Bajo el fuego
Las llamas estaban reduciendo a ceniza gran parte de la memoria de los placeres acaecidos, de las promesas y los sue?os imposibles
Desde aquel aciago 11 de septiembre en que cayeron derribadas las Torres Gemelas, cuyo aniversario se conmemora hoy, la historia ha tomado un car¨¢cter escatol¨®gico, desenfrenado y violento, hasta el punto que desde entonces todos los veranos ya son siempre el ¨²ltimo verano. Esa sensaci¨®n ha acompa?ado el final de estas vacaciones cuando bajo un calor de 40 grados y un ventarr¨®n oscuro, de repente a la ca¨ªda de la tarde se levantaron varias nubes rojas por el este como un ins¨®lito crep¨²sculo y alguien coment¨®: vaya, hoy el sol se pone por el lado contrario. El gran resplandor formado por donde sol¨ªa amanecer todos los d¨ªas hasta esa misma ma?ana no se deb¨ªa a ninguna postrimer¨ªa sino al incendio ritual de cada verano, solo que esta vez ard¨ªan las calas y montes de X¨¤bia que fueron el horizonte de los mejores a?os de nuestra vida. Las llamas estaban reduciendo a ceniza gran parte de la memoria de los placeres acaecidos, de las promesas y los sue?os imposibles. Sucedi¨® el d¨ªa en que hab¨ªa que cerrar la casa para volver al trabajo condenados a respirar el humo de pajas que generan las palabras de los pol¨ªticos. Pese al fuego unos amigos, el poeta Tono, el actor Cervino y el patr¨®n H¨¦ctor decidimos salir a pescar y navegar por ¨²ltima vez esa madrugada como una forma de enfrentar el placer al apocalipsis. Desde alta mar se ve¨ªan los montes ardiendo cuyo resplandor desafiaba con ventaja a la poderosa luz del sol saliendo del agua. Esta vez los dedos de rosa de la aurora se deb¨ªan a una cat¨¢strofe, pero tendido y mudo en honor de la belleza estaba el mar, seg¨²n verso de Virgilio. Y hubo un momento en que en torno a nuestro barco comenzaron a saltar los delfines. El fin del mundo puede esperar, grit¨® alguien lanz¨¢ndose al abismo. Siempre se ha dicho que los delfines, si te ven en peligro, te cogen en brazos y te llevan a casa.
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