema de los cultivos ilegales de hoja de coca y a la lucha contra las bandas de traficantes coloca en una nueva perspectiva el combate al narcotr¨¢fico despu¨¦s de d¨¦cadas de intentos infructuosos.
Pero es necesario subrayar que el de ayer es apenas el primer d¨ªa de un largo proceso. El abandono pr¨¢ctico de las armas y la reincorporaci¨®n de los guerrilleros a la vida civil y pol¨ªtica son delicad¨ªsimos pasos que todav¨ªa deben concretarse. El c¨®mo se produzcan ambos determinar¨¢ el ¨¦xito definitivo del proceso de paz. Menci¨®n especial merece la compensaci¨®n a las v¨ªctimas tanto en t¨¦rminos materiales como ¡ªmucho m¨¢s importante¡ª de conocimiento de la verdad de los hechos. La reconciliaci¨®n no puede convertirse en un pasaporte a la impunidad y en este sentido la creaci¨®n de un llamado Sistema Integral del que forma parte fundamental una Comisi¨®n de la Verdad jugar¨¢ un papel fundamental en el ¨¦xito final del proceso.
No obstante, la alegr¨ªa y el alivio de estas jornadas no pueden ocultar la inmensa tragedia que ha supuesto m¨¢s de medio siglo de guerra civil en el pa¨ªs. Los cientos de miles de v¨ªctimas mortales, los millones de desplazados y el incontable n¨²mero de colombianos que tuvieron que huir de su pa¨ªs. Por ello cobra especial importancia el refer¨¦ndum del pr¨®ximo 2 de octubre donde los colombianos sancionar¨¢n o rechazar¨¢n el acuerdo. Tendr¨¢n la ¨²ltima palabra sobre el conflicto pr¨¢cticamente por primera vez desde su inicio. Que tras las armas hablen las urnas es el mejor colof¨®n posible a esta paz tan deseada.
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