Cosm¨¦tica global

A  LA INDUSTRIA cosm¨¦tica nunca le ha gustado quedarse quieta. Las marcas viajan a donde consideran que pueden encontrar un valor a?adido tanto por sus ingredientes como por las referencias est¨¦ticas que aportan. Y hoy el consumidor ha asumido como algo natural que su neceser sea el reflejo de un periplo planetario.

Dior, por ejemplo, cultiva opilia e hibisco en Burkina Faso, un pa¨ªs de donde L¡¯Occitane obtiene todo su karit¨¦. La marca francesa de cosm¨¦tica capilar Leonor Greyl busca su nutritivo aceite de mongongo en el desierto del Kalahari, Kiehl¡¯s obtiene quinua de Bolivia y Aussie importa sus ingredientes de Australia. En esta vuelta al mundo de la belleza, el exotismo ha sido siempre un plus. Pero con la aparici¨®n hace una d¨¦cada de las marcas nicho ¨Cm¨¢s peque?as y exclusivas¨C, la panor¨¢mica se ampli¨® a¨²n m¨¢s. Ahora es com¨²n consumir productos griegos como los de Apivita o Korres, australianos como los de Aesop o israel¨ªes como los de Christina. Eso sin mencionar la cosm¨¦tica coreana, una de las m¨¢s vendidas y que va camino de convertirse en una categor¨ªa en s¨ª misma.

Contar con un surtido de productos multinacional genera conversaci¨®n. Y toda firma aspira a eso.