La lonja del Berb¨¦s, el aliento del mar
Un recorrido repleto de sensaciones por la instalaci¨®n portuaria viguesa
Poco despu¨¦s de las seis de la ma?ana hab¨ªamos comenzado a recorrer las gigantescas instalaciones de la lonja de O Berb¨¦s, en Vigo, primer puerto pesquero de Europa por el volumen de pesca que recibe cada a?o. ¡°Entre fresco y congelado en 2015 rozamos las 700.000 toneladas¡±, me comentar¨ªa Marian Vidal, autoridad portuaria. ¡°Especies que proceden de zonas pesqueras de todo el mundo, gallos, rapes, jurel, pescadilla blanca, caballas, escualos, palometas, pez espada, calamares, sardinas, pulpos¡¡±.?
A la vista, cantidades apabullantes clasificadas por categor¨ªas y tipos de pesca, volanta, bajura, anzuelo, aparte de congelados. Todo en medio de la grandiosidad de las instalaciones, rodeados de subastas realizadas de viva voz y de lotes ya rematados. Por momentos, el ambiente se convert¨ªa en un hervidero de voces rotas en medio de agitados corrillos con pujas a la baja que se deten¨ªan con un gesto de los compradores. En pleno estruendo record¨¦ una sugerencia que me hicieron en la lonja de A Coru?a: ¡°Cierra los ojos, a¨ªslate y oir¨¢s el ruido del mar, el rugido de las olas, el chapoteo de la quilla de los barcos contra el agua.¡± Lo hice y funcion¨® de nuevo.?
Resulta raro que en una lonja tan moderna los remates se realicen sin sistemas electr¨®nicos, con constantes griter¨ªos igual que sucede en el mercado Tsukiji de Tokio, le coment¨¦ a Marian Vidal. ¡°Es casi obligado, comercializamos much¨ªsimas especies e intervienen numerosas empresas subastadoras. Los acuerdos se cierran de palabra. Un gesto vale tanto como el mejor cheque¡±. Algunos detalles me suscitaron reflexiones contrapuestas.
Me gust¨® ver los bonitos del puerto de Burela con el precinto verde en la cola tal cual se comercializan en los mercados minoristas de toda Espa?a, una garant¨ªa para los consumidores. Algo parecido a los mejores jamones ib¨¦ricos de bellota. Me sorprendieron negativamente los pal¨¦s con cantidades importantes de pez escolar (Lepidocybium flavobrunneum), el falso pez mantequilla con el que algunos restaurantes japoneses componen sus nigiris. ?No hab¨ªamos quedado que la Agencia de Espa?ola de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrici¨®n (AECOSAN) ha advertido de los riesgos que comporta su consumo? ?No se trata de un pescado rico en ¨¦steres cerosos que pueden causar diarreas y molestias gastrointestinales graves a quienes lo consuman? ?Nadie va a prohibir la comercializaci¨®n de este pescado? Observ¨¦ una de las etiquetas sobrepuestas que advert¨ªa de forma expresa: ¡°El consumo de esta especie en crudo puede producir lesiones gastrointestinales, necesita tratamiento t¨¦rmico¡±. A su lado pal¨¦s repletos de pez espada que me recordaron que seguimos consumiendo otra especie deliciosa, pero abundante en metales pesados, plomo, mercurio y zirconio.
Al margen, algo muy positivo, la iniciativa de la Xunta de Galicia ¡°PescadeR¨ªas¡±, que marca con este sello los pescados y mariscos procedentes de las R¨ªas Gallegas. Sal¨ªamos de los galpones a las 7.30 de la ma?ana, cuando amanec¨ªa. ¡°Si tenemos suerte veremos a los cetreros¡±, nos coment¨® Marian. Frente a nosotros aparecieron dos especialistas con rapaces, destinadas a ahuyentar a las temidas gaviotas. ¡°Hacen mucho da?o, picotean y destrozan la pesca.¡±, nos dijeron. Enseguida nos hicieron una somera demostraci¨®n y contemplamos su capacidad para espantar a una bandada de gaviotas tras el rastro de un pesquero que entraba a la descarga. Me sigue resultando asombroso el gigantesco entramado en el que se sustenta la voracidad icti¨®faga de los espa?oles. Flotas de envergadura y barcos de bajura peque?os, pescadores, armadores, mayoristas, subastadores, exportadores, transportistas, minoristas y cocineros hacen posible que nuestra tasa de consumo de pescado triplique la media mundial y casi doble la europea.
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