La rebeli¨®n contra la globalizaci¨®n
Desde fines de los setenta, los salarios medios han crecido poco y ha aumentado la desigualdad. Son muchos los que est¨¢n hartos de que se beneficie a los de arriba y muy poco a los de abajo, contradiciendo a?os de promesas
La globalizaci¨®n se ha estancado. Los datos de comercio y flujos de capitales lo confirman. Por primera vez desde la II?Guerra Mundial, es decir, por primera vez en una generaci¨®n, llevamos ya siete a?os con crecimiento d¨¦bil o negativo en intercambios econ¨®micos internacionales. En los ¨²ltimos 70 a?os hemos sufrido periodos de estancamiento de cuatro a?os, como despu¨¦s de la primera crisis del petr¨®leo entre 1974 y 1978, e incluso de seis a?os, como sucedi¨® despu¨¦s de la segunda crisis del petr¨®leo, entre 1980 y 1986, pero nunca nos hab¨ªamos acercado tanto a estar una d¨¦cada en punto muerto.
Muchos creen que el detonante de esta par¨¢lisis ha sido la crisis financiera global de 2008, que trajo consigo un enorme aumento en el desempleo, la desigualdad y el conflicto social, sobre todo en Estados Unidos y Europa. Esto explica que voces antiliberales de izquierda a derecha, desde Tsipras hasta Trump, hayan obtenido un apoyo popular tan notable. Sin embargo, el rechazo a la globalizaci¨®n viene de antes. En la d¨¦cada posterior a la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn sus cr¨ªticos eran pocos y dispersos, pero la batalla de Seattle de 1999, por su violencia e impacto medi¨¢tico, puede interpretarse como la primera se?al de que algo no estaba funcionando con la globalizaci¨®n.
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?Qui¨¦n sabe? Quiz¨¢s en el futuro los historiadores consideren Seattle como la primera gran batalla de la denominada (sobre todo en la prensa China) como la ¡°gran rebeli¨®n contra la globalizaci¨®n¡±. Si eso ocurre ser¨ªa llamativo porque en su d¨ªa esa revuelta parec¨ªa inocua. Muchos medios de comunicaci¨®n y comentaristas se sorprendieron por la intensidad de las protestas, pero en general la sensaci¨®n en los d¨ªas y a?os posteriores a Seattle siempre fue que los protestantes eran una minor¨ªa radical con poco apoyo popular. El hecho de que entre los protestantes contra los efectos negativos del libre comercio se encontraran muchos sindicatos, ONG y movimientos sociales (la gran mayor¨ªa de ellos pac¨ªficos) se pas¨® por alto.
Pues bien, casi 20 a?os despu¨¦s, esa sociedad civil cr¨ªtica con la globalizaci¨®n que durante mucho tiempo se hab¨ªa considerado minoritaria se ha convertido en mayoritaria. La Ronda de Doha de la OMC no ha concluido, y no tiene muchas probabilidades de hacerlo. Los dos candidatos a la presidencia de EE?UU, Donald Trump y Hilary Clinton, han mostrado su rechazo a los tratados de libre comercio, tanto el del Pac¨ªfico (TPP) como el del Atl¨¢ntico (TTIP, por sus siglas en ingl¨¦s), sabedores de que el apoyo al libre comercio les restar¨ªa votos. En Europa el libre mercado tiene incluso menos adeptos. Los partidos con l¨ªderes proteccionistas y nacionalistas tipo Marine Le Pen o proteccionistas y soberanistas como Podemos est¨¢n en auge, y tanto el presidente franc¨¦s, Fran?ois Hollande, como el vicecanciller alem¨¢n, Sigmar Gabriel, han declarado que hay que suspender las negociaciones del TTIP.
