Jan Gehl: ¡°Una ciudad viva siempre est¨¢ en construcci¨®n¡±
En la ¨²ltima d¨¦cada, el urbanista Jan Gehl y su equipo de 50 arquitectos han retirado los coches del centro de Mosc¨², Melbourne o Shangh¨¢i. El pabell¨®n dan¨¦s de la vigente edici¨®n de la Bienal de Venecia, dedicado a la dimensi¨®n humana en la arquitectura, ha rendido homenaje al autor de m¨¢s de 30 libros que defienden la reconquista ciudadana de las calles
El despacho de Gehl Architects en Copenhague ocupa un piso alto en un edificio antiguo. En el patio se acumulan las bicicletas. Tras las escaleras de madera, mobiliario dan¨¦s, transparencia y luz, aunque parezca imposible con la lluvia azotando la calle. En una de las aulas, cerrada por un tabique de vidrio, est¨¢ reunido Gehl. A punto de cumplir 80 a?os, maneja su tableta como un adolescente. En torno a la mesa, un grupo numeroso tiene que sentarse en dos filas. Sonr¨ªen. La media de edad no supera los 25 a?os. S¨¦ que la reuni¨®n ha concluido porque todos aplauden.
?Sus reuniones siempre terminan as¨ª? Claro [carcajada]. Son universitarios. Han venido a escuchar mi defensa de la gente en la calle.
Con lo acelerada que se ha vuelto nuestra vida, ?todav¨ªa podemos ser una sociedad que camina? El Homo sapiens camina. Una persona que no lo hace est¨¢ incompleta. La OMS recomienda que las ciudades sean transitables. La falta de ejercicio es uno de los mayores problemas de salud en el mundo. Mayor que el tabaco hace dos d¨¦cadas. Caminar es sostenible en todos los sentidos. El coche tiene los d¨ªas contados en la ciudad.
?Usted c¨®mo se mueve? En bicicleta.
¡°la gentrificaci¨®n requiere decisiones pol¨ªticas. Yo, como urbanista, creo en un porcentaje de vivienda social en cada barrio¡±.
?Con 80 a?os? Mi mujer tambi¨¦n. Vamos a nuestro ritmo. Y cuando salimos a cenar nos podemos tomar una segunda copa de vino. El coche era una tecnolog¨ªa inteligente hace casi cien a?os. Pero a medida que las ciudades se densifican ¨Cy no hay otro crecimiento posible¨C se convierte en un estorbo. En el siglo XXI, en ciudades con 10, 20 y hasta 30 millones de personas urge encontrar algo m¨¢s inteligente: una combinaci¨®n de piernas, bicicletas y transporte p¨²blico.
?Por qu¨¦ cuesta convencer a pol¨ªticos y ciudadanos? Caminar es la manera m¨¢s agradable de moverse por una ciudad, pero exige ir despacio. Yo digo que no pierdes el tiempo, ganas la vida.
?C¨®mo empez¨® a reivindicarlo? En los sesenta viaj¨¦ a Italia para ver c¨®mo utilizaban el espacio p¨²blico. Las calles serv¨ªan para ir de un lugar a otro, para quedarse en ellas.
En Italia no vio pasado, sino futuro. Exacto.
En los cincuenta, cuando estudi¨®, formaban a los arquitectos para ser modernos. S¨ª, para hacer rascacielos, vivienda en la periferia. Brasilia era el modelo. Ser moderno era moverse en coche. Y cuestionar el pasado.
?Cualquier ideal que desprecia todo lo anterior es sospechoso? La modernidad no trat¨® bien a la gente. Dijeron que iban a hacer viviendas dignas para todos, pero los enviaron al suburbio. Lo mismo que hacen ahora en China: los sacan del campo, los meten en una torre y les dicen que van a ser felices teniendo agua corriente. ?Qu¨¦ m¨¢s tienen?
Su mujer, que es psic¨®loga, le hizo ver que la modernidad no funcionaba para las personas. S¨ª. Ingrid hac¨ªa preguntas que nos costaba responder cuando mis amigos de la escuela de arquitectura ven¨ªan a casa.
?Qu¨¦ preguntaba? ?Por qu¨¦ no os interesa la gente?
?Qu¨¦ le contestaban? Nos dimos cuenta de que los edificios se retrataban antes de la inauguraci¨®n o de madrugada para que no hubiera nadie estropeando la foto. El urbanismo se hab¨ªa separado de las ciencias sociales. Ellos sab¨ªan mucho de gente y nosotros de edificios, pero no los relacion¨¢bamos al pensar la ciudad. Por eso eleg¨ª este campo.
