El turismo contra los barrios
Por Jos¨¦ Mansilla (*)
La conversi¨®n de Barcelona en un referente tur¨ªstico global no es fruto de la casualidad, sino del empe?o de sus dirigentes municipales desde hace d¨¦cadas, as¨ª como de las pol¨ªticas implementadas desde diferentes instancias con la colaboraci¨®n del empresariado local. Desde la Barcelona, Ciudad de Congresos, del ¨ªnclito alcalde franquista Josep Maria de Porcioles, pasando por los intentos de ¨¦ste de hacer de la capital catalana sede de una Exposici¨®n Universal en el a?o 1982, la celebraci¨®n de los Juegos Ol¨ªmpicos una d¨¦cada despu¨¦s, el F¨°rum de las Cultures de 2004, los World Mobile Congress, los contenedores culturales como el Museu d¡¯Art Contemporani de Barcelona (MACBA) o el Museu Picasso, pasando por la celebraci¨®n del Any Internacional Gaud¨ª en 2002, la adecuaci¨®n de las playas, la construcci¨®n de hoteles sobre suelo destinado a equipamientos, el urbanismo de dise?o, los edificios firmados por arquitectos de reconocido prestigio, y todo un largo etc¨¦tera que nos llevar¨ªan a dedicar el presente art¨ªculo ¨²nica y exclusivamente a enumerar la larga lista de encantos con los que cuenta la ciudad.
Esto ha situado a Barcelona en el mundo convirti¨¦ndola en un foco para la atracci¨®n de capitales -la octava ciudad europea m¨¢s atractiva para invertir, seg¨²n datos de 2015-, una de las ciudades con menos desempleo del Estado -un 9,9%, 80 mil personas, seg¨²n informaci¨®n reciente, cuando la media a nivel espa?ola se sit¨²a en el 20,1%-; un Ayuntamiento con unas cuentas relativamente saneadas y un PIB que supone el 31% de la totalidad de Catalunya. En definitiva, una ciudad global.
Sin embargo, no hay cara que no tenga su cruz y Barcelona tambi¨¦n es una ciudad que cuenta con enormes disparidades de renta familiar disponible, con diferencias muy marcadas seg¨²n los barrios ¨Calgo que se ve plasmado, incluso, en la esperanza de vida, con diferencias de hasta 11 a?os seg¨²n zonas-; una poblaci¨®n en v¨ªas de empobrecimiento -el n¨²mero de familias con rentas bajas desde el a?o 2011 al 2015, aument¨® un 81%-; una econom¨ªa enormemente terciarizada que absorbe al 89% de los trabajadores y trabajadoras, con un marcado monocultivo tur¨ªstico y toda una ser¨ªa de problemas asociados al mismo, como la precariedad laboral, la disneyficaci¨®n de sus calles y plazas, fen¨®menos de exclusi¨®n, desplazamientos socioespaciales, etc.
Si hace un par de a?os, ¨¢reas populares como la Barceloneta, se levantaron para protestar contra la distorsi¨®n que supon¨ªa la transformaci¨®n de su barrio en una agresiva centralidad tur¨ªstica ¨Cincrementos de los alquileres, expulsi¨®n de las clases m¨¢s desfavorecidas, desaparici¨®n del comercio tradicional, problemas de convivencia-, ahora las protestas se han expandido llegando hasta el antiguamente industrial barrio del Poblenou. La constituci¨®n de la Plataforma #EnsPlantem, por parte de sectores del vecindario, ha puesto sobre la mesa las repercusiones que el modelo de ciudad dise?ado tiene para la vida cotidiana de sus habitantes. As¨ª, la existencia en el barrio de m¨¢s de 700 pisos tur¨ªsticos, 12 mil plazas hoteleras, m¨¢s unas 3 mil quinientas que se encuentran en construcci¨®n, y una privatizaci¨®n creciente de sus principales espacios de socializaci¨®n, como su Rambla, est¨¢n suponiendo un encarecimiento acelerado de los precios de la vivienda y la reestructuraci¨®n del comercio de proximidad hac¨ªa una oferta destinada al turismo. Es definitiva, los problemas ya evidenciados en la Barceloneta no han cesado, sino que, m¨¢s bien, contin¨²an su expansi¨®n a lo largo y ancho de la ciudad.
Una ciudad debe tener un plan, sin duda, pero ¨¦ste no puede ser contra su propia gente. Una econom¨ªa diversificada, un parque de vivienda asequible, un espacio urbano desmercantilizado, unos equipamientos e infraestructuras que tengan en cuenta las diferentes formas que hay de vivir la ciudad, un transporte p¨²blico barato, generalizado y eficiente o la disponibilidad de ¨¢reas verdes son algunas de las medidas que debe contemplar. Lamentablemente la apuesta tur¨ªstica apuesta por todo lo contrario y ejemplos como los de #EnsPlantem as¨ª lo manifiestan.
?Ser¨¢ capaz Barcelona de cambiar esta inercia de d¨¦cadas? Esperemos que s¨ª.
(*) Jos¨¦ Mansilla es miembro del Observatori d¡¯Antropologia del Conflicte Urb¨¤ (OACU).
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