Quien ve que sus hijos van a vivir peor que ¨¦l es un potencial votante de partidos antisistema
Incluso en Reino Unido, basti¨®n del liberalismo, gran parte de los que votaron a favor del Brexit lo hicieron porque est¨¢n hartos de que la globalizaci¨®n (y el consecuente libre flujo de mercanc¨ªas, servicios, capitales y personas) beneficie sobre todo a los de arriba y muy poco a los de abajo, contradiciendo lo que se les prometi¨® durante a?os. Las estad¨ªsticas les dan la raz¨®n. Desde finales de los a?os setenta, tanto en Estados Unidos como en Europa, los salarios medios han crecido muy poco, y en consecuencia ha aumentado la desigualdad. La ciencia econ¨®mica tiene pocos consensos (eso explica en parte el malestar que hay con las ¨¦lites: la gente est¨¢ cansada de escuchar a expertos economistas presentar soluciones contradictorias), pero uno de ellos es que el libre comercio es positivo para la sociedad en su conjunto. Eso s¨ª, siempre hay ganadores y perdedores y los ganadores de esta globalizaci¨®n han sido las clases medias de China e India, mientras que los perdedores son los trabajadores de Estados Unidos y Europa.
Eso hace que todo aquel que ve que sus hijos van a vivir peor que ¨¦l, pese a estar mejor formados, sea un potencial votante de partidos antisistema. Con esta tendencia, si no gana estas elecciones Donald Trump las ganar¨¢ otro populista igual o incluso peor en cuatro a?os. Y si eso pasa, la globalizaci¨®n, con todos sus beneficios, que son muchos, s¨ª que va a dar marcha atr¨¢s. ?C¨®mo se puede evitar esto? En principio, habr¨ªa que redistribuir mejor la riqueza y compensar y empoderar mejor a los perdedores de la globalizaci¨®n. Algo ya se est¨¢ avanzando en este sentido. Algunos se han dado cuenta que hay que salvar la globalizaci¨®n de los globalizadores. Que el Financial Times, bandera global del liberalismo, pida insistentemente pol¨ªticas sociales redistributivas es significativo.
Aun as¨ª, muchos autodenominados ¡°verdaderos liberales¡± no est¨¢n de acuerdo con m¨¢s impuestos. Para ellos, la desigualdad no es un problema mientras el conjunto de la sociedad siga aumentando su nivel de vida. Adem¨¢s, creen que el Estado ya es demasiado grande e intervencionista. Se?alan hacia Francia, donde el Estado gasta el 56% del PIB y a pesar de ello el Frente Nacional (FN) sigue en ascenso. La pregunta, sin embargo, es: ?habr¨ªa tanto nacionalismo y xenofobia en Francia si no hubiese tanto paro y desigualdad? Algunos dir¨¢n que s¨ª. Finlandia tiene muy poca desigualdad y los Verdaderos Finlandeses son bastante xen¨®fobos. Pero incluso en Finlandia se ha duplicado la desigualdad desde los a?os ochenta, as¨ª que la pregunta sigue siendo pertinente.
?Habr¨ªa tanto nacionalismo y xenofobia en Francia si no hubiese tanto paro y desigualdad?
La historia demuestra que encontrar un equilibrio entre el mercado y el Estado no es f¨¢cil. Si se le da demasiado poder al Estado impera el proteccionismo y el autoritarismo, y si se le da demasiada cancha al mercado hay inestabilidad econ¨®mica y contestaci¨®n social. Los verdaderos liberales deber¨ªan meditar cu¨¢l es la mejor manera de preservar la globalizaci¨®n: ?haci¨¦ndola m¨¢s social con impuestos efectivos sobre las transnacionales o continuando con la desregulaci¨®n y la bajada de impuestos? Si abogan por lo segundo quiz¨¢s acaben alimentando lo que m¨¢s detestan: la vuelta del Gran Leviat¨¢n. La ola del ¡°hombre fuerte¡± autoritario que viene a proteger al pueblo se acerca con fuerza de Oriente a Occidente. Los l¨ªderes de la gran rebeli¨®n contra la globalizaci¨®n liberal ya no son los inocuos sindicalistas, ONG y estudiantes universitarios (por muy radicales que sean), sino los Abe, Xi, Putin, Erdogan, Orban, Kaczynski, Le Pen y los que puedan venir tras ellos.
Miguel Otero Iglesias es investigador principal para la Econom¨ªa Pol¨ªtica Internacional en el Real Instituto Elcano.
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