La indignaci¨®n vigilante
Podr¨ªamos empezar por no pensar tanto en los pol¨ªticos, sino en nuestro deber (y poder) como vigilantes
Pocos recuerdan ya que hace cinco a?os otro Gobierno en funciones, en este caso socialista, indultaba al banquero Alfredo S¨¢enz, causando una ola de indignaci¨®n. Fue muy parecida a la provocada por la reciente designaci¨®n del exministro Soria para el Banco Mundial. A diferencia de lo que pas¨® en 2011, esta semana las protestas han forzado una rectificaci¨®n. Pero en la mayor¨ªa de casos estos ataques de indignaci¨®n sobrevenida tienen poco o ning¨²n efecto. El problema tiene que ver con que, ante esc¨¢ndalos de este tipo, nos preguntamos ¡°c¨®mo se atreven a hacer esto¡± en lugar de ¡°por qu¨¦ pueden hacer esto¡±.
Los pol¨ªticos no son distintos del resto de personas en su comportamiento, que responde a incentivos antes que a m¨¢ximas sobre el Bien y el Mal. La ciudadan¨ªa dispone de cuatro instrumentos b¨¢sicos para definir el entorno de sus representantes: voto, informaci¨®n, organizaci¨®n y dise?o institucional. Cuando el debate p¨²blico se mueve por oleadas, el grado de organizaci¨®n de la sociedad civil suele ser bajo; la demanda de informaci¨®n, fragmentada y parcial; el voto se mantiene en la trinchera; y el dise?o institucional tiende a ser ignorado. En esa din¨¢mica, los factores del cambio de rumbo tras una acci¨®n pol¨ªtica dudosa acaban siendo azarosos y no van siempre aparejados con la intensidad del deseo de los votantes.
Sin embargo, cuando el enfoque cambia al ¡°por qu¨¦¡±, la b¨²squeda de informaci¨®n para construir acusaciones fundamentadas y potentes requiere de organizaciones independientes dedicadas a ello, y apunta a la necesidad de cambiar tal o cual aspecto institucional para que la pr¨®xima vez cualquier pol¨ªtico, de cualquier color, se mueva por incentivos distintos. As¨ª, las trincheras se disuelven y no es necesario confiar en algo tan general y multifac¨¦tico como el voto para corregir problemas espec¨ªficos.
Por desgracia, no hay recetas m¨¢gicas para pasar de un equilibrio a otro. Pero quiz¨¢s podr¨ªamos empezar por no pensar tanto en los pol¨ªticos, sino en nosotros mismos y en nuestra manera de entender su labor, su entorno institucional y nuestro deber (y poder) como vigilantes. @jorgegalindo
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