En los sesenta, esas reivindicaciones se pusieron de moda. Una moda minoritaria que no se ense?aba en la universidad. La primera en dar la voz de alarma fue una mujer: Jane Jacobs. En 1961 se opuso a los modernos y a los conductores neoyorquinos reivindicando el barrio, pero para lograr que Broadway fuera peatonal tuvimos que esperar a 2009.
Denuncia lo que ocurre en China, pero trabaja all¨ª. Todos mis libros han sido traducidos al chino, pero desgraciadamente no parece que hayan tenido tiempo de leerlos.
?Qu¨¦ ocurre all¨ª? Han vivido un cambio social radical, la llegada masiva a las ciudades con una econom¨ªa mejorada. Han tenido que construir r¨¢pidamente vivienda para 150 millones de personas y lo han hecho en serie. Lo pagar¨¢n caro. Han transformado a millones de j¨®venes agricultores en consumidores y les han dado una casa con agua corriente, pero vivir no es solo tener un piso. La vida es lo que rodea el piso. En algunos lugares han empezado a cuestionar la ciudad moderna y tratan de construir de otra manera. Por lo menos se hacen preguntas. Ese es el principio.
?Cu¨¢l ha sido su consejo para mejorar Shangh¨¢i? Ha sido f¨¢cil porque el trazado estaba hecho pensando en la gente. Era cuesti¨®n de limpiarlo de coches, y la gente ha reconquistado la calle.
?C¨®mo le puede decir a quien lleva siglos movi¨¦ndose en bicicleta que no ha llegado su momento de trasladarse en coche, que debe seguir pedaleando? En muchas ciudades chinas llegaron a prohibirlas. Pero ahora vuelven. El aire irrespirable que vemos en las noticias les ha llevado a pensar que estaban mejor con ellas. Han vivido nuestra evoluci¨®n en apenas una d¨¦cada.
¡°el coche era una tecnolog¨ªa inteligente hace cien a?os. Hoy urge una combinaci¨®n de piernas, bicicletas y transporte p¨²blico¡±.
?Hoy la bicicleta es el mejor transporte urbano para cualquier lugar? S¨ª, y las piernas. En sitios como Dub¨¢i puede hacer demasiado calor, pero en Singapur nos pidieron incrementar el uso de la bicicleta a pesar de sus 30 grados y su alt¨ªsima humedad. No caben m¨¢s carreteras y tienen que combinar trenes y bicis. Hace solo cinco a?os, en Mosc¨² no ve¨ªas ninguna, ahora est¨¢n por todas partes.
?Cu¨¢ntas caben en una ciudad? No hay l¨ªmite. Aqu¨ª el 45% de la poblaci¨®n se mueve en bicicleta.
?msterdam parece invadida. Donde aparca un coche caben cinco bicicletas. Eso es buena econom¨ªa del tr¨¢fico: m¨¢s gente llega al centro, los comercios y los restaurantes.
No es un s¨ªmbolo de estatus social, como el coche. Hubo un momento, en los sesenta, en que aqu¨ª tambi¨¦n era importante la marca del coche, pero pas¨®. La bicicleta es una forma de vida.
Estamos en Escandinavia. Cuando yo era joven, esta ciudad estaba invadida por los coches que, efectivamente, eran s¨ªmbolos de estatus.
?C¨®mo se cambian los valores de los ciudadanos? En el momento en que se van los coches llegan el aire limpio y la vida a las calles. La mejora en la salud de la gente deber¨ªa convencer a cualquiera. No puedo evitar ser optimista: he visto cambiar lo que parec¨ªa inamovible. Hace 10 a?os, en nuestro 45? aniversario de boda, mi mujer y yo fuimos a un restaurante en bicicleta y despu¨¦s comenzamos a pedalear para comprobar c¨®mo se hab¨ªa transformado la ciudad. Al final de la noche hab¨ªamos recorrido 19 kil¨®metros. Cuando nos casamos, eso hubiera sido imposible. Cada d¨ªa la ciudad mejora un poco. Eso educa a la ciudadan¨ªa, los ciudadanos deben querer el cambio. Uno debe enorgullecerse, no avergonzarse, de lo que deja a sus hijos.
?Cu¨¢ntas de las mejoras de Copenhague se deben a usted? Conf¨ªo en haberme sonrojado. En la Escuela de Arquitectura de esta ciudad fuimos pioneros en el estudio y la defensa de la calle para la gente. La colaboraci¨®n de los pol¨ªticos fue clave. Cuando me retir¨¦, la entonces alcaldesa me envi¨® una carta en la que me dec¨ªa que si los arquitectos no nos hubi¨¦ramos atrevido a plantear la salida de los coches, ellos no hubieran sabido hacer de Copenhague la ciudad m¨¢s habitable del mundo [como ha sido sucesivamente elegida por la organizaci¨®n Cities for People].
?Los problemas son siempre los mismos: oposici¨®n de los comerciantes, discusiones con los fabricantes de coches? S¨ª. En Copenhague yo preguntaba: ?qu¨¦ tipo de comerciante es usted? ?No se da cuenta de que ahora hay m¨¢s gente delante de su escaparate? Est¨¢ probado que la circulaci¨®n de personas, no de coches, favorece el comercio. Es fundamental documentar eso. Los ingenieros manejan datos sobre el tr¨¢fico de autom¨®viles, pero apenas sobre el movimiento de las personas. Ese conocimiento es clave para negociar.
Su planteamiento no es invencible. Londres se le resisti¨®. En Nueva York o en Mosc¨² los alcaldes son fuertes y deciden el futuro de la ciudad. En Londres, con el poder de los 33 barrios, el alcalde es d¨¦bil. Un tercio de la ciudad pertenece a la reina. Otro tercio es del duque de Westminster, y fue ¨¦l quien nos llam¨® para mejorar los barrios de Mayfair y Belgravia, justo donde uno no esperar¨ªa ver una bicicleta.
?Qu¨¦ dir¨ªa a quien opine que defender la ciudad del caminante es oponerse al progreso? Relacionar progreso y coche tiene que ver con la educaci¨®n. Nuestra sociedad est¨¢ orientada al tiempo libre. Hace 20 a?os, si preguntabas a alguien qu¨¦ hac¨ªa en la ciudad, en el 99% de los casos te contestaba que comprar. Ahora el 80% dice que viene para estar aqu¨ª. Las ciudades atractivas para la gente tienen econom¨ªas saneadas. Hay mucho dinero en el disfrute urbano.
Si estudia ciudades antiguas en Jap¨®n o Am¨¦rica, todas tienen algo en com¨²n: fueron concebidas para el hombre. .
En un mundo cada vez m¨¢s digitalizado, ?urge encontrarse en la calle? Eso es un mito. Los dos mundos, el virtual y el real, funcionan juntos. La gente se convoc¨® a trav¨¦s del m¨®vil, pero se reuni¨® f¨ªsicamente en la plaza de Tahrir, en El Cairo. Las plazas han cumplido un papel fundamental en la historia pol¨ªtica.
De Copenhague a Nueva York o a Melbourne, ?puede un modelo de ciudad funcionar en distintas culturas? De nuevo me remito al Homo sapiens?como un animal caminante: es m¨¢s lo que nos une que lo que nos distancia. Si estudia ciudades antiguas en Jap¨®n o Am¨¦rica, todas tienen algo en com¨²n: fueron concebidas para el hombre. Si construimos acerc¨¢ndonos al cuerpo humano, la base ser¨¢ buena. Siempre fue as¨ª hasta que los modernos decidieron cuestionarlo todo.
Para salvar las ciudades no se necesita solo que la gente camine por las calles, sino tambi¨¦n que pueda permitirse vivir en ellas. La gentrificaci¨®n arruina la urbe haci¨¦ndola monotem¨¢tica: los precios aumentan y solo un tipo de habitante puede permitirse vivir all¨ª. Los urbanistas no podemos solucionar el problema porque no viene del urbanismo, sino del ¨¢mbito econ¨®mico, y requiere decisiones pol¨ªticas. Como estoy en contra de cualquier cosa que empeore la ciudad, creo necesario un porcentaje de vivienda social en todos los barrios.
?Qui¨¦n puede caminar en las ciudades? En algunos pa¨ªses equivale a jugarse la vida porque no hay ni aceras. El urbanismo para caminar y pedalear es m¨¢s barato que cualquier otro, aunque las distancias exigen otros transportes. La posibilidad de cubrir andando incluso una larga distancia aumenta la calidad de vida urbana. Enrique Pe?alosa, el alcalde de Bogot¨¢, decidi¨® invertir en el 80% que caminaba visto que durante a?os se hab¨ªa invertido en el 20% que se mov¨ªa en coche. Para tener todos una vida mejor, debemos permitir que la gente sin recursos pueda moverse. Es fundamental facilitarles la circulaci¨®n.
Pe?alosa paviment¨® aceras donde ni siquiera hab¨ªa carreteras. Cuanto m¨¢s pobre es uno, m¨¢s importante es el espacio p¨²blico. La calle es el campo de juegos, el sal¨®n comunitario. Como pol¨ªtica social para mejorar la vivienda hay que mejorar la ciudad.
?La vida en la calle siempre es posible? Hay miedo y poluci¨®n, pero lo peor son las urbanizaciones valladas. Procedo de una escuela contraria a ese tipo de vivienda que ocupa una manzana. Cuanto m¨¢s poblada est¨¢ la calle, m¨¢s vigilada por los propios transe¨²ntes y m¨¢s segura. Es l¨®gico que en una manzana donde solo hay una comunidad de vecinos y no hay comercio, la calle quede desierta. Y las calles desiertas dan miedo. Los ni?os est¨¢n seguros en las urbanizaciones, pero ?qu¨¦ tipo de educaci¨®n les das? ?Para protegerse hay que aislarse? No se puede tener todo y hay que pensar en las consecuencias de nuestras elecciones. La manera m¨¢s segura de vivir en la ciudad es con la gente en la calle. Mi hija Thora ha vivido en Guatemala y en Bogot¨¢ y ha educado a sus hijos en la calle.
?Es usted un arquitecto de ideas m¨¢s que de construcciones? Absolutamente, de ideas y de ideolog¨ªa.
Sin embargo, est¨¢ cambiando las ciudades del mundo. Mucha gente sabe dise?ar, es importante decidir qu¨¦ hay que dise?ar. Nosotros investigamos y proponemos. Luego hay un concurso para dise?arlo.
?Por qu¨¦ cree que la te¨®rica del urbanismo Jane Jacobs no funcion¨® en los sesenta y est¨¢ funcionando ahora? Faltaba madurez. El brillo deslumbra y la gente quer¨ªa rapidez y novedad. Sin embargo, mientras ella protestaba en Nueva York, Copenhague empezaba a cerrar el paso a los coches.
Me ha preocupado m¨¢s difundir lo que defiendo que el dinero. .
?Qu¨¦ es peor para la ciudad: los coches o la globalizaci¨®n? Los coches son como una invasi¨®n de ratas: algo letal. La globalizaci¨®n es una invasi¨®n de la mente. En esta era podemos aprender maneras de solucionar los problemas en cinco continentes.
?La terraza de un bar es un espacio p¨²blico? Los espacios p¨²blico-privados, como los centros comerciales, no son espacios p¨²blicos. Pero sentarse en la calle a mirar a la gente es uno de los placeres de la vida. A m¨ª me gusta tomar caf¨¦ en la calle, pero hay que limitar las terrazas para que haya bancos donde se siente quien no pueda pagar el caf¨¦. Eso hace una ciudad m¨¢s real. Y m¨¢s segura.
Por la neoyorquina Times Square pasan 100.000 personas al d¨ªa. ?Podr¨ªa morir de ¨¦xito? La gente atrae a m¨¢s gente. Hace poco me llamaron desesperados, se les hab¨ªa ocurrido volver a poner coches.
?Y usted qu¨¦ hizo? Escrib¨ª un ar??t¨ªculo en The New York Times. Si la plaza de San Marcos en Venecia se quiere librar de las palomas, ?quita las palomas o mueve la plaza? Hay que regular y ordenar, los problemas se transforman.
?Una ciudad viva est¨¢ siempre en construcci¨®n? S¨ª. Cuando algo no cambia, muere.
?Cu¨¢nto cuestan sus proyectos? No cobro por compartir mis ideas. Si se me pide un consejo a medida, cobramos la tarifa de cualquier profesional. Lo que propongo es lo m¨¢s barato que se puede hacer, pero necesita voluntad de cambio. Mi manera de ser un arquitecto decente es probar con las ciudades aparentemente m¨¢s inamovibles, por eso Broadway marc¨® un hito. ¡°If I can make it there, I¡¯ll make it anywhere. It is up to you, New York, New York¡± [responde cantando a Frank Sinatra].
Trabaja en 30 pa¨ªses, ?no es ya un arquitecto global, parte del star system? Claro que lo soy [carcajada]. Me lo tomo como una cruzada, una defensa de la presencia de las personas en las calles.
?Es rico? No. Me ha preocupado m¨¢s difundir lo que defiendo que el dinero. Pero mi vida es mejor que la de mis padres. Este a?o cumplir¨¦ 80 a?os. Llevo 50 investigando, 50 en la misma casa, 50 movi¨¦ndome en bici. Por eso viajo tanto: mismo barrio, mismo trabajo, misma mujer¡